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La Historia con algo de ficción. Los "no" historiadores, nos permitimos esas licencias
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Carta
de amor a un bicho
@Diego. L.
Urbano Mármol
Algo puede más que mi
pereza para escribir y es el complacerme a mí mismo con la colaboración en la
revista del mítico Círculo de Artesanos con alguna historia o relato de esos
que bullen por mi cabeza.
El
análisis que se antepone al inicio de la redacción y/o en la maceración de las
ideas es el título. No sé si existe alguna norma para esto o algún consejo de
la unión profesional de escritores sobre en qué momento se hace esto. Yo, por
norma general, suelo titular mis escritos en el inicio.
Considero
que un buen título puede ser un gran reclamo, pero no soy yo el que utiliza
esas astucias para conseguir lectores. Quien me va a leer me va a leer de todas
formas. Me imagino que mis lectores son personas asiduas a la lectura de la
revista al completo. Máxime cuando lo que quiero decir lo dejo siempre para el
final y aprovecho las tres cuartas partes de mi escrito a manera de preámbulo.
Si tuviera
tiempo y espacio sería capaz de salirme del mapa pues con tan solo escribir
“Circulo” (de Artesanos) me viene a la cabeza comentar lo actual de esa palabra
en términos políticos, pero claro, ya me iría por otros derroteros y perdería
al lector interesado en el tema que me trae y que he titulado, pues entiendo
que de análisis políticos estamos hastiados. También se me antoja no dejar
escapar las grandes y minúsculas posibilidades de juego que da un buen título.
En prensa este tema ya es el sumun. Redactores que juegan con los títulos para
manejar a su antojo cualquier información y aprovechar al «lector de desayuno»
con prensa, solo se queda con los titulares. Y es que un titular lo dice todo.
Y si lo dice todo ¿para qué escribir un artículo completo? Imagínense que un
escritor de novela policiaca titulara su obra «El asesino es el mayordomo».
Pues que tendría que emplear otros recursos para tener enganchado a la persona
que lo está leyendo y trata de desenredar el entresijo.
Sabía que
algún día tendría que darle forma escrita a los sentimientos de fascinación que
me produjo el volver a ver a quien me dirijo con estas letras. Y lo hago
dedicándole una carta de amor.
Querido bicho: espero que al recibo de
esta te encuentres bien y que la suerte te acompañe por «doquiera». Ante todo,
debo pedirte perdón por no haberte reconocido; y no porque no pusiera interés
fijándome con gran expectación, pero los años transcurridos desde que te vi la
primera vez y creciera mi fascinación por ti, han provocado un pequeño
deterioro en mi memoria. Creo que tú no
has envejecido como yo, te esperaba de otra manera, más cambiado. Cómo iba a
pensar que te mantendrías como hace cuarenta y cinco años. Me enamoré de ti con
tan solo un par de veces que nos vimos aquellas noches de verano en mis visitas
a mis abuelos. Admito que yo estaba más pendiente de ti que tú de mí.
Posiblemente jamás te fijaras en mi…
(Joder,
que tostón os estoy metiendo. Así, cualquiera termina de leer el artículo. Ni sé
escribir cartas ni soy romántico al escribir. No sé por dónde me he cogido esta
licencia).
Mi historia
comienza a principios del verano de 2021, cuando en unos de mis paseos
nocturnos por la ribera, entre los matojos, pude observar una luz que me llamó
la atención. Me acerqué pensando que era un teléfono móvil que alguien podría
haber extraviado. Agaché mi cabeza y fijé mi mirada hacia el lugar de donde
procedía esa extraña luz, pero no encontré nada de lo que actualmente pudiera
producir ese halo de luz potente y verdoso, al menos algún dispositivo
electrónico.
Rebusqué
entre los matojos secos con un puntero fabricado in situ, ya no me fiaba.
Allí
estaba él, el bicho de luz. Quise fotografiarlo, pero el flash anulaba su
torrente de luz, más bien la contrarrestaba. Por ese día terminaron los
contactos. Ahora tenía que documentarme. Actualmente todos llevamos una
enciclopedia encima. Pausando el paso comencé a asesorarme en un buscador de
internet buscando «bichito de luz»:
“[Los lampiridos (lampyridae)
son una familia de coleópteros polífagos que incluye los insectos
conocidos como luciérnagas, bichos de luz, curucusíes, 2 isondúes,
3 cucuyos y gusanos
de luz, caracterizados por su capacidad de emitir luz (bioluminiscencia). Muchas se pueden encontrar
en pantanos o en las áreas húmedas y
boscosas, donde sus larvas tienen una fuente de
alimento abundante. Son coleópteros de cuerpo blando relacionados con las
familias Lycidae, Phengodidae y Cantharidae, con una distribución mundial de
al menos 1900 especies conocidas]”.
Para que
nos sean más familiares: es un escarabajo de toda la vida; bueno, no, un tipo
de escarabajo que produce luz sin aumentar la temperatura. Esta llamativa luz
que ha encandilado a miles de generaciones durante toda nuestra existencia es
utilizada por estos insectos como reclamo amoroso y en época de aparearse. En noches
de verano —finales de junio y julio— podemos encontrarlos en zonas propicias
para ellos: lugares húmedos, con vegetación, ricos en caracoles y babosas,
cerca de agua no contaminada y, sobre todo. limpia de pesticidas.
Hoy en
día, como claramente existe lo contrario, es difícil verlos y hasta hay quien
piensa que se habían extinguido en la campiña. La saturación lumínica de los
espacios que recorremos tampoco ayuda a visualizarlos.
