..

Si notais que llevo mucho tiempo sin escribir, posiblemente me esté pasando la mismo que le ocurrió a García Birlán.
"El deber me ordena que os dedique esta crónica y la pluma se niega a escribirla. Se amontonan las notas en mi imaginación y la péñola no sabe darles forma. Esfuerzo el pensamiento, concibo ideas, bullen las palabras en la mente y aun permanecen blancas las cuartillas."

.

¿Un cateto escribio esto?:

Esta cárcel que, durante varios meses, le dio ocasión de un trato prolongado con el mundo variopinto del hampa, verdadera sociedad paralela con su jerarquía, sus reglas y su jerga, parece ser, con mayor probabilidad que la de Castro del Río , la misma donde se engendró el Quijote, si hemos de creer lo que nos dice su autor en el prólogo a la Primera parte: una cárcel «donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación», y en la cual bien pudo ver surgir, al menos, la idea primera del libro que ocho años más tarde le valdría una tardía consagración.

Cervantes en su vivir .

Jean Canavaggio

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lunes, 20 de enero de 2025

Reflexiones arqueológicas y urbanísticas de un menor.

    La historia que os traigo; que por cierto me vanagloria presentarla escrita en esta ilustre revista del mítico Círculo de Artesanos, contada de viva voz no pasaría de los cinco minutos.
 Si los oyentes; por otro lado, fuesen personas inquietas en sus preguntas o curiosas por saber del tema esta conversación daría para un par de horas más. Os puedo asegurar que en mi cabeza ha ocupado este tema desde aquella fecha hasta ahora, aunando todas las horas, seguro podríamos contabilizar unas cuantas de semanas.
 Todo este compendio de ideas debo darle forma escrita en esta mañana de domingo día quince de diciembre, pues es mañana lunes el plazo máximo que me dio el impresor para la entrega. Tan solo organizando las ideas y creando alrededor una historia de aquella vivencia u observación podré aportar un artículo que tenga encaje en ese soporte. 
Sería por el año 1978, con unos catorce añillos, cuando comencé a tener contacto con la arqueología de la mano de un grupo de esta actividad creado en la OJE. 
 Por entonces en un gran armario acristalado aún se custodiaban restos de cerámicas íberas y romanas provenientes de los Campamentos Internacionales sobre Arqueología celebrados en este pueblo en los años 60, de los cuales tengo un par de entradas en mi blog “Historias de Castro del Río”. A estos restos fuimos aportando los recogidos por los miembros de este grupo en los Yacimientos de Guta, Viña Bononato(El Arca), Cambronero, Ategua o Izcar. Consistía en trozos de cerámicas, tégulas o ladrillos que por su singularidad de algún detalle fuesen susceptible de recoger, como podría ser en la cerámica ibérica algún trozo con pinturas llamativas o en la romana algún trozo grande con marca del alfarero, culo de sigillata con el nombre del alfarero(sigillum) o alguna decoración bonita en ella, ladrillos decorados y trozos de mármol.
 Hasta la construcción de la biblioteca en el lugar donde se encontraba la OJE se estuvo conservando un par de escalones de mármol rojo y una base de columna de cerca de 65 o 70 cm. de diámetro que recogimos la Viña Bononato. Estos se encontraban en superficie, bien en un padrón o a la entrada de un camino y, tan solo los que participamos en el transporte hasta el local utilizando un carrillo de obra de mano podemos contar el trabajo que costó, sobre todo la base de columna que dobló hasta los hierros del carrillo. Trozos de mosaicos de unos treinta cm. recogidos en el mismo lugar acabaron en una vitrina del ayuntamiento; o sea que la aparición de mosaicos cuando la construcción del polígono el Arca no era nuevo para nosotros, ni para quien le hubiera interesado. Unos trozos de mármol pertenecientes a alguna estatua togada recogidos en Izcar y que gracias a la parada que realizaba los autobuses de la Alsina en la entrada del camino del Molino de Izcar, pudimos traerla a Castro. Éstos también terminaron en el Ayuntamiento.
 Por entonces teníamos mucho contacto con la OJE de Peñarroya-Pueblonuevo que también tenía otro grupo similar, pero con más solera, y recibimos unos cuantos libros sobre inicios a la arqueología. Aun mantengo yo uno de ellos “Introducción al estudio de la prehistoria y a la arqueología de campo” de Martín Almagro.
 Debo de decir que la arqueología me atrapó y se volvió en uno de mis mayores intereses. Esto me llevó al acercamiento a dos personas castreñas con las que participé y debatí durante muchísimas horas de mi juventud, Manuel Carrilero y Pepe Villalba.
 Con Manuel Carrilero, profesor de Arqueología de la Universidad de Almería, nuestra relación se enfrió por dos motivos importantes que comentaré de pasada. El primero es que me vi involucrado sin querer en una denuncia que realizó él en la Delegación de Cultura por unos materiales que había recogido yo en la cimentación de una obra, que le entregué (esto podré cualquier día expandirlo cuando me surja hablar del mundo ibérico en recinto de la villa, aunque ellos estén publicado por M.Carrilero) y al tiempo por la adquisición de un detector de metales. Recordar que en esa época no era una actividad mal vista sino al contrario; tan solo unos pocos se oponían a ello, y él era contrario, pero conocía a la perfección los entresijos de los aficionados castreños de aquella época.
 Con Pepe Villalba “Conde de la Estrella” la relación duró hasta su muerte. Pasé muchas horas charlando con él, tenía un gran surtido de libros de mi interés en su biblioteca, durante mucho tiempo fue erigido como responsable en el ayuntamiento para recepcionar todo el material antiguo que llegaba a las dependencias del consistorio.
 Este era mi bagaje cuando allá por el año 1985 se acometieron unas obras en el llano de San Juan. Se quitó el antiguo empedrado y se metieron nuevos conductos para el agua y el saneamiento dando la imagen que encontrábamos hasta hace unos días en el cual se ha realizado una pequeña reforma para evitar la saturación de vehículos aparcados.
foto1


