..

Si notais que llevo mucho tiempo sin escribir, posiblemente me esté pasando la mismo que le ocurrió a García Birlán.
"El deber me ordena que os dedique esta crónica y la pluma se niega a escribirla. Se amontonan las notas en mi imaginación y la péñola no sabe darles forma. Esfuerzo el pensamiento, concibo ideas, bullen las palabras en la mente y aun permanecen blancas las cuartillas."

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¿Un cateto escribio esto?:

Esta cárcel que, durante varios meses, le dio ocasión de un trato prolongado con el mundo variopinto del hampa, verdadera sociedad paralela con su jerarquía, sus reglas y su jerga, parece ser, con mayor probabilidad que la de Castro del Río , la misma donde se engendró el Quijote, si hemos de creer lo que nos dice su autor en el prólogo a la Primera parte: una cárcel «donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación», y en la cual bien pudo ver surgir, al menos, la idea primera del libro que ocho años más tarde le valdría una tardía consagración.

Cervantes en su vivir .

Jean Canavaggio

sábado, 12 de diciembre de 2009

ALUMBRADOS O ILUMINADOS CASTREÑOS, A SABER:


“Alumbrao” me imagino que ha habido y los habrá en este pueblo, yo mismo lo fui (aunque fuera con una linterna). Hace bastantes años, en una acampada nocturna fuimos alumbrados por una collera de amigos de lo ajeno.
En el caso de los “Iluminaos” recuerdo con “cariño” un escrito donde un viejo amigo expicaba que decian de él, ser un iluminado.
Noticias anteriores las escuché de pequeño, eso si distorcionadas por culpa de la censura que mi abuela propinaba al narrador de estas historias, Dieguito “el Campanero”. Se pasaba despues de la oración por la calle Concepción y entraba al gran patio donde no encotrabamos toda la familia al fresco, contaba esas historias sobre Los Macabeos, que decia estar poseidos por esos poderes Celestiales.
Pero vamos a pasar a la parte mas oficialista de este movimiento haciendo una introducción de quienes fueron realmente y presentar un caso sucedido en Castro del Rio, mencionado en La Historia de los Heterodoxos Españoles.
- Los alumbrados fueron un movimiento religioso español del siglo XVI en forma de secta mística, que fue perseguida por considerarse herética y relacionada con el protestantismo. Tuvo su origen en pequeñas ciudades del centro de Castilla alrededor de 1511, si bien adquiere carta de naturaleza a partir del Edicto de Toledo de 1525.
Los alumbrados pueden englobarse dentro de una corriente mística similar desarrollada en Europa en los siglos XVI y XVII, denominada iluminismo que no debe ser confundida con la secta de los iluministas bávaros(o illuminati), ni, evidentemente, con la Ilustración. Es muy habitual utilizar el nombre de iluminista como sinónimo de alumbrado. También se utilizó en la época el nombre de dejado.
Los alumbrados creían en el contacto directo con Dios a través del Espíritu Santo mediante visiones y experiencias místicas, lo cual llevó a la Inquisición Española a promulgar al menos tres edictos en su contra. Algunos místicos como Teresa de Avila fueron inicialmente sospechosos de pertenecer a los alumbrados.
- La referencia que encotramos es la siguiente:<<>><< En Castro del Río, una beata de hábito carmelitano refirió muy en secreto a su confesor cierta revelación que había tenido, según la cual él y ella debían morir a la semana siguiente, acompañando su tránsito grandes prodigios. Él lo tomó tan de veras, que repartió cuanto poseía y divulgó el milagro, haciéndoselo creer a la marquesa de Priego, que mandó retratar a la beata y fue en persona desde Montilla, con su nieto y heredero de su casa, a presenciar aquellos asombros. >>

Esta noticia la cuenta D. Juan de la Sal. Obispo de Bona en unas cartas dirigidas al Duque de Medinasidonia el 21 de julio de 1616.
Y que encotramos integra en Las Curiosidades Bibliograficas, colección escogida de Obras raras de Amenidad y Erudicion.
<< En Castro del Rio, lugar del estado de Priego, del obispado de Córdoba, una beata, moza carmelita, fué en pocos dias de hábito entrando con Dios nuestro Señor en tanta familiaridad que no habia entre ellos cosa parrtida, como dicen. Conversaba con él como un amigo con otro, y como buena hija daba cuenta de todo su interior al fraile, su confesor, hasta que de lance en lance vino a certificarle en gran secreto de-que babia tenido expresa revelacion de que a los diez dias de marzo que pasó, en que la iglesia de Córdoba celebra la fiesta del santo Angel de la Guarda, la llevaria el Esposo para si, y que siete dias antes puntualmente le daria un dolorde costado, de que al sexto, desahuciada de los médicos, la olearian, y al punto del amanecer de la mañana siguiente, que seria el seteno de su mal y el último de su vida, le saldrian a los piés y manos y costado visibles las llagas de Cristo crucificado, y no le saldrian antes por excusar que se viesen al tiempo de darle el santo óleo; y que serian tantos y tales los milagros que Dios obraria por medio de las reliquias de su cuerpo, desde el momento que espirase, que no la enterrarían con el oficio ordinario de difuntos, y antes que el año se cumpliese la beatificaría el Padre Santo. Finalmente, que le decia el Señor que hiciese tres retratos suyos: el uno para enviar á su santidad, el otro para su majestad, y el tercero para poner en el altar de la iglesia donde estuviese su cuerpo. El confesor, oyendo estas maravillas, entró en deseo de acompañar a la Santa; y pidióle encarecidamente que alcanzase de Dios que lo llevase consigo. Pidiólo, y tuvo revelacion de que su padre espiritual la segui ria cinco dias despues de su muerte. El, lleno de alegría con esta buena nueva, repartió liberalisimamente cuanto tenia en su celda. Comenzó á predicar aquellos dias con increible fervor, y hacia extraordinarias penitencias por disponerse mejor. Todo esto estuvo secreto entre los dos hasta que, Ilegado el dia señalado, en que el dolor de costado habia de darle á la beata, y dándole con efecto, le pareció al confesor que era bien, siendo el negocio ya seguro, dar parte á su provincial y á alguno de los mas autorizados religiosos de su órden, y aun de otras que estaban en la comarca, para que todos viniesen, como ‘vinieron, á ser testigos de aquesta maraviIla. Dió tambien cuenta a los marqueses de Priego, que por su devocion, pagaron luego al pintor para que hiciese los tres retratos; y la Marquesa madre fué en persona a Castro del Rio, desde Montilla, llevando al nietecito, heredero de su casa, que es tambien mudo, como el padre, con esperanza de que haria la Santa algun milagro. No debió el padre confesor de dormir mucho aquella noche; y antes que Dios amaneciera fué en busca de las llagas, que era la señal que había dado la Santa. Pero no quiso Dios que las hallase, de que quedó medio atónito. Juntó luego a los padres, y dióles la negra nueva de que no babia rastro nl pensamiento de llagas; con que comenzaron á entrar en sospecha de que podria todo no ser agua limpia. Juntóse á esto que una persona grave, á quien la enferma habia entregado gran cantidad de papeles cerrados y sellados, escritos de su mano, con órden de que en ninguna manera los abriese hasta despues de su muerte, porque era esta la voluntad del Señor, entró en curiosidad de que por dicha estos papeles le darian luz de la verdad o vanidad del negocio; y así, se encerró á solas, y abriéndolos, batió por cabeza de proceso que en tal dia y á tal hora le había mandado el Señor que abriese aquellos papeles en manos de Fulano, que era gran siervo suyo, por su mucha virtud, muy agradable á su divina Majestad. No hubo leido estas palabras, cuando volvió como un rayo adonde estaban los demás, y habiéndose las leido, les dijo, lleno de celo: «Padres mios, todo es vanidad; porque para mayor confusion mía, el dia que dice ella que Dios le dijo que yo le era agradable, fué cierto que estaba en su desgracia, y lo habia estado y lo estuve algunos días antes y despues. Acabaron con esto de persuadirse á que era llusion o fingimiento cuanto decía la beata; y así, acordaron prudentemente que luego se le dijese, por el riesgo en que estaba de morirse, que si habla engañado fingiendo todo lo dicho, pidiese perdon á Dios, y se confesase de todo con arrepentimiento; y si habia sido engañada del demonio, tambien reconociese y confesase su culpa de haber sido frágil en creerlo.