 Yo por entonces me había convertido en “la vieja del visillo” en búsqueda de lo que pudiera acontecer o aparecer en las intervenciones llevadas a cabo en el subsuelo del barrio que me vio nacer y crecer.     Cuando se iba el personal que se encargaba de remover el terreno entraba yo para inspeccionar in situ lo que pudiera aflorar (foto 1), no estaba pues, dotado de los máximos conocimientos para poder reflexionar sobre lo surgido, pero a falta de interesados en la materia o personas con cualidades para hacerlo, valga mi reflexión y mi pequeña intervención.
 He debatido mucho en foros y con personas profesionales de la arqueología de todos los niveles; cosa que no voy a extender en este escrito, sobre la importancia que existía en esos tiempos de personas interesadas en la historia a modo de aficionados y de su aportación al conocimiento de los sitios y lugares de interés históricos para sus localidades.
 ¿Qué quién nos dio esos atributos? Seguramente serían las circunstancias. Siempre he puesto el ejemplo que dar una infusión de manzanilla o poleo a una persona con dolor de tripa, una aspirina para el dolor de cabeza o vapores de eucaliptos para un resfriado no era intromisión en la medicina y para mis estos detalles no lo eran, ni creo que lo sea actualmente una intromisión en la arqueología.
 Las cosas han cambiado y se ha regulado toda intervención de un aficionado en cualquier proyecto, menos en los escritos; aquí uno se puede explayar.
 Todo debería estar controlado por los que se espera sean la salvaguarda de los bienes. Que me imagino es la administración y otros más. 
Bueno, a falta de otro seguimiento en lo que aconteció allí, venga el mío.
 Según lo visto y el poco prospectado, en el corte que quedó en la zanja realizada para albergar el tubo del alcantarillado saqué unas conclusiones que tan solo los más viejos del lugar y con buena memoria me podían ayudar a completar la fisonomía del Llano de San Juan, también conocido por llanete San Juan.
 El lugar tal como lo conocemos hoy no existía en el tiempo en el que se funda en Hospital de San Juan de Letrán, el cual da nombre al llano y a la calle que parte de este y que desemboca en la calle Pósito, la corta Calle Hospital.
foto 2

 Creí entender con un muro que apareció paralelo(foto2) al acerado que la calle era mucho más estrecha; el llano se quedaría en un pequeño claro entre las confluencias de la callejita San Juan (calle las Mierdas), calle Hospital y la calle que entra desde la calle Concepción.
 Este muro(foto) comenzaría en la esquina de la casa nº 13 (Juana Villatoro-Antonio Guzmán) e iría paralelo a las casas buscando la esquina que hace el tacón con la callejita San Juan (casa de Magdalena Merino, nº 5) donde encontraríamos otro pequeño callejón, este sin salida, hoy desaparecido que daba a una puerta donde se encontraba un torno donde los más desesperados dejaban a sus hijos, según me cuentan los más viejos del lugar. Mi conclusión es que este más bien pertenecía al colegio de educandas de San Acisclo y Santa Victoria, pero también pudiera ser de el de San Juan.
 Del Hospital de San Juan de Letrán pocos datos he podido recoger tan solo los que nos ofrece Juan Aranda Doncel. Clausulas testamentarias sobre sus promotores y el año de su fundación a mediados del siglo XVI y algunos sobre sus últimos días.
 Hasta finales del XIX alberga una cantidad importante de ancianos, pero se viene denunciando el mal estado del edificio.
 Lo que conocemos del edificio lo cuenta Ramírez de Arellano que lo visita en 1904, por entonces se encuentra convertido en una casa de Vecinos “El edificio de buena obra de estilo plateresco, pequeño pero muy completo. Ahora queda la portada mutilada con un primer cuerpo flanqueado de baquetones con capiteles adornados por bichas. Del segundo cuerpo queda la ventana sin la decoración de alrededor ni el coronamiento. Se ve aun en la fachada niños, mascarones y otros adornos del renacimiento español”. No pasarían muchos años cuando el edificio se demuele y se da anchura a la plaza.
 Siempre había pensado que el Hospital se habría encontrado en el margen izquierdo mirando desde la calle Concepción en el edificio que hace esquina con la calle del mismo nombre, donde hoy encontramos cerrado el restaurante “Manjares Cervantes” pero la falta de indicios me ha llevado a suponer que se encontraba en el tramo de las casas 7 a la 13 en el margen derecho. Hay dos señales que me llevan a pensar en esa opción.
foto 3



 Primero es los restos de un muro (foto 2) que iría paralelo a la acera derecha buscando la callejuela(foto3). En la tierra revuelta pude apreciar un buen número de restos cerámicos que recogí y puse encima de la acera para fotografiarlo (foto 4 y 5).
foto 4
foto 5


 La cerámica es vidriada de diversos colores cosa que no podemos apreciar en las fotografías por ser en blanco y negro. He consultado sobre ellas, por lo visto estas abarcan un periodo extenso de uso y fuera de contexto no nos ayuda a datarlas. En la misma esquina actual, entre las casas 13 y 11, el muro parece que también hacía esquina y entre dos restos de muros paralelos (posiblemente pertenecía a un patio o un corral pude apreciar en el corte que se había realizado la existencia de un pozo ciego. El color negro de la tierra ligado con restos de pequeño hueso y numerosos trozos de gran proporción de vajillas y utensilios cerámicos, me llevó a esa conclusión. Lo que venía a demostrar al menos es que en el sitio hubo gran actividad (foto color 6).
foto 6


 Estos restos de construcción lindan con una casa que merece un capítulo aparte, la que pasamos a llamar “la casa de las tinajas” por la cantidad de ellas que aparecieron en una obra de reforma, y por otros detalles muy curiosos. 

 La tierra era tan fangosa que me dio un poco de asco y tan solo y con la ayuda de algún utensilio pude extraer las piezas más completas y someras que pude ver. Y ahí quedó la cosa. Algunos de estos cacharros, por cierto, aún existen.
 El otro detalle que me lleva a pensar en la situación del Hospital; y que siempre me ha llamado mucho la atención lo encontramos actualmente en el tejado de la casa nº 7, y es una veleta de hierro coronada con una cruz y que se encuentra en un lugar sin mucho sentido, justo entre la casa 7 y 9. Foto (7). 
foto 7


No cuento con más datos, pero sí con voluntad de prestar mi colaboración a quien quisiera indagar y llevar a cabo un trabajo más exhaustivo y/o profesional.
 Con esto que os cuento me siento satisfecho, aunque pudiera estar equivocado y si nada lo impide podré ir desgranando pequeños detalles de la historia (o de mi historia) sobre este pueblo, aplicándome a la vez el consejo que le daba una y otra vez a Villalba: ¡Pepe escribe todo lo que sabes, que te lo vas a llevar a la tumba!
Fotografias de mi propiedad, menos la 3 que es de Google maps.