domingo, 13 de septiembre de 2009

La Muerte de un Guerrero




En memoria de mi amigo Minuto, compañero de tertulia, vino y chinos durante muchos sabados.

LA MUERTE DE UN GUERRERO.


En el ejercicio de mi profesión, que por entonces era la de guía y protector de mercaderes por esta zona de la Betica hacia el mar, tuve la suerte de escoltar una caravana de aceiteros que viajaban hacia el puerto de Gadir, digo la suerte, por que en ella me encontré a un viejo amigo. Los dos habíamos servido en la gran hueste libertadora de la península Ibérica.
Nos costo reconocernos, pues ahora, aunque había pasado poco tiempo, nuestro aspectos había cambiado, al menos en lo superficial. Nos habíamos arreglado el pelo y nuestro ropajes a modo de túnicas (no eran del mismo material que la de los romanos, pero se les iban pareciendo en las hechuras), la ausencia de brazaletes y símbolos, nuestro calzado muy perfeccionado en forma de sandalia y un brillante medio casco de cobre, muy diferente a los oscuros de cuero que utilizábamos meses antes. Además habíamos ganado algunos kilos, que al menos en mi caso, se habían alojado debajo de mi pecho.
Corría por entonces tiempos de desconfianza y ninguno de los dos nos atrevíamos a pronunciarnos.
El caminar cansino de las mulas nos permitió en la primera jornada observarnos y recopilar detalles. Las formas de montar y desmontar, el descubrimiento de vez en cuando de una cicatriz, el manejo de arreos y armas (aunque estas fueran ahora mas cortas y ligeras), y sobre todo por el estado de alerta que demostrábamos, aunque nos encontráramos en un territorio pacificado.
Llegada la noche, nos dispusimos para que en la hoguera cayéramos juntos, y así fue, solo nos hizo falta el resplandor del fuego en nuestras caras y la carencia de esos disfraces de latinos para sentirnos como antes.
Fuimos guerreros en el ejército de Viriato, bajo el mismo estandarte. El de El Jabalí.
Hablamos toda la noche del pasado y de cómo caímos en desgracia.
Era inevitable que saliera su nombre. Castúlo.
Solo nombrarlo, me abordó, invitándome a realizar los ritos funerarios la noche siguiente. Sabíamos los dos, que de no hacerlo, jamás descansaríamos en paz.
Pocas horas después retomamos la marcha, nuestros ojos no demostraban cansancio ni falta de sueño, si no al contrario.
Durante todo el día, cabalgado juntos, fui explicándole a Obulcón de como fue mi ingreso en el ejército del Caudillo Lusitano.
Castúlo le decía, a pesar de su juventud había demostrado valentía en el campo de batalla y una gran capacidad para influir en la moral de los hombres, manteniendo el grupo del Jabalí muy disciplinado. La justicia era verdaderamente su bandera.
Esas virtudes le valieron para pertenecer al grupo de jefes de confianza.
Viriato ese invierno, se había desplazado desde Ituci hacia Almedinilla, allí decían estar los guerreros mas fieros de la betica. En su camino acampo junto a Torrepadones. Pues no podia continuar la marcha sin antes hacer una ofrenda a los dioses de este santuario.
El Jefe sabía que Castúlo era nacido en estos contornos, así que lo envió a visitar las aldeas de alrededor para captar nuevos seguidores.
Se presento una mañana y reunió al grupo de ancianos que dirigían esta ciudad. Estos dieron la autorización, se entrevisto con los jóvenes de la comarca; yo lo conocía por haber jugado de pequeño con el. La diferencia de edad podría ser de un año, pero su cuerpo curtido en la batalla le daba un aire de más mayor.
Sus dotes de convicción y su cualidades organizativas le valieron para regresar al campamento de Viriato con una treintena de jóvenes entre ellos iba yo. Todos hambrientos de lucha por la libertad, máxime cuando los ibéricos habíamos gozado históricamente de ella.
A la llegada al campamento nos indico que podríamos unirnos al grupo que quisiéramos, casi todos se dejaron influir por los reclamos, plumas de colores y pieles colgaban alrededor de cada estandarte; yo me quede en su grupo más bien por amistad. Su estandarte era el menos llamativo, tan solo la figura de un jabalí, de este solo era llamativo los grandes colmillos del marrano.
Al lado de este grupo se encontraba una tienda bastante humilde. De ella salio un hombre. Se dirigía a darse un baño en la fuente sagrada que había debajo del santuario.
Ese es Viriato, me comento Castúlo. Se estaba preparando para ofrecer su vieja yegua en sacrificio a los dioses. Castúlo me invito a mí y a Obulcón a pertenecer al grupo de los invitados a la ceremonia.
La sacerdotisa abrió en canal a la vieja y valiente yegua, metió las manos en las entrañas sacando en cada una de ellas un corazón.
Antes que la imaginación de nosotros volara y la sacerdotisa interpretara aquello como un mal presagio, Viriato con un gesto, dio por finalizada la ofrenda se levanto y dijo en voz alta “Todos los Guerreros ibéricos tenemos dos corazones”.
Al día siguiente Viriato llamo al grupo del jabalí, y nos comunico la noticia de un emisario.” Cartago ha caído, ahora toda la presión de los romanos caerá sobre nosotros”.
La guerra se endureció, ahora los únicos momentos que tenia para hablar con Castúlo, era en nuestro descansos nocturnos delante de la hoguera. Desde allí veíamos arder las piras funerarias de otros guerreros. “Cada tribu Véntipo tiene unas creencias me decía, unas enbardunan el cuerpo con aceites y perfumes, otras queman el cuerpo junto a sus armas, los Vastures recogen las cenizas y las entierran en urnas, pero pienso yo, que lo importante es el recuerdo, el olvido es nuestro peor enemigo”. Pese a nuestra juventud habíamos visto caer a muchos en la batalla, aunque siempre nos causaba tristeza, aun más cuando era uno de nuestro grupo o de nuestro pueblo. Me dijo para que no me sintiera deprimido, cuando era yo el que daba muerte, que los invasores no tenían alma, que ellos rendían solo culto a su cuerpo, así que cuando morían frente a ti , se acababa su existencia.
Pocos meses antes rendimos honores a uno de los guerreros de nuestra ciudad, Carbuló, lo hicimos a nuestra manera con poca ceremonia; y como siempre recordando sus hazañas.
Pocos días antes del desastre final, andábamos desorganizados, sin tregua para recomponernos por culpa de la Legión X. Nos enteramos Obulcón y yo de tu suerte, nos invadió una tristeza que no pudimos asimilar por culpa de la lucha, no teníamos tregua. No pudimos recoger tu cuerpo ni los despojos de nuestro ejército. Viriato había muerto, y no conseguimos recuperarnos. Después de tantas Victorias, tuvimos que soportar la gran derrota.
Nos alejamos un poco del grupo, y arropando unas cuantas hojas hicimos una pequeña candela y arrojamos en ella nuestros amuletos, no había difunto, ni armas, tampoco ninguna tribu velando el cuerpo, pero yo sabia, que esa poca cantidad de humo era suficiente para ayudar a su espíritu a viajar junto a sus antepasados...


Hoy nos encontramos de nuevo dos viejos amigos. Sobreviviendo de la mejor manera, que es adaptándonos a los nuevos tiempos, ahora conocemos algunas palabras en latín. Pero te rendimos los Honores más arcaicos y los que más te gustaban. La Supervivencia de tus hazañas.
Diego L. Urbano Mármol
Nota: Cuando hago referencia a dos corazones, tambien trato de recordar a Vanesa, su hija. Juntos iniciaron el viaje, para encontrarse con sus antepasados
El otro guerrero muerto(Carbuló) es Vicente Ortiz(el último bohemio de este pueblo) fallecido unos meses antes.



Preparados despues de la Victoria para el reparto de un Botin de Guerra(en este caso fue un pleno al 15 en la quiniela)

sábado, 20 de junio de 2009

La detectoafición herida.

Estar en posesión de un detector de metales no debería ser sinónimo de nada, únicamente demuestra que el propietario es detectoaficionado. Tener un cuchillo jamonero en la cocina no implica a su propietario en un asesinato, ser propietario de un automóvil no sugiere que el conductor sea un temerario y tener licencia de armas no significa que este va a utilizarla para un atraco, una matanza o para la caza de especies protegidas.
Un detector de metales no es nada más que un aparato de rastreo que emite unas ondas electromagnéticas y al entrar en contacto con un metal a unos 20 o 30 cm. emite una señal que asegura un blanco metálico, nunca de otro material (piedra, cerámica etc.).
Es cierto que para alcanzar la pieza que señala el aparato hay que hacer un pequeño agujero y no podemos adivinar que nos vamos a encontrar en el, podría ser un anillo de oro actual o una moneda de 300 años atrás. La ley para los dos casos es igual, hay que entregarlas, por no ser nosotros los propietarios. Todo lo que es encontrado tiene que ser declarado sea casualmente o con detector y todas las clases de objetos sean antiguos o actuales.
Hasta hace pocos años el uso del detector de metales ha gozado de cierta impunidad o permisibilidad. El Detectorista casi siempre ha ido unido al amor por la arqueología y de sus fuentes han bebido numerosos historiadores, arqueólogos y museos.
El auge del coleccionismo en las últimas décadas ha propiciado el aumento de dichos aficionados, estos han topado de lleno con una creciente mentalidad conservadora y una arqueología más profesional que no permite intrusos sin cualificar.
El hoy entredicho “Coleccionismo” comenzó en el Renacimiento y gracias a él han llegado a nosotros millones de obras de arte (el coleccionismo español ha evitado la salida al extranjero de millones de piezas).
La inmensa mayoría de los mapas locales de yacimientos están elaborados por estos aficionados y muchas de las piezas que se encuentran en los museos locales han sido aportadas por este colectivo.
Pensar que pasear el aparato por una tierra de labor (el 90% de nuestro término es así), donde la tierra ha sido movida miles de veces y volteada con arados de más de un metro, con suelos muy erosionados por culpa de las escorrentías, las nuevas formas de laboreo, y encontrar una moneda, es saquear un yacimiento y romper los estratos además de mentira es una locura.
Igual que utilizar el término “Expolio” por sacar un botón de quinientos años que por destruir un palacio Imperial de época Romana.
Viendo el trato que ofrece la administración al patrimonio siempre hemos pensado que estábamos recuperando y conservando más que destruyendo.
El titulo de este artículo viene al hilo de otro llamado La arqueología herida de Ignacio Rodríguez Temiño donde señala entre otros a los principales causantes del expolio del patrimonio Español; primero al Estado con la construcción de grandes obras públicas segundo a las administraciones locales y tercero a los detectoristas junto a las excavaciones clandestinas.
¿Prefieres que se destruya en el campo antes de caer en mano de un particular? Les gusta seguir pensando que el único enemigo de estos yacimientos dispersos somos los detecto aficionados e intentan ignorar otras actividades (“Eres mía o de nadie”).
Pero por fin el “Patrimonio Andaluz está salvado”, la nueva ley (14/2007) en defensa del Patrimonio aprobada el 26 noviembre del 2007, prohíbe el uso de detectores de metales en todo el territorio Andaluz, salvo con permiso de las delegaciones provinciales de cultura.
Las cartas de las Asociaciones de detecto aficionados (representan a miles), antes de la nueva ley al defensor del pueblo Andaluz pidiendo una regularización, aunque han tenido respuesta no han servido de nada. Los permisos que se están pidiendo en las diferentes provincias no están siendo respondidos. Y, es que la nueva ley redactada por verdaderos Talibanes de la arqueología, no han dejado la puerta abierta para el entendimiento.
Así que en España no todos somos iguales al tener en otras comunidades leyes más permisivas. Igual pasa en el conjunto de Europa. En Inglaterra por ejemplo es legal buscar restos Arqueológicos incluso en yacimientos.
Recordar la frase aquella de Pedro Pacheco en estos casos no nos saca de nada, pero hoy los aficionados a la detección nos sentimos delincuentes indefensos , mientras alguno por 25 asesinatos pasan 18 años en la cárcel, siete meses y veinte días por cada uno de ellos.