martes, 16 de julio de 2024

Molinos aceiteros

Cuando uno se desplaza en bicicleta por este histórico pueblo capta detalles que haciéndolo en auto se te escaparían. Es por ello que al pasar por el antiguo llanete del Arroyuelo actual plaza de Madre Isabel. Nombre que le dio aquella mítica monja del Hospital de Jesús que se hizo famosa por trabajar por los más necesitados. Rebuscando por donde fuese, casas señoriales o cortijos, garbanzos, lentejas, aceite o lo que sirviera para amortiguar el hambre de los que no tenían nada para comer, de hecho, se decía una frase en este pueblo que cada día se escucha menos y que decía así “pide más que la Madre Isabel”. Volviendo al tema que me trae he observado al pasar por el derribo de una casa una imagen que corriendo he reconocido gracias a que haciendo una vez de “Fortunato” buscando un barril de amontillado tuve la suerte de introducirme en una casa que guarda fidedignamente la estructura de un antiguo molino aceitero de viga y quintal. Esta observación sería imposible si no te adentras en el interior de esa casa, ya que vista desde el Llano de Jesús que es a donde da la fachada de esta casa es imposible adivinar que en ese hogar existiría tal magna construcción. Como no he preguntado a los dueños voy a obviar el nombre de los propietarios y herederos por guardar a priori su intimidad ¡y esos que son conocidos y amigos! máxime cuando habría que darle las felicitaciones públicas por haber mantenido el edificio tal cual. Recordar que, aunque los molinos aceiteros estaban concentrados al otro lado del río conocemos algunos que, aunque cerca del río, estos se encontraban en el lado de la población lindando con casas de las calles Martos o Casas altas. Este que nos trae a colación lo haría a un arroyo, El Pilatos.
En la foto que podemos apreciar con un pequeño tejado que sobresale de otro más amplio ahí encontraríamos la torre de contrapeso siendo diferente a los que aún quedan en pie en nuestra población, coronada como no, con una cruz metálica. https://historiasdecastrodelrio.blogspot.com/2021/09/restos-de-construcciones-industriales.html Pienso que este molino pueda ser el que menciona el Catastro de Ensenada que es propiedad del Hospital de Jesús Nazareno de dos vigas y una muela.

viernes, 13 de enero de 2023

Carta de amor a un bicho.

 

Carta de amor a un bicho

@Diego. L. Urbano Mármol

 

Algo puede más que mi pereza para escribir y es el complacerme a mí mismo con la colaboración en la revista del mítico Círculo de Artesanos con alguna historia o relato de esos que bullen por mi cabeza.

El análisis que se antepone al inicio de la redacción y/o en la maceración de las ideas es el título. No sé si existe alguna norma para esto o algún consejo de la unión profesional de escritores sobre en qué momento se hace esto. Yo, por norma general, suelo titular mis escritos en el inicio.

Considero que un buen título puede ser un gran reclamo, pero no soy yo el que utiliza esas astucias para conseguir lectores. Quien me va a leer me va a leer de todas formas. Me imagino que mis lectores son personas asiduas a la lectura de la revista al completo. Máxime cuando lo que quiero decir lo dejo siempre para el final y aprovecho las tres cuartas partes de mi escrito a manera de preámbulo.

Si tuviera tiempo y espacio sería capaz de salirme del mapa pues con tan solo escribir “Circulo” (de Artesanos) me viene a la cabeza comentar lo actual de esa palabra en términos políticos, pero claro, ya me iría por otros derroteros y perdería al lector interesado en el tema que me trae y que he titulado, pues entiendo que de análisis políticos estamos hastiados. También se me antoja no dejar escapar las grandes y minúsculas posibilidades de juego que da un buen título. En prensa este tema ya es el sumun. Redactores que juegan con los títulos para manejar a su antojo cualquier información y aprovechar al «lector de desayuno» con prensa, solo se queda con los titulares. Y es que un titular lo dice todo. Y si lo dice todo ¿para qué escribir un artículo completo? Imagínense que un escritor de novela policiaca titulara su obra «El asesino es el mayordomo». Pues que tendría que emplear otros recursos para tener enganchado a la persona que lo está leyendo y trata de desenredar el entresijo.

Sabía que algún día tendría que darle forma escrita a los sentimientos de fascinación que me produjo el volver a ver a quien me dirijo con estas letras. Y lo hago dedicándole una carta de amor.

Querido bicho: espero que al recibo de esta te encuentres bien y que la suerte te acompañe por «doquiera». Ante todo, debo pedirte perdón por no haberte reconocido; y no porque no pusiera interés fijándome con gran expectación, pero los años transcurridos desde que te vi la primera vez y creciera mi fascinación por ti, han provocado un pequeño deterioro en mi memoria.  Creo que tú no has envejecido como yo, te esperaba de otra manera, más cambiado. Cómo iba a pensar que te mantendrías como hace cuarenta y cinco años. Me enamoré de ti con tan solo un par de veces que nos vimos aquellas noches de verano en mis visitas a mis abuelos. Admito que yo estaba más pendiente de ti que tú de mí. Posiblemente jamás te fijaras en mi…

(Joder, que tostón os estoy metiendo. Así, cualquiera termina de leer el artículo. Ni sé escribir cartas ni soy romántico al escribir. No sé por dónde me he cogido esta licencia).



Mi historia comienza a principios del verano de 2021, cuando en unos de mis paseos nocturnos por la ribera, entre los matojos, pude observar una luz que me llamó la atención. Me acerqué pensando que era un teléfono móvil que alguien podría haber extraviado. Agaché mi cabeza y fijé mi mirada hacia el lugar de donde procedía esa extraña luz, pero no encontré nada de lo que actualmente pudiera producir ese halo de luz potente y verdoso, al menos algún dispositivo electrónico.

Rebusqué entre los matojos secos con un puntero fabricado in situ, ya no me fiaba.

Allí estaba él, el bicho de luz. Quise fotografiarlo, pero el flash anulaba su torrente de luz, más bien la contrarrestaba. Por ese día terminaron los contactos. Ahora tenía que documentarme. Actualmente todos llevamos una enciclopedia encima. Pausando el paso comencé a asesorarme en un buscador de internet buscando «bichito de luz»:

 “[Los lampiridos (lampyridae) son una familia de coleópteros polífagos que incluye los insectos conocidos como luciérnagas, bichos de luz, curucusíes, 2 isondúes, 3 cucuyos y gusanos de luz, caracterizados por su capacidad de emitir luz (bioluminiscencia). Muchas se pueden encontrar en pantanos o en las áreas húmedas y boscosas, donde sus larvas tienen una fuente de alimento abundante. Son coleópteros de cuerpo blando relacionados con las familias LycidaePhengodidae y Cantharidae, con una distribución mundial de al menos 1900 especies conocidas]”.

 


Para que nos sean más familiares: es un escarabajo de toda la vida; bueno, no, un tipo de escarabajo que produce luz sin aumentar la temperatura. Esta llamativa luz que ha encandilado a miles de generaciones durante toda nuestra existencia es utilizada por estos insectos como reclamo amoroso y en época de aparearse. En noches de verano —finales de junio y julio— podemos encontrarlos en zonas propicias para ellos: lugares húmedos, con vegetación, ricos en caracoles y babosas, cerca de agua no contaminada y, sobre todo. limpia de pesticidas.