Diego Luís Urbano Mármol
Ex aficionado.

lunes, 15 de junio de 2009

SORICARIA


Soricaria. El preludio de una gran batalla


En memoria de Manolo Carrilero.

Diego urbano Mármol

Corría el año 46 a.C. y la República Romana se encontraba herida de muerte. Julio César ultimaba los preparativos para proclamarse dictador. Pero a muchos kilómetros de Roma, y a pocos de Castro del Río, se producen acontecimientos que al gran Julio empiezan a incomodar.
Su último gran rival, Pompeyo Magno, había caído derrotado poco antes en la batalla de Farsalia. Sus hijos y lo que quedó de su ejército viajaron hacia España donde aún quedaban bastantes partidarios de la causa pompeyana.
Lo que hasta entonces habían sido pequeñas escaramuzas de un grupo de adeptos a la causa, ahora se había convertido en un gran problema para César, ya que habían conseguido formar un ejército con trece legiones, doce mil hombres de infantería ligera y un cuerpo de caballería, en total cerca de ochenta mil hombres; encabezados por Cneo y Sexto Pompeyo, Labieno, viejo cabecilla pompeyano, y Attio Varo, traidor de César.

Viendo César que toda la Hispania se le levantaba, se vio obligado a poner cartas en el asunto. Abandona los temas políticos y organiza su viaje a España. Desde Roma y con un ejército de soldados jóvenes llega a la ciudad de Obulco (Porcuna) en tan sólo 27 días. Porcuna le sirve como campo para organizar la campaña y constituir su nuevo ejercito con el personal reclutado.

Desde los primeros enfrentamientos, a principios de Enero, hasta su culminación, el 17 de Marzo en la batalla de Munda, el escenario para albergar a estos dos ejércitos, que suman cerca de ciento veinte mil efectivos, se sitúa según las crónicas en un círculo de treinta Kilómetros alrededor de Montemayor. A nosotros nos resulta estrecho y agobiante.

No es nuestra misión situar el “campus Mundensis”, rompecabezas imposible de construir si tenemos en cuenta que no existen apenas estudios arqueológicos en esta zona de la campiña cordobesa para ir colocando las piezas que nos faltan.
De las propuestas que se disputan la ubicación de la llanura de la batalla y de la ciudad que le da su nombre, la de Montilla (Córdoba)–Llanos de Vanda y Lantejuela (Sevilla)–Llanos del Águila, es la segunda la más defendida actualmente. Hipótesis avalada por una serie de hallazgos, como es el de un pasador de plata con el nombre A. Varo (lugarteniente de Pompeyo, que murió en el último combate), o son los restos de material de guerra (proyectiles de plomo para ondas). Además si, según una interpretación del capitulo 41, para asediar Urso (Osuna) los cesarianos fueron a por madera a Munda, ésta debía estar cerca de Osuna. Aunque también podríamos pensar que se desplazaron a por material de madera ya construido utilizado en el asedio a la ciudad de Munda, valiéndole la pena alejarse más y no tener que volver a construir. De manera que seguimos sin encontrar el lugar por ser insuficientes estos datos.

Por otro lado si observamos el mapa editado en “La Historia de España”, de Menéndez Pidal, vemos que para situar la ciudad de Munda en Montilla, muchos emplazamientos mencionados en el “Bellum Hispaniense” quedan en interrogación, como es el caso de Ventipo, que el autor lo sitúa cerca de Nueva Carteya y hoy se sabe que se encuentra en Casariche (Sevilla). César cuando se dirigió a Munda desde Ucubi (Espejo) pasa por
Ventipo, de manera que los Llanos de Vanda quedan descartados.

Posiblemente ninguno de estos lugares corresponda a la verdad histórica y convendría buscar su emplazamiento en otra zona de la provincia.
Entre osuna y Córdoba, marcando una línea, estaría Munda. Pero siempre más cerca de nuestra capital, ya que, fue el lugar donde se refugió el grueso del ejército vencido.

Mientras no aparezcan datos que lo demuestren se situará esta batalla según convenga al historiador de turno. Este pasaje es el más confuso del “Bellum Hispaniense”, así que nos vamos a centrar en el primer escenario, Llanos de Vanda, que es el más claro, y por cercanía, el más interesante para nosotros.

César viaja hacia la provincia de Córdoba, su primer acto es intentar levantar el cerco a Ulia (Montemayor), la única ciudad fiel que le quedaba y que se encontraba sitiada por Cneo Pompeyo. Manda a cinco mil quinientos infantes y otros tantos jinetes.
Él mientras se dirige hacia Córdoba con una doble intención, intentar tomarla para montar allí su centro de operaciones resguardándose del duro invierno y obligar a Cneo a mandar ayuda a su hermano Sexto que tiene tomada la capital. César consigue que
Cneo baje la presión sobre Montemayor y ésta es liberada junto a las tres legiones que la defendían.

Sin embargo, Córdoba, con un gran recinto amurallado, se le resiste y sus adversarios, en espera de que la falta de recursos derrote a los cesarianos, no le plantan batalla. César quiere acabar esto cuanto antes, se encuentra cansado y enfermo en una tierra muy hostil.

Julio César descubre que los pompeyanos tienen un importante reducto a pocos kilómetros y aunque bien fortificado, sus silos guardan grandes reservas de trigo. Con el asedio a Ategua comienza la segunda etapa más importante de la guerra. César se apresura a levantar dos campamentos, uno frente a la apetecida plaza y otro que conocemos por “Castra Postumiana” – en una eminencia situada ventajosamente a cuatro millas del principal llamado el campo de Postumio–.
De modo que, de ser ciertas las distancias, no podemos situar este campamento en Castro del Río como alguna vez se ha hecho.

De nuevo a César se le resiste otra población que tiene un gran continente de soldados pompeyanos.
Pero Cneo comete un fallo, confiado en su fuerza, no acude de inmediato en defensa de los sitiados y cuando lo hace, Ategua se encuentra totalmente cercada. Monta su campamento a dos millas del de César y continuamente intenta romper el cerco, pero la caballería cesariana se lo impide, Ategua queda aislada de Córdoba y no puede recibir ayuda desde el exterior.

Comenzamos a ver una guerra en Ategua donde se utilizan toda clase de estrategias hasta el final de la contienda: el material de guerra más sofisticado, espías que se hacen pasar por esclavos viajando de un campo a otro, los conflictos con los soldados y el uso de la población civil en el interior que, presionada por los de uno y otro bando, hace que la convivencia sea impracticable. Además de otras armas psicológicas, como los asesinatos de gente inocente para escarmiento de otras ciudades. El aumento de partidarios de la causa cesariana y la falta de ayuda por parte de los pompeyanos motivará que la ciudad se rinda y abra sus puertas a César el 19 de Febrero del 45 a.C., siendo aclamado como Emperador.