Hoy en día, como claramente existe lo contrario, es difícil verlos y hasta hay quien piensa que se habían extinguido en la campiña. La saturación lumínica de los espacios que recorremos tampoco ayuda a visualizarlos.

De pequeño podía ver los machos volando con su intermitente luz (sólo los machos lo hacen) en busca de alguna hembra que se encontrara escondida en las hierbas con su luz fija para facilitar el contacto.

La casa de mis abuelos paternos se encontraba bajo la muralla, con un gran espacio natural entre ambas, el cual reunía todas las características para su hábitat. Después de preguntar a vecinos del lugar, he podido constatar que en esa zona existía una colonia perenne que hacia las delicias de la chavalería en las calurosas noches del estío castreño.

Cerca de cincuenta años han tenido que pasar para reencontrarme con ellos. Fue en el verano del 2021 cuando las visualicé por primera vez. La zona donde las encontré es un lugar donde suelo pasear desde hace bastantes años ya. Y jamás las había visto; y mira que he visto bichos en mis paseos, fijándome a conciencia, y en días posteriores pude contabilizar hasta tres o cuatro hembras. Mientras que duraba el periodo de noviazgo, más o menos unas semanas, siempre las localizaba en el mismo lugar. Al contrario de mis avistamientos esporádicos de nene, que eran por el aire, éstas se encontraban fácilmente reconocibles en el suelo. En el verano del 22 he podido contabilizar al menos el doble. Por supuesto que no he querido publicitarlas por no molestarlas. Tan sólo se las he mostrado a quien me ha podido acompañar en esos días.



La zona donde se encuentran es un terreno baldío entre la N-432 y el río Guadajoz y reúne las mejores características para el desarrollo de esta pequeña colonia.

No sé si estos sentimientos que vengo a mostrar hoy en público los hago de una manera imparcial al recordarme mi niñez, donde toda la familia se encuentra completa y unida, o por la expectación que me produce esos bichos generando luz propia. Posiblemente puedan ser las dos cosas.

Si te han quedado ganas escucha la música

 [Historias de misterio e imaginación” (Tales of Mystery and Imagination. The Alan Parsons Project).


.https://youtu.be/y7htAlPqwBI

Delum.




domingo, 16 de enero de 2022

El Valor añadido de la cristalería

Copa elegida como oficial hace unos años por la denominación Montilla-Moriles.

 

El valor añadido de la cristalería.

                     “Un soneto me manda hacer Violante
                      que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
                      catorce versos dicen que es soneto;
                      burla burlando van los tres delante.” Lope de Vega.

   Cuando me comentaron lo de colaborar con algún escrito en la Revista del Circulo de Artesano, a mi cabeza le dio por cavilar. ¿Tengo algo que contar? Ipso facto respondí afirmativamente. Podía escribir algo fuera del guión al que me tengo sometido(esas cosas de las antiguallas.

-Escribiré un artículo de Opinión

El tema que elegí , no es baladí, es algo que tengo trillado en mí día a día y del que algunos allegados ya  están al tanto, Para mí, como descubriréis es de suma importancia.

Como uno; muchas veces,  piensa que “va de sobrado”, cree que lo que cuesta tan poco de decir, va a costar lo mismo al escribirlo. Y no es así. Al escribir hay que tener mucho cuidado. Lo escrito se queda ahí. Las palabras dichas se las puede llevar el viento o donde dije” digo” ahora digo “Diego”.

Bueno,  pues eso. Que hay que empezar a escribir, que me cuesta trabajo, que tengo que empezar si o si, que por eso me he comprometido. Tenía en la mente cómo empezar y después de las últimas informaciones sobre el tema que os traigo, he decidido cambiar como iniciar mi escrito. Os quiero  hablar de los Vino Finos, y en especial el de  nuestra tierra.

Quería empezar diciendo que había estado una vez en Valladolid de vinos, pero la reciente noticia que un vino fino de la denominación de Montilla Moriles habría alcanzado una nota muy importante en un importante concurso , me ha trastocado la idea inicial.


Esto ha ocurrido en el Concurso Internacional de Sumilleres de España. Los premios Akatavinos Civas.  Un concurso donde 300 bodegas han sido  nominadas después de haber analizado 3.000 vinos de diferentes categorías, siendo 150 las bodegas finalistas. Nuestra denominación no ha sido capaz nada más que de situar menos de una media docena. Destacando como ya viene siendo habitual en la categoría de dulces dos P.X. Uno de toro Albalá con  la máxima puntuación, 99 puntos de 99. Pero la sorpresa me la he llevado con un fino, el Magnum Solera Fina María del Valle en rama, Que se ha llevado uno de los galardones “Civas Gran Oro” con 97 puntos.Esto es una buena noticia para nuestros finos ya que es el resultado de estar haciendo las cosas bien. Recordemos que Montilla Moriles fuera de su entorno pasa desapercibido por sus finos. Tan solo P.X, Amontillados o Olorosos marcan alguna pauta fuera de nuestras fronteras más inmediatas.

Ahora, si. Estuve hace unos años en Valladolid de vinos. Me quedé sorprendido de la cantidad de personas que consumen vino. Creo recordar que era viernes noche cuando anduve de bares. El ambiente era fenomenal. Numerosos establecimientos se dedicaban en especial a la venta de ese rico elixir. Mucha gente joven “estaba de vinos”. Por lo que pude comprobar; cuando me recogía hacia mis aposentos, cuando tiraban las botellas vacías a los contenedores el líquido rojizo se había consumido de una forma desorbitada. 

Esto, y otros detalles que vi en la comarca me llevan a pensar sin error alguno que en esa zona hay cultura vitivinícola y enológica, cosa que aquí no existe. ¿Por qué?

 Hace ya muchos años unos ingleses en una de las comarcas donde se crían vinos finos descubrieron que a los barriles que se le formaba una "telilla" en la superficie y se le mantenían, a ellos le parecía  que el vino que se producía era más gustoso.  Hasta entonces, los bodegueros pensaban que esa "costrilla"  que se formaba era un defecto del vino, incluso añadían productos para que esta desapareciera. 


La observación de los ingleses fue madurando y la puesta en marcha de esa nueva forma de crianza fue tomando auge en las demás zonas vitivinícola. Recordar que son tres. Jerez, Sanlúcar y Montilla-Moriles.