Después de la pérdida de Ategua, César obliga a Pompeyo a maniobrar aguas arribas del Guadajoz para ir arrebatándole progresivamente el control de las plazas fuertes y obligarle a entablar batalla. Se centró en Ucubi (Espejo), Pompeyo dispuso que se fortificase bien la plaza y se construyesen fuertes en todos los alrededores.
Para no caer de nuevo en el mismo error mandó averiguar quienes eran partidarios de César dentro de la ciudad, días más tarde ordenó degollar a sesenta y cuatro personas que se decían afectas al partido de César, ciento veinte lograron huir.

A los pocos días César llega a Ucubi –siempre más inmediato al enemigo y empezó a levantar una línea hasta el río Guadajoz– ¿Sería un atrevimiento situar Ucubi en un punto diferente al actual Espejo? Las distancias me hacen pensar que si el campamento de César estaba muy cerca de Ucubi, construir una línea (de trincheras y empalizadas) hasta el río, conociendo el terreno, sería una obra faraónica e inútil.

Sabemos que Pompeyo después de levantar campo en Ucubi volvió y mandó incendiarla. ¿Podría estar levantado el actual Espejo sobre Aspavia? –viendo Pompeyo que se le cortaba la comunicación con el fuerte de Espejo, distante cinco millas de Ucubis– (el fuerte de Espejo se refiere a Aspavia). El trabajo se realizó –Estando los nuestros ocupados en la obra salieron gran número de enemigos y recibieron una gran descarga de dardos– ¿Estaría Ucubi más cerca del Guadajoz, a cinco millas del actual?

Me resulta difícil creer que nuestro pueblo quedara fuera de esta guerra, bien amurallado y con la cantidad de silos que encontramos alrededor, debía ser atractivo para ambos. Está casi demostrado, a falta de estudios arqueológicos, que en la zona donde hoy se encuentra el cementerio y toda esa loma, existió un campamento, lo que no sabemos es a qué causa seguía quien lo ocupó, aunque históricamente se ha venido defendiendo que a la cesariana.

Contando con los datos que nos ofrece el “B.H.” podemos afirmar que Soricaria se encuentra en el actual Castro del Río (algunos la han situado en Iznajar y Monturque, pero estos quedan muy lejos del contexto).

A primeros de Marzo ocurren hechos muy importantes que obligan a los hijos de Pompeyo a trasladar el escenario lejos de esta parte de la campiña que le está siendo tan desfavorable.

La batalla de Soricaria

El cinco de Marzo se encuentran los dos ejércitos junto a Soricaria, su fortificación le sirve a César para asegurarse la retaguardia. El ejército pompeyano se encuentra entre Castro del Río y el campamento principal de César, siendo descubierto por el ejército de éste que comienza a abrir trincheras para cortarle la ayuda desde Espejo, viéndose obligado Pompeyo a dar batalla. Tiene que salir a toda costa del valle del Guadajoz, está desprotegido, el llano hace la batalla ventajosa para César; así que busca una zona más elevada, teniendo que pasar por un paraje nada propicio. Los dos se dirigen a ocupar la misma altura.
Aunque Pompeyo consigue situarse en un altozano y protegerse. En su salida del llano en desbandada sufrió mucho daño. Su suerte fue que cayó la noche, sino, no se hubieran salvado. En el campo de batalla quedaron muertos trescientos veinticuatro soldados de infantería ligera, ciento treinta y ocho legionarios, además de otros muchos cuyas armas y despojos se llevaron a los reales.

El seis de Marzo Pompeyo volvió a Soricaria, de nuevo rehusó el combate no sin antes sufrir numerosas bajas.
Este día hubo un duelo que prefiero mostrar completo:

XXV. Al día siguiente, habiendo venido al mismo paraje sus partidas de a caballo, hacían lo mismo que oirás veces, pues nadie sino la caballería tenía ánimo para presentarse en terreno igual. Estando los nuestros ocupados en los trabajos, empezaron las tropas de a caballo a tener algunas escaramuzas, y juntamente los legionarios con grandes voces, como pidiendo lugar; de modo que acostumbrados a seguir a las partidas de caballos, se podía pensar que venían dispuestos a la batalla. Salieron los nuestros bien lejos por un hondo valle e hicieron alto en la llanura en terreno igual. Mas ellos sin duda no se atrevieron a bajar a campo raso, sino Antistio tarpión, que fiado en sus fuerzas entró en la presunción de que no había en el campo contrario quien le pudiese hacer frente. Aquí se vio, como dicen, el combate de Aquiles con Memnón. Q. Pompeyo Niger, caballero romano de itálica, salió de nuestro ejército a sostener el combate. Como la ferocidad de Antistio había llamado la atención a todos, aun de los que estaban en la obra, los dos ejércitos se pusieron a ver esta batalla singular. Era dudosa la victoria entre los dos campeones; y así parecía que su combate iba a decidir la suerte de los dos ejércitos. Tan deseosos y afectos cada uno al de su partido…. (Parte del texto perdida en el tiempo)… tenían divididas entre sí la voluntad de los experimentados y de sus favorecedores.
Entraron en la llanura con brioso ademán para combatirse, ambos cubiertos con escudos muy relucientes y hermosísimos por el grabado. Cuya batalla se hubiera concluido luego, a no ser que la infantería ligera, que como dijimos estaba no lejos de los reales, para sostener a su caballería... (Parte del texto perdida en el tiempo)…. Al recogerse nuestra caballería al campo, partieron en su seguimiento los contrarios con demasiada codicia. A este tiempo, levantando los nuestros el grito, cerraron todos con los enemigos, que poseídos del miedo, y puesto en fuga, se retiraron a los reales con pérdida de mucha gente.
Mi opinión es que Cneo Pompeyo pensó dar allí la batalla final y viendo que este paraje le desfavorecía se retiró.
Por demostrar tanto valor ese día, César regaló a la centuria de Casio trece mil sestercios, dos collares de oro al capitán y diez mil sestercios a la infantería ligera.
Contaba un esclavo que se había pasado al campo de César que desde ese día las tropas de Pompeyo habían cogido mucho miedo y que Attio Varo andaba reforzando todos los fuertes. Debió ser así porque las deserciones comenzaron a ser muy numerosas.
Cneo Pompeyo levantó el campamento de Espejo dejando una guarnición y situándose en el lugar donde se produciría la batalla definitiva. César le siguió, estaba en desventaja, pero decidió entablar batalla y dice Floro –pudo leerse el pensamiento de la muerte en su rostro–, imploró a los Dioses que no le hicieran perder en una sola batalla el fruto de tantas victorias. Los dioses lo escucharon.

César comentó: –A menudo he combatido para conseguir la victoria, hoy por primera vez, he luchado por mi vida–.