 

Nació una forma diferente para producir este nuevo  tipo  de vino. La crianza biológica bajo velo de flor con un sistema de trasiego entre diferentes barriles llamados  criaderas. Así iría pasando  el vino por diferentes estados. Desde la fila más alta que estarían los vinos mostos hacia abajo haciendo escala en las siguientes filas hasta llegar hasta la situada junto al suelo, a la que se le llamara Solera. Este trasiego durará varios años y se irán rellenando  los huecos resultante de los refrescos y de la cantidad de vino que se saque de la más abajo.

La denominación de origen Montilla-Moriles  marca unas pautas de obligado cumplimiento; aunque hoy en día no se lleve a cabo por las nuevas tendencias que existen en el mercado, este principalmente es el sistema. Los vinos finos deben de tener 15º grados de alcohol, a la solera no se le podrá sacar más de un 30% al año y el vino fino ha debido estar en madera al menos tres años.

Hay una falsa creencia; muy extendida, en esta zona y que la he escuchado muchas veces que es la de beber vinos más joven porque son más ligeros de alcohol. El vino de tinaja o mosto debe tener 15 º para poder entrar en el circuito de las criaderas. Por lo consiguiente las soleras sean de los años que sean debe tener  los mismos grados, al menos mientras  estén bajo crianza biológica. Otro caso es que pase a la oxidativa, ésta dará otro tipo de vinos que no vienen  ahora al caso.

También hay en el mercado vinos con menos contenido  alcohólico pero estos jamás se podrán vender como “fino” sino como “vino” a secas y están amparados también por la denominación.

Creo también que no hay en esta zona cultura vitivinícola y/o enológica porque hay arraigadas muchas falsas creencias. La misma denominación de origen no explica bien las cosas. Hay personas que aún piensa que un vino de tinaja  es un vino en rama. Hoy se envasan vinos de tinajas en cajas que están tratados     o filtrados  para que duren más tiempo envasado. Aunque sigan siendo un mosto por no haber pasado por madera, ya no está como salió del recipiente. Vino  o fino en rama será  pues el que ha salido de su recipiente sin haber  sido manipulado. Tenga 3 o 7 años.

Otro error es pensar  que criar fino es  una labor sencilla y hasta hace poco existía la moda de tener un barril de dos arrobas creyendo que podría conseguir un buen resultado. Más bien  estos  servirían de envase para soportar el liquido y era muy normal que el mosto comenzara a degradarse una vez vertido,  llegando a “subirse de color”, incluso a coger cierto sabor a coñac. 

Uno de los estigma más grande de   estos vinos es la de haber sido la bebida más frecuentada para las borracheras por ser quizás la más barata, cuándo whiskys, ginebras  y rones u otras más españolas como anís o coñac, con el triple de contenido alcohólicos se han visto más valoradas. Incluso las primeras más estilistas. “tomar un whisky”,¡ ja,ja!. ¡Como los irlandeses!.

Hoy en día los vinos malos han desaparecido. Han quedado los buenos y los mejores. Los criadores se afanan por ofrecer finos de mucha calidad. De hecho, quien frecuente la Cata del vino que se celebra en Córdoba en el Mayo cordobés habrá comprobado que las numerosas bodegas presente llevan los más granados de sus bodegas y que la juventud acude masivamente a la cita. Algo falla cuando durante el resto del año no vemos a los jóvenes beber fino. La razón, a mi entender es que nadie trata de fomentar estos cardos a diario, tan solo en ocasiones.

A mí alrededor veo a muchas personas que están al día de lo que acontece en el mundo de los vinos de moda. Se pusieron en los primeros puestos  de consumo hace unos años un vino Italiano muy parecido a un tinto clarete con gaseosa llamado Lambrusco.  Ahora es otro que, aunque ya se produce en muchas bodegas españolas el origen es también de nuestros vecinos mediterráneos, el Frizzante.

Vinos blancos, rojos , rosados, con burbujas o sin ella. Todos están muy ricos, muy gustosos de beber y muy dulcecitos, ¿sabor a palote de fresa?. ¡ A saber lo que lleva la Coca- Cola!.

Pero los que vedad nos han ganado la guerra son los tintos. Todo el mundo habla bien de las excelencias de los tintos, hasta los médicos. Lejos quedaron los consejos sobre los finos del Doctor Concha.

El personal sabe lo que es un tinto cosecha, tintos crianzas y reservas. O grandes reservas. El que más, no ha pasado  ni un año en barrica. Recordar que como mínimo tres años para un fino.¡ Con lo que chupa la madera!.Nada de crianza bilógicas. Buenas añadas y nuevas barricas, y a disfrutar. Cualquier bodega de finos tiene barricas de dos siglos. La de tintos tiene una vida de siete u ocho, son otras formas.

El usuario gira la botella de tintos y lee la contra etiqueta. Sabor a tabaco, frutos rojos, tabaco, vainilla, tierra y yo no sé que más sabores escriben. Yo no saco ninguno.

 ¡Alto! Este con carne, con pescado no. Abra, oxigene, decante. Todo un ritual. El barista te ofrece una carta de vinos que no se la salta un galgo. Te invita a ver su vinacoteca a trece grados de temperatura, ni uno más  ni uno menos. Te sirve para que pruebes en una copa de balón, que cuando la levantas teme por su vida. Cristal de bohemia del bueno. ¿Quién es capaz de decir que está malo? Ah sí, tu compañero dice que parece que está picado.

Cuidado: No se gira la botella. Se gira la mano del sacacorchos. Que hay que hacer bien las cosas.

¿Cómo no se puede pedir una copa de tinto? Con lo que se chulea  con la copa, si pareces que tienes un trofeo en la mano. La copa es de primer premio, el vino igual es un cosechero.

Desde luego  que estoy siendo muy frívolo con los vinos tintos. Esos por querer explicar en dos segundos su  crianza, así,  a voz de pronto. Como  si eso fuese así de sencillo. Aunque  lo que  he tratado más el “parchoseo” que existe a su alrededor que en su elaboración.

 Blanco o tintos han mejorado en España en los últimos años una exageración. El cultivo de nuevas variedades de uvas y el perfeccionamiento en el tratamiento de la uva y la temperatura de recolección, los nuevos sistemas de prensa y fermentación controlada, de almacenaje de los mostos bajo hidrógeno  y la posterior crianza selectiva, unidos al conocimiento del público que los consume; cada vez  más exigente, tanto dentro del país como el extranjero, está llevando a una maratón diario en las bodegas por sacar lo mejor.  .

 Miles de actividades se organizan alrededor del mundo del vino, concursos, catas, enoturismo , maridajes, etc.etc. Con un solo resultado: el vino está de moda.

¿Y por qué no arrancan en esa moda los finos de Montilla- Moriles? Por muchos motivos a mi entender.



Una revolución en el envase se produjo  cuando a alguien se le ocurrió meter una bolsa en una caja; en Inglés “Bag in box” . Desde luego que este sistema garantiza la calidad del vino al estar reservado de la luz y el oxigeno, pero no es lo más vistoso para el vino en la hostelería.  Debería rellenarse botellas o jarritas u otros envases atractivos, para hacerlo llegar al consumidor  y tener las cajas fuera del alcance de la vista, y si se opta por tenerlos en la barra, estos deberían de estar lejos de fuentes de calor en lugares frescos, no al lado de la máquina del café, por ejemplo.

 Hay denominaciones que prohíben comercializar sus vinos en estos envases, solo  pueden ser embotellados.

Otro problema es la numerosa oferta de marcas de vinos que se tienen en algunos establecimientos, provocando que la rotación de estos sea mucho más lentas.  Y sobre todo la cristalería que se utiliza: el catavino generalizado hace años que no es recomendado para servir estos vinos, tan solo para el capataz de bodega a la hora de registrar las botas.  Este catavinos lleno hasta arriba ni es vistoso  ni es atrayente. La gente joven necesita estar al día, renovarse constantemente, estar a la moda, destacar, ser innovador y,  desde luego, con el catavinos tradicional no lo es.

Una copa grande con un pié alto. Medio llena o medio vacía; como les guste a los señores. Con ese liquido elemento verdoso si es de Moriles o alimonado si es de la Sierra. Co ese saber estar de los jóvenes.  ¡Qué rico! Explicar cómo distinguir uno y otros.

Con este breve resumen de algo que va tan  unido a  la historia de la humanidad trato de aportar un  pequeño gesto para la  revolución que debe de producirse en un sistema tan asentado.


Brindo por ustedes con un buen fino y una bonita copa.

Saludos y Felices fiestas.

Diego L. Urbano Mármol. Diciembre 2021.

P. P.D: Consultando las normas oficiales publicadas de la D.O vinos con unas décimas más o menos  también se reconocen como fino, ejemplo 14,5. las sacas de la solera repartidas en dos o tres al año no pasaran del 40% del volumen.

·         Castro del Río pertenece a la D.O Montilla Moriles y aunque el cultivo de la vid en el ruedo de la villa es prácticamente marginal no lo es así en nuestra pedanía del Llano del Espinar. Estos se consideran de máxima calidad por estar limítrofe con lo que conocemos por “La sierra de Montilla”.

martes, 22 de septiembre de 2020

Salvar al Molino Ryan

 


             Salvar al Molino Ryan.

Hace unos días, unos amigos míos, paseando por la ribera, observaron como una cabra estaba pasando serios apuros para salir del río. Al parecer se había arrimado tanto que la tierra húmeda en pendiente le había servido de trampolín hacia el agua.

Viendo que la cosa se complicaba decidieron intervenir. Es el acto reflejo que solemos tener los humanos. Sin pararse a pensar; si esa cabeza animal  que  sobresalía era la misma representación del diablo o si  de un acontecimiento que se adelanta en un día al de su sacrificio en el matadero, bajaron hasta la orilla para intentar ayudar al pobre animal. Necesitaron los brazos de tres hombres, que, aunque con bastante dificultad lograron poner a salvo al caprino.

 Todos sabemos que tal especie da mejores quesos que derroche de simpatía, pero. Ahí queda la gesta. Luego descubrieron que estaba preñada, así la dificultad añadida de salir por su propia fuerza.

Este hecho verídico me va a servir como  introducción al tema que os traigo.  

Se sabe que desde la prehistoria que los pueblos ribereños han gozado de un adelanto social y cultural al de los pueblos sin acceso a ríos.  La fuente de vida  y los recursos que aporta el tener agua cerca y la navegabilidad en muchos casos de ellos, propiciaron el asentamiento de grupos humanos y por ende, el comercio con otros pueblos.

Castro del Río  desde los primeros asentamientos ha mirado pendiente a su río. Es ahora, en los últimos años, cuando parece que le hemos dado la espalda al Guadajoz.  La desaparición de la huerta, la falta de pesca, la pérdida de utilidad para el baño y el recreo han propiciado que el castreño mire al río como parte del paisaje, y poco más.

La construcción de la presa favoreció la continuidad del cauce durante todo el año, y el control de las crecidas. Hoy en día es normal ver más caudal de agua en verano que en invierno. El motivo es el de mantener los  cultivos  en su entorno y en los del Guadalquivir.  En los terrenos convertidos al regadío en las últimas décadas  tan solo vemos beneficiado el olivar. Con las construcciones de grandes balsas y la mecanización de los riegos  se ha podido llevar el líquido elemento a zonas inimaginable. El contacto del hombre con el río no pasa de un automatismo.

Pero  la cultura ribereña  influye en el paisaje y en la arquitectura más de lo que imaginamos, también hemos dicho que en el carácter de sus habitantes.

No es menos cierto que en los últimos años ese paisaje está cambiando a paso agigantados. Estamos perdiendo la huerta y sus casas, los secaderos de tabacos, los tejares, las azudas, las torres de los molinos de vigas, los molinos y las norias. Y lo peor dejamos perder hasta los vestigios de estos.

Es por ello que nuestra generación tiene hacerse responsable de la conservación y/o recuperación de estos, o al menos de algunos, elementos.

Castro del Río destaca en el último siglo más por destruir que por conservar su patrimonio. Y no, los castreños en general no somos culpables, no podemos culpar a un pueblo entero. Es responsable a primera instancia el que ejecuta el daño y en segunda la generación de castreños que ha debido defender con uñas y dientes el legado que recibimos de nuestros ancestros. ¿Cómo voy a sentirme culpable por la pérdida de la Fuente de San Roque? En todo caso algo de culpa por el yacimiento de El Arca.

 Lo que quiero decir por si no se me entiende, es,  que estamos obligados los de ahora a proteger lo que tenemos por lo menos.

Una vez que has llegado hasta aquí  debes haber atisbado el motivo de mi proclama.

Desde hace unos años atrás; desde diferentes grupos e instituciones, incluso de  particulares de forma esporádica, aislada y anárquica, se viene hablando del abandono del un edificio que todos solemos ver a diario. Me refiero al molino “Poncima”.

No puede la sociedad castreña de turno cometer más fallos. Debemos concienciarnos que hay que salvarlo, y cuando lo estemos, promover las acciones pertinentes para que el gobernante de turno ejecute.

Lo primero que quiero recalcar es que cualquier particular, institución u organismo puede presentar un dossier en la Delegación de Cultura argumentando y documentando los motivos por los que se quiere inscribir en el catálogo como Bien de Patrimonio Cultural  o cualquier otra categoría, y por lo tanto, su defensa. Sea quien sea su propietario. 