Derrotados los hijos de Pompeyo cayó también la República Romana. Cayo Julio César regresó a Roma para proclamarse emperador, pero la gloria le duró poco y antes de cumplir un año de la victoria murió asesinado. El divino Julio, ante Munda, cuando se estaba talando un bosque encontró una palmera y mandó conservarla como símbolo de la victoria; de ella nació al poco tiempo un retoño que creció rápidamente, de tal manera, que no sólo igualó al árbol madre, sino que la superó y dicen que por este prodigio decidió que su sucesor fuera el nieto de su hermana, Octavio Augusto, que lo había acompañado durante toda la campaña. Éste llegó a sucederle pero tuvo que utilizar otros métodos, no bastó con la voluntad del Gran César.

Nota: “El Bellum Hispaniense no nos cuenta la realidad de lo acontecido, no es un trabajo imparcial, el autor era partidario de César. En la batalla de Munda se cuentan treinta mil bajas de Pompeyo frente a mil de César, datos poco creíbles. ¦

sábado, 13 de junio de 2009

El Padrino

EL PADRINO





Si algo me gusta de este pueblo, es la cantidad de recursos susceptibles de ser explotados económicamente. Uno de ellos, en lo concerniente a los de la Historia, se nos muestra casi virgen en su explotación, poco se ha hecho y con excaso beneficio para Castro del río.
Me refiero a la leyenda que existe en la localidad sobre Cervantes y su obra más importante, El Quijote.
Mucho antes, de escuchar el concepto de Turismo Rural, ya se contaba que Miguel de Cervantes estuvo parando aquí, en una Posada, situada en la Cuesta de los Mesones, donde hoy esta construida la Plaza de Abastos; Que fue encarcelado por problemas del cobro de tributos a la Iglesia y que además tuvo un idilio con una mujer castreña, del cual nació un hijo (1).
Podemos afirmar al menos que no es invención actual para el aprovechamiento de esta maquinaria; como se está haciendo en otros lugares.
Documentalmente poco sabemos de estos hechos, tan solo se da por demostrado por los Cervantistas oficiales, que Miguel de Cervantes estuvo en Castro del Río y quizás preso. También es cierto, que de este personaje tan importante de la literatura Española, tenemos poca información de su vida e inexistencia de manuscritos, por no tener, no tenemos ni siquiera un retrato oficial , y si de escritores menos famosos de su época. La historia ha tratado muy mal el patrimonio de Cervantes.
Dice el padre de la Arqueología moderna, en España, el Profesor Martín Almagro en su libro Introducción al Estudio de la Prehistoria y de la Arqueología de Campo, qué unas de las fuentes en la que debe basarse un historiador, para interpretar algún periodo, son los Mitos y Leyendas; estos recursos no siempre claros, proyectan alguna luz.
Con estas cartas jugamos los castreños. A mi entender son todos ases, pero los damos como si fueran sotas.
No nos debemos sentir avergonzados, por demostrar ser Localistas empedernidos. Defendiendo nuestra leyenda. Incluso estamos obligados a exagerarla. Esto es verdad y punto. Ya vendrá, algún oficialista a intentar derrumbar nuestra teoría, pero nosotros ni caso.
Está claro que la ubicación de ciertos hechos históricos, de gran relevancia, por parte de historiadores e investigadores; se basa muchas veces, más en cuestiones políticas, sociales y económicas, que en la propia realidad geográfica. Convirtiéndose estos Magnates Intelectuales, en verdaderos Especuladores de la Historia.

Pongamos como ejemplo, la nacionalidad de Colon y donde están enterrados sus restos.
En Barcelona se realiza una búsqueda de familiares de Colon por medio de pruebas de ADN, tomando saliva a personas con apellidos relacionados con Columbus. El resultado de ante mano se conoce, “Flash Informativo”.
En cualquier lugar y con otros personajes, se lanzan campañas publicitarias con más resonancias informativas, que por ejemplo realizar un Congreso.
Pero este caso, para mi no criticable sino imitable, nos conduce al camino que debemos tomar en bien de nuestro pueblo y de su patrimonio (no podemos amilanarnos por otros sitios con mas potencial económico e imaginativo).
No hemos hecho nada por defender la estancia de Cervantes en Castro del río. Salvo poner su nombre a una calle, que es sin duda sumar una mas a las que ya hay en el territorio Nacional. Colocamos una estatua de un ¿Aceitunero? en el lugar mas visible de nuestro pueblo; y a lo mejor debería haber sido la de Cervantes (no critico ni la que hay, ni al autor; el mismo podía haberla realizado. Es cuestión de encargos).
Las visitas de Cervantes a Castro del Río oficialmente fueron dos, pudieron existir muchas mas, pudo ser que lo eligiera por alguna razón importante; que luego trataremos, utilizar Castro del Río como centro de planificación para sus numerosos viajes por los alrededores.
Lo mismo pasa con su obra mas importante El Quijote, se ha hecho poco caso a sus personajes, una figura del Hidalgo en un lugar poco visible y nada mas.
Y aquí si que nos podíamos explayar, que si se inspiro para su personaje principal en un aceitunero con sus varas, montado en un caballo enclenque, que la idea de Sancho la aportó, uno de tantos arrieros que paraban por esos mesones, que Dulcinea era ese amor que dejó en este pueblo. En esto nadie nos puede contradecir por que aquí cada uno tiene su hipótesis.
Igual que en algunos hechos y lugares. La frase “Con la iglesia hemos topado”, claramente hacia referencia al encarcelamiento y excomunión que le propino la iglesia castreña. Los molinos de vientos, son un fiel reflejo a las Norias Castreñas. Sus chirridos quedarían para siempre grabado en la mente de Cervantes.

Y por qué, Castro del río supone más que otros pueblos para la vida y obra de Cervantes, en otros también se encontró con un montón de problemas. Pués la base más importante es la Leyenda, que forma parte del patrimonio de nuestro pueblo; y no debemos permitir que sea expoliado. La de su aventura con una mujer castreña, ya sea la mujer del sacristán o la hija del posadero, con la que llego a tener un hijo. Y esa es nuestra mejor baza para defender el binomio Castro del río- Quijote.
A Cervantes se le conoce dos hijos, además, los dos fuera del matrimonio. Lo que demuestra, que su moralidad ante este tipo de acciones le preocupaba poco.
La relación con su esposa fue distante, y eso se nota en la poca o ninguna notoriedad que le dio en sus obras. Tambien ahí, desmostramos, que no siempre escribio de personas que participaron en su vida.
La leyenda aquí es bastante parca en explicaciones, no sabemos que fue de ese niño; incluso siempre hemos pensado que seria varón; seguramente esta mujer castreña salvo su honor casándose con alguien que lo apadrino.
Esta es, para mi; la línea mas importante a estudiar y la mas abandonada, por los Cervantista, que quieran completar la biografía de Don Miguel...
Creo que deberíamos crear una asociación o sociedad, con participación publica-privada y ejecutar una batería de acciones. Se podría crear una marca de aceite de oliva con el nombre ejpl Cervantito, un vino, un premio, un trofeo; en gastronomía un plato a lo Cervantes, ejemplo. Arroz con bacalao y chorizo (por cierto muy Castreño. Si del bacalao ponemos las “quijá”, dará más sabor). Fomentar lugares como el de Manjares Cervantes (hoy se encuentra cerrado, pero muy buena idea), una ruta guiada con placas por la villa, La Iglesia de la Asunción, La plaza de Abastos, lugar donde ya hubo una (¿Desaparecida?) y no se ha repuesto o el llano San Juan, donde la Leyenda sitúa la cárcel. Los sobres de correos que salen de Castro podrían llevar un membrete. Poner símbolos en la hosteleria y miles de cosas más.
Pero lo mas importante es buscar un PADRINO, un historiador o algún escritor sobornable literariamente, que apoyara esta tesis, aunque para eso pagáramos nosotros la edición de su libro (cuanto más prestigio tenga mucho mejor), nos pondríamos en contacto para la próxima edición del Trivial, con el autor, para que una de las preguntas en Historia o Literatura. Fuera. ¿Dónde comenzó el Quijote? - Respuesta * en Castro del Río. Previo pago de su importe, claro está. Y muchas actividades más que irán surgiendo.
Además debemos contar con las “Casas Castreñas” en otras provincias, sus componentes podrían ejercer de embajadores, para eso no se puede dudar y seguir contando “dicen que Cervantes estuvo preso en mi pueblo, tuvo un hijo y alli comenzo El Quijote” sino que es verdad. Sin miedo a resultar cateto ilustrado .
Toda estas acciones nos darían resultados económicos, al ser el pueblo llano el objetivo de estas proclamas y dejarnos de un público Cervantino de élite como los que vinieron al Congreso. Que poco o nada nos pueden dar. Como es el caso de uno de los participantes, Daniel Eisenberg, que a parte de dadle caché al Congreso con su presencia, no nos ayuda en nada haciendo declaraciones como:
< - Castro del Río se ufana de ser nada menos que el lugar del primer encarcelamiento de Cervantes. (Peor todavía, pero esto no lo mencionan, es que allí fue brevemente excomulgado.) Se supone que Castro seria uno de los lugares de peor recuerdo de Cervantes, el fin de un viaje suyo, donde dio la vuelta para volver a Sevilla. Los castreños no se arrepienten de haberle encarcelado, sino que lo celebran. En Castro hay, desde luego, la placa conmemorativa, aunque en lugar escogido arbitrariamente, pues no se sabe donde estuvo la cárcel del siglo XVI. Y basado en su encarcelamiento, se saca la gloria castreña de haber sido en esta cárcel donde Cervantes comenzó la redacción del Quijote (tesis rechazada por todos los Cervantistas actuales).>

A lo mejor en este pueblo nadie se atrevió a comentarle a este magnate de la Literatura, lo del hijo y que es la leyenda popular, la que fija estos lugares en la geografía Castreña, sin recordarle que ya tuvimos una placa hace bastantes años.
Gracias a Castilla del Pino por adherirse a la hipótesis de algunos estudiosos como el ultimo biógrafo de Cervantes, Jean Canavaggio que sugiere que fue por entones y aquí donde comenzó a gestarse el Quijote.
En definitiva, lo que hay que conseguir es crear reclamos para que la gente visite Castro gracias a Cervantes y si no es así que la persona que venga casualmente se valla con el convencimiento que ha estado en la cuna del Quijote.




Diego L. Urbano Mármol

(1) Leyenda popular, Castro del Rio del Rojo al Negro. Francisco Merino Cañasveras pag. 47