¿Y por qué ese empeño por ese edificio cochambroso?

Porque es lo poco que nos queda de nuestra cultura, de nuestra manera de ser, de las huertas, de los buenos hortelanos, de las acequias, de los bañaderos y las azuas, de las norias, de los molinos de pan, de las pesca de barbos, de los lugares de ocio, de las alamedas. En definitiva, de la vida de este pueblo, y de la muerte también en ocasiones.

Recuerdo que en el museo Arqueológico de Doña Mencía mostraban un cangilón cerámico  que decían de origen romano hallado en Castro del Río, no sé yo si la datación es la más correcta, pero ahí lo dejamos.




Este edifico que está a la vista desde el llano de la Fuente es un edificio del que tenemos noticias desde el siglo XVIII por un pleito, al menos  su noria.

 De 1730 data un pleito recogido por José Rodríguez Molina, “sobre riegos de tierras en el sitio de la Rinconada y una azeña, azua y noria en ellas”, donde se registran las labores llevadas a cabo para la reparación de la noria que se hallaba instalada junto al molino de Aguayo o de Poncima y que incluye algunas noticias muy interesantes sobre sus características. En dicho documento su propietario, Pedro José de Aguayo, manifiesta “que en el sitio del Río Viejo de esta villa tengo y poseo, por mia propia, una guerta que se riega con noria de buelo antigua del río Guadahoz” y que en dicho sitio “están las más de las norias de la Rivera de esta villa, pues con una se riegan guertas de diferentes dueños”. El propietario acuerda con un albañil y un carpintero la reparación de la misma quienes, tras visitar su emplazamiento, “declaran que para aderezar la noria de buelo que tiene la guerta del referido en el sitio del Río Viejo, y aviendo visto y reconocido la postura en que está, hallaron no poder andar en la canal en que de presente se halla y para que pueda andar es preziso mudar la dicha noria a la canal que está inmediata de la azeña de pan moler y para la dicha azeña hazer otra canal de lo cubierto de dicha azeña para que pueda moler la piedra que de presente tiene, y que de otra forma no podrá andar dicha anoria por estar refundido el muro della” (J. Rodríguez Molina, Regadío Medieval Andaluz, Granada, 1991, pp. 104-105, 147-148 y 176). “

 

Dicen que Guadajoz significa  “río del pan” por la cantidad de molinos harineros que se encontraba en su cauce en época del dominio musulmán.

Existen numerosas publicaciones en Andalucía referente a la arquitectura hidráulica  y su uso que se basan en informaciones aportadas por los protocolos notariales castreños que se mantienen desde el siglo XV.

Para la recuperación de la noria de la Albolafia  se utilizó el patrón de la noria Castreña del Repiso.

Juan Bernier, creo recordar (hablo de un libro sobre la provincia de Córdoba que me prestaron hace muchos años) le dedicó unos versos a las norias castreñas titulado “El llanto andaluz de las norias”. He intentado dar con él de nuevo pero por el momento no lo he conseguido.

Hasta los años 80 se han podido ver norias en Castro del Río, las más famosas la del Repiso y la de Carbonell. Hoy en día o hasta hace pocos años tan solo quedaba una noria intacta río abajo, y se intentaba mantener en secreto porque era metálica. Desconozco si se mantiene o ha sucumbido a alguna crecida o peor aún, si ha sido descubierta por los recuperadores de chatarra.

Porque  ese edificio es el vestigio de todo esto. Ese edificio es núcleo de la cultura castreña, de su sociedad y de su economía. Castreños no podemos fallar una vez más.

Por todo ello el ayuntamiento debería de clarificar la propiedad  y  ponerse en contacto con su o sus  propietarios para poder llegar a un acuerdo que deje a todas las partes satisfechas.

Una vez en propiedad municipal someterlo a una restauración y puesta  en valor. Recuperando la noria  y uso al edificio para actividades culturales.

Le doy las gracias a Paco Cívico por aportarme algunos apuntes históricos y a Lolo por pasarme un montón de fotografías.

Diego L. Urbano Mármol.




martes, 9 de septiembre de 2014

Excursiones Arqueológicas. El cerro Cabezo de Córdoba.

 Fotografia tomada en lo alto del Cerro Cabezo de Córdoba. Por la izquierda: Francisco Garcia Recio, Miguel Alba, Lucas Criado,  Andres Criado (que nos deleitó con un exquisito bálsamo parecido al de fierabrás), Diego Urbano(abajo) y José Gutiérrez. Al fondo el cortijo de Benazurera.

Desde a mediados del siglo del XIX una serie de visitas de personajes en el ámbito histórico han ido confeccionando el mapa arqueológico del término de Castro del Río.
En el año 1863 el coronel Stoffel bajo el patrocinio de Napoleón III visita la comarca en busca de los sitios que intervinieron  en la célebre batalla de Munda. Confeccionó mapas de índole militar para comprender los movimientos de las tropas y las estrategias de ambos bandos en base a una serie de yacimientos descubiertos o conocidos de los eruditos locales.
Por la misma razón a finales del primer cuarto del siglo XX el arqueólogo alemán Schulten visita la zona para intentar situar el campo Mundensis conociendo los lugares que le mostraban alrededor de Ategua y de los llanos de Banda. Fue situando los nombres obtenidos de las crónicas de los días de guerra, El bellum Hispaniense.
El resultado de ambas expediciones fue el mismo, situaron Munda en Montilla  y la batalla en los llanos de Banda. Hoy en día ya no se defiende esa ubicación. Estos trabajos, por otro lado, sirvieron para catalogar bastantes yacimientos.