lunes, 16 de marzo de 2009

El Quinto Pino

El quinto pino
DIEGO URBANO MÁRMOL
Iniciado el siglo XXI aparece un fuerte interés por el tema templario, gracias a la apari­ción de numerosas obras literarias.
A mí, sin embargo, el interés me vino por diferente vía. La noticia del hallazgo de un fragmento de un docu­mento templario en el que aparecía la referencia -Encomienda de Castro del Río-. Esta información me llego de mano de un viejo comerciante granadino que lo había encontrado en el derribo de una casa solariega de esa capital.
¿Los templarios en mi pueblo?.
Tanto me llamó la atención que comencé a indagar.
Lo primero que descubrí fue una inscripción en piedra de una bula pontificia sobre ciertos be­neficios al pueblo de Castro que se encuentra en el Mu­seo Catedralicio de Ceuta. ¿Por qué beneficios a este pueblo?
Hasta la desaparición de los templarios, gran culpa tuvo el papa Clemente V, esta orden recibiría nume­rosos favoritismos de la iglesia.
Son muchos los autores que ubican una Encomien­da en nuestro pueblo, otros sólo que tuvieron propieda­des. Ahora bien, el dato más fidedigno lo aporta un manuscrito de Bartolomé Sánchez de Feria , en el que hace referencia a las propiedades de la orden en nuestra villa.
Ya sabía que habían estado aquí, la cuestión ahora era descubrir como llegaron y el lugar donde se esta­blecieron. Esta encomienda, de ser cierto, se convertiría en casi única en Andalucía y la más cercana al Islam en esos años de la reconquista.
En 1236 Fernando III ocupa Cordoba, la joya del antiguo califato, repartiendo algunos meses después más de 500 kilómetros cuadrados entre las órdenes que le habían apoyado. En este reparto fueron los templarios los más favorecidos.
En 1240 Castro del Río pasó a manos cristianas bajo pacto, mante­niendo la extensión que había tenido en época musulmana. Como en la capital la mayor parte, sin duda, pasó a manos templarías aportando, a su ya rico patrimonio, una gran fortaleza rodeada de tierras muy fértiles
Castro se encontraba en vanguar­dia de los reinos cristianos frente a Granada, encontrándose en las vías de penetración de las rutas marcadas por el valle del Guadajoz. Lo que hacia necesario la presencia de estos monjes soldados acostumbrados a vivir en zonas fronterizas y de ines­tabilidad.
No conozco ningún trabajo de los realizados sobre nuestro Castillo o nuestra Parroquia que hable sobre sus orígenes templarios, sin embargo, las recientes obras de la Asunción habrían podido sacar a la luz un en­terramiento templario en uno de los laterales del altar mayor. Era costum­bre de ricos y nobles donar sus bienes a la orden para poder ser enterrados con las vestimentas del Temple.
En definitiva, continuaba sin encontrar un edificio para ubicar la encomienda al haber desaparecido todo vestigio de sus símbolos.
Buceando un poco más en las ca­racterísticas y leyendas de esta orden, en sus mitos y en su posible parte esotérica, sólo podía imaginarme un lugar. ”EL GRAMALEJO”(Agramalejo).
El caserío del Gramalejo esta situado a unos dos kilómetros del pueblo, hacia la carretera de Doña Mencía –antiguo Camino de los Si­los– y a pocos metros de las antiguas ermitas de Santa Rita y San Marcos. Enclavado en un cerro bien pronun­ciado, dotándole de un carácter vigía y defensivo.
En la ladera de este cerro se en­cuentra uno de los campos de silos mas importante de la zona y, aunque hoy están todos tapados, hasta hace pocos años se dibujaban algunos en la superficie; por la proximidad a varios yacimientos romanos hacen suponer que sean de esa época, siendo reutilizados en época medieval.
Las primeras noticias de este extraño lugar las tuve hace más de veintitantos años, las recuerdo perfecta­mente, sentados en círculo a la puerta de la casa Mendo­za una noche de verano –se­guramente imposibilitados al juego de correrías por culpa del calor– contando viejas historias. No consigo dibujar las caras de los contertulios y su situación en el corro, pero podría ponerles los nombres a todos. Eran “los de la villa”.
La primera historia hablaba de la prisión que sufrió Juana la Loca en un torreón del palacete donde estábamos apostados. Había pocos datos, pero que estuvo presa allí era seguro.
La segunda era más extensa y se acompañaba de una cantidad de datos impresionantes, además en este relato el narrador contaba con la ayuda de numerosos testigos. La casa del Gramalejo por lo visto era una casa misteriosa, habitada por duendes, martinillos o espíritus –aquí no había acuerdo general–. Los últimos propie­tarios tuvieron que abandonarla por la acumulación de fenómenos extraños, muebles que se movían, cajones que se abrían y cerraban, candiles que se encendían y apagaban, objetos que cambiaban de lugar etc. Incluso, ya deshabitada, muchas personas habrían visto, al volver del campo anocheciendo, movimientos de figuras y luces tras las ventanas.
La narración añadía que antaño fue un convento habitado por cinco monjes que fueron asesinados de forma violen­ta y por eso sus espíritus va­gan por el recinto. Estos fue­ron enterrados a los pies del cerro y para señalar el lugar plantaron un pino encima de cada una sus tumbas. Cinco pinos formando una extraña figura geométrica. ¿Un pentágono?
Otra versión decía que era un rey el que allí estaba enterrado, en la cabeza y en cada extremidad habían plantado un pino. –Yo me quedo con la primera–.
Aquella noche, como no, se orga­nizo una visita para la tarde del día siguiente.
Muchos, por lo visto, habían re­gresado antes de llegar; otros, por una apuesta, habían hecho el viaje solos; incluso uno, decían, lo hizo de noche. Pero era lógico. “Era el más valientes de la villa”. Salimos diez o doce, creo que todos íbamos armados; yo eche la mía, la del Ancla. Cogimos por el Camino de los Silos, al terminar la cuesta El Arca, ya se divisaba el edificio. Ya era imposible dejar de mirarlo. Seguía una pequeña recta y sobre la mitad, a la altura de un pilar de obra, –parte de un pórtico–, giramos a mano derecha, dejamos la carretera y entramos por un olivar en dirección a los pinos que destacaban sobre los olivos. Si pasabas de de allí eras casi un valiente.
Con graznidos nos recibieron los habitantes de un nido de grajos que había en la copa de uno de aquellos pinos, todos tragamos saliva, eso seguramente era el aperitivo. In situ comprobamos la forma tan extraña que producían los árboles.
Subiendo ya el último “pecho” –más bien parecía que íbamos a tomar un castillo– yo al menos iba perdiendo el miedo. Cuando llegamos por fin a la cima. ¡Sorpresa, no había nadie defendiendo el recinto! La vista era impresionante. Alguien golpeo el suelo para que escucháramos el eco ¡Oíd, como todo esto esta hueco! Efectivamente, esa era la sensación.
Al entrar en la casa nos encontra­mos un gran patio y a mano derecha una de las habitaciones que estaban techadas tenía escrita en sus paredes cientos de iniciales de anteriores vi­sitantes, nosotros hicimos lo mismo. El guía nos llevo hacia una pared en la otra habitación cubierta, en ella, presuntamente, una pareja de la guardia civil dejó constancia de que había visitado el lugar tal día y tal hora, firmaba un cabo, dándole al asunto un carácter más oficial.
Todos guardabamos un gran respeto. A los espiritus no hay que molestarlos.
A pesar de todo repetí al menos cuatro veces más la expedición, la ultima, motivada por la noticia de la aparición de una pintura –al óleo– de un ser extraño, en unas de las paredes. El autor había dotado aquella figura diabólica de unos colores muy vivos e impactantes. Aquel día pensé que aquélla figura representaba al guardián del recinto. Hoy le pondría nombre a ese idolo. BAFOMET. No se si queda algo de aquella representación tem­plaria, pero sería lastimoso que como obra de arte se hubiera perdido.
¿Por qué el autor –dicen que aún quedan templarios– quiso mantener y atizar la leyenda de ese lugar? ¿Qué estaba protegiendo?
El temple desaparece oficialmente en 1313 y en la peninsula ibérica no se persiguió con la misma violencia que en el resto de Europa. Veinte años después se producen unos acontecimientos en Castro que viene a demostrar que esos soldados de elite todavía perduraban en nuestra localidad. Muha­mad IV sitia Castro con una gran hueste durante tres días sin conseguir tomarla. Parece casi imposible que esta fortaleza con más de cuarenta torres pudiera ser defendida con tan sólo trescientos hombres hábiles a no ser que parte de estos defensores fuesen un grupo de extemplarios.
Una vez expulsados los moriscos de Andalucía la ra­zón de ser de estas órdenes militares tocó a su fin.
Muchos de los templarios, que fueron declarados inocentes, que­daron libres y recibieron un subsidio de los bienes que pertenecieran a la orden para terminar sus dias viviendo con dignidad manteniendo los tres votos monásticos.
Castro era el sitio perfecto para adoptar, tanto a los que se retiraron, como a los que se convirtieron en simple frailes. Y el Agramalejo era el sitio perfecto para pasar desaper­cibidos. Cerca a una importante vía de comunicación como era el camino hacia Granada, a solo un kilómetro del río, cerca del manantial de agua dulce del Arca –La Alcubilla–, junto a un montón de silos camuflados en la tierra, etc. Todo esto hacia que el lugar fuera el apropiado para ins­talarse para siempre y esconder su preciado tesoro.
Desconozco aún en cual de los importantes Cambios Sociales, que han ocurrido en los ultimos siglos, el lugar fue deshabitado.
A ciencia cierta puedo asegurar que el lugar esconde algo y está bien protegido.


He visitado el lugar despues de al menos venticinco años, me acompañaba mi tropa, armados con algunos palos que encontraron en el camino.
Solo quedan dos arboles, que por cierto, me ha corregido el Perito Centella, y "son cipreses".


Detalle del enlucido muro trasero.