No fue hasta la década de los setenta cuando se retoman los trabajos, más o menos importantes,  de carácter arqueológicos, esta vez de la mano del arqueólogo y poeta  cordobés Juan Bernier, que apoyado por eruditos locales, como José Navajas en Castro del Río van realizando un estudio visual y  de documentación de artefactos encontrados en superficie, de esta manera se va completando la carta de los yacimientos más importantes de la localidad. Al igual que los anteriores Bernier trató de situar los lugares descritos en la memoria de la batalla. Cabe recordar que aunque la batalla final no se hubiera desarrollado en los llanos de Banda, en nuestro entorno si desarrolló el preámbulo.
Siguiendo la estela de Bernier un grupo de sus acólitos naturales de Doña Mencía  desarrollaron labores de catalogación de yacimientos, tal es así que en el ABC de 20/07/1968 aparece la noticia del descubrimiento por parte de este grupo de un recinto fortificado de época Ibérica en el cortijo de Doña Esteban.
Como no podía ser de otra manera en nuestro pueblo también existieron algunos de estos grupos. Uno ligado a la OJE, el otro cercano al Jucad Club. Al no tener estos grupos estructuras solidas los resultados de los trabajos que pudieran haber acometido quedaron para conocimiento personal. Hoy en día tan solo la presencia de algunas piezas en la vitrina del ayuntamiento demuestra la existencia de estos, amén de algunas informaciones aportadas en numerosas publicaciones  a modo individual.
Lo cierto que la carta arqueológica castreña gracias a unos o a otros está totalmente confeccionada.
Yo pertenecí a unos de estos grupos de aficionados a la arqueología. Este pertenecía a una rama de un grupo muy activo de Aire Libre llamado Estafilococos  perteneciente a la OJE, y no era raro compaginar tirolinas entre eucaliptos en las alamedas del pueblo, rapeles en el peñón de Guta o en el puente de la Rejelguera, espeleología en la cueva del Yeso, acampadas en los lugares más emblemáticos de la comarca, entre ellas en Torreparedones  o visitas a numerosos yacimientos de la localidad, esta última actividad era la menos numerosas de asistentes, los fijos Miguel Alba y un servidor. Recogíamos cerámicas, tégulas y trozos de mosaicos etc, y alguna monedilla de la colección del Tesafilm, que guardábamos en un inmenso almario acristalado. Una vez fuimos a recoger una gran base de columna que había en un camino con un carrillo de obra, turnándonos entre cinco o seis conseguimos llevarlo hasta la nuestro local en la calle Tercia(se ha mantenido ahí hasta que se construyó el nuevo edificio de la biblioteca), ¡pesaba tanto que hasta los hierros del carrillo se doblaron!.
En nuestras excursiones arqueológicas solíamos  recoger cerámicas en superficies para poder situarlos en los diferentes contextos históricos (las básicas para cada época: pintadas, sigillatas, con barniz etc...).
La lástima es que por entonces no teníamos la sensibilidad de recoger anotaciones y nuestro trabajo quedó estéril salvo algunas aportaciones verbales a profesionales o algún trozo de togado (estatuas) o de mosaico que  aún podemos ver en alguna institución.
Uno de estos lugares que visitamos con más frecuencia,  y que por aquellos años estaba en boga, era el de la zona del Cerro del Cabezo de Córdoba.
Al menos participé en cuatro excursiones  al terreno, el trayecto se solía hacer andando; una vez lo hicimos en bicicleta (pero quizá fuese igual de duro). El trayecto era de unos 7 Km y lo normal era que regresáramos a las horas de estar por allí, salvo una acampada que realizamos a primeros de febrero el día de la candelaria recién estrenado los años 80. Aquella noche dormimos en la cumbre de aquel impresionante mogote visionando un paisaje maravilloso con los pueblos de alrededor al fondo. Aquel día descubrimos los motivos de la no continuación del hábitat de aquel altozano. El viento y el frio no cesaron de obligarnos a rendir nuestra posición.
 La última vez que anduve por aquellos yacimientos hacia de guía del malogrado arqueólogo castreño Manolo Carrilero.
Esta zona de la campiña estuvo muy poblada desde la prehistoria, gozaba de buenas vistas, sal y potentes tierras de labor.
A principios de los años 80 del siglo pasado Bernier Luque  publica Nuevos yacimientos arqueológicos de Córdoba y Jaén  y es en este trabajo donde nos presenta oficialmente la fortificación del cerro del Cabezo.
   Por esa época varios grupos de arqueología realizan actividades en el entorno. El otro grupo de Castro está realizando unas actividades de limpieza en una fortificación a los pies del Cabezo, al otro lado del arroyo en un pequeño cerrillo llamado el Arenal. Retirando malezas y piedras dejaron a la vista una hermosa construcción ciclópea. Este recinto es unas de las peculiaridades más significativas de la importancia de este territorio ya que a menos de 1 Km en línea resta nos encontramos dos fortificaciones que posiblemente coincidieran en época prerromana.
  Unos años antes el grupo  del museo arqueológico de Doña Mencía realiza el hallazgo de un colgante bastante  interesante  que fue estudiado por  Martin de la Cruz y Sánchez Romero, publicado en el 2004.
Para el conocimiento del lector el cerro del Cabezo de Córdoba es una eminencia que encontramos detrás del cortijo de Benazurerita, tiene una altura 336 metros, domina los pequeños valles formado por el arroyo Salado y Gurruñaga. Aunque su altura no resulte exagerada (Castro 227m.) esta prominencia se ve desde casi toda la campiña cordobesa. El estar aislado de otras alturas y sus abruptas pendientes  provoca  una visión de mucha más altivez de la que ostenta. Su cima es plana con unas medidas de unos 60X40 metros.
Por los restos recogidos en superficie los investigadores sitúan en el Eneolítico la primera ocupación de la meseta. Estuvo poblado hasta época ibérica no llegando a ser ocupada por los romanos que prefirieron elevaciones más suaves como demuestra los restos de esta época hallados por sus  alrededores. Cerámicas a manos, bruñidas y pintadas tipo Carambolo, hojas de sílex y restos de sillares los podemos encontrar esparcidos por toda su falda.
El colgante descubierto en superficie es de cornalina (1) un material exótico e inexistente en la península ibérica, lo que atestigua el contacto de sus pobladores con los primeros navegantes fenicios llegados a las costas andaluzas.
Estas piezas son muy comunes en el antiguo Egipto, donde con toda seguridad se fabricaron. Como se trata de un objeto pequeño fácil de trasportar no es raro encontrarlos por todo el Mediterráneo, además de la península ibérica se han encontrado en Israel, Chipre, Grecia y en las Islas Eolias. En España se tiene constancia del hallazgo de una decena de estas joyas, ligadas las mayoría a un contexto fenicio-tartesico.
En todo caso, esta pieza a demás de demostrar el contacto del pueblo fenicio con los habitantes de la campiña castreña servía a la persona que lo portaba, generalmente de la elite local,  para definir su status superior al controlar  los contactos y los objetos llegados de exterior y su redistribución.
La última vez que visité la zona el aspecto había cambiado por el inevitable avance del cultivo del olivo  sintiendo  un profundo malestar al ver un yacimiento intacto de miles de años, que  gracias a sus abruptas pendientes se había mantenido de erial, hoyado sin control alguno.
Diego L. Urbano Mármol.
(1)              Cornalina es un mineral, variedad de la calcedonia, de color rojo, usado comúnmente como piedra semipreciosa. Es una piedra energizante;  ya que por fuera es color plata y por dentro es roja. Se le llama también la piedra sanguínea.