De pequeño
podía ver los machos volando con su intermitente luz (sólo los machos lo hacen)
en busca de alguna hembra que se encontrara escondida en las hierbas con su luz
fija para facilitar el contacto.
La casa de
mis abuelos paternos se encontraba bajo la muralla, con un gran espacio natural
entre ambas, el cual reunía todas las características para su hábitat. Después
de preguntar a vecinos del lugar, he podido constatar que en esa zona existía
una colonia perenne que hacia las delicias de la chavalería en las calurosas
noches del estío castreño.
Cerca de
cincuenta años han tenido que pasar para reencontrarme con ellos. Fue en el
verano del 2021 cuando las visualicé por primera vez. La zona donde las
encontré es un lugar donde suelo pasear desde hace bastantes años ya. Y jamás
las había visto; y mira que he visto bichos en mis paseos, fijándome a
conciencia, y en días posteriores pude contabilizar hasta tres o cuatro
hembras. Mientras que duraba el periodo de noviazgo, más o menos unas semanas,
siempre las localizaba en el mismo lugar. Al contrario de mis avistamientos
esporádicos de nene, que eran por el aire, éstas se encontraban fácilmente reconocibles
en el suelo. En el verano del 22 he podido contabilizar al menos el doble. Por
supuesto que no he querido publicitarlas por no molestarlas. Tan sólo se las he
mostrado a quien me ha podido acompañar en esos días.
La zona
donde se encuentran es un terreno baldío entre la N-432 y el río Guadajoz y
reúne las mejores características para el desarrollo de esta pequeña colonia.
No sé si
estos sentimientos que vengo a mostrar hoy en público los hago de una manera
imparcial al recordarme mi niñez, donde toda la familia se encuentra completa y
unida, o por la expectación que me produce esos bichos generando luz propia.
Posiblemente puedan ser las dos cosas.
Si te han quedado ganas escucha la música
[Historias de misterio e imaginación” (Tales of Mystery and Imagination. The Alan Parsons Project).
Delum.
Copa elegida como oficial hace unos años por la denominación Montilla-Moriles. |
El valor añadido de la cristalería.
“Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he
visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que
es soneto;
burla burlando van los
tres delante.” Lope de Vega.
Cuando me comentaron lo de colaborar con algún escrito en la Revista del Circulo de Artesano, a mi cabeza le dio por cavilar. ¿Tengo algo que contar? Ipso facto respondí afirmativamente. Podía escribir algo fuera del guión al que me tengo sometido(esas cosas de las antiguallas.
-Escribiré un artículo de Opinión
El tema que elegí , no es baladí, es algo que tengo trillado en mí día a día y del que algunos allegados ya están al tanto, Para mí, como descubriréis es de suma importancia.
Como uno; muchas veces, piensa que “va de sobrado”, cree que lo que cuesta tan poco de decir, va a costar lo mismo al escribirlo. Y no es así. Al escribir hay que tener mucho cuidado. Lo escrito se queda ahí. Las palabras dichas se las puede llevar el viento o donde dije” digo” ahora digo “Diego”.
Bueno, pues eso. Que hay que empezar a escribir, que me cuesta trabajo, que tengo que empezar si o si, que por eso me he comprometido. Tenía en la mente cómo empezar y después de las últimas informaciones sobre el tema que os traigo, he decidido cambiar como iniciar mi escrito. Os quiero hablar de los Vino Finos, y en especial el de nuestra tierra.
Quería empezar diciendo que había estado una vez en Valladolid de vinos, pero la reciente noticia que un vino fino de la denominación de Montilla Moriles habría alcanzado una nota muy importante en un importante concurso , me ha trastocado la idea inicial.
Esto ha ocurrido en el Concurso Internacional de Sumilleres de España. Los premios Akatavinos Civas. Un concurso donde 300 bodegas han sido nominadas después de haber analizado 3.000 vinos de diferentes categorías, siendo 150 las bodegas finalistas. Nuestra denominación no ha sido capaz nada más que de situar menos de una media docena. Destacando como ya viene siendo habitual en la categoría de dulces dos P.X. Uno de toro Albalá con la máxima puntuación, 99 puntos de 99. Pero la sorpresa me la he llevado con un fino, el Magnum Solera Fina María del Valle en rama, Que se ha llevado uno de los galardones “Civas Gran Oro” con 97 puntos.Esto es una buena noticia para nuestros finos ya que es el resultado de estar haciendo las cosas bien. Recordemos que Montilla Moriles fuera de su entorno pasa desapercibido por sus finos. Tan solo P.X, Amontillados o Olorosos marcan alguna pauta fuera de nuestras fronteras más inmediatas.
Ahora, si. Estuve hace unos años en Valladolid de vinos. Me quedé sorprendido de la cantidad de personas que consumen vino. Creo recordar que era viernes noche cuando anduve de bares. El ambiente era fenomenal. Numerosos establecimientos se dedicaban en especial a la venta de ese rico elixir. Mucha gente joven “estaba de vinos”. Por lo que pude comprobar; cuando me recogía hacia mis aposentos, cuando tiraban las botellas vacías a los contenedores el líquido rojizo se había consumido de una forma desorbitada.
Esto, y otros detalles que vi en la comarca me llevan a pensar sin error alguno que en esa zona hay cultura vitivinícola y enológica, cosa que aquí no existe. ¿Por qué?
Hace ya muchos años unos ingleses en una de las comarcas donde se crían vinos finos descubrieron que a los barriles que se le formaba una "telilla" en la superficie y se le mantenían, a ellos le parecía que el vino que se producía era más gustoso. Hasta entonces, los bodegueros pensaban que esa "costrilla" que se formaba era un defecto del vino, incluso añadían productos para que esta desapareciera.
La observación de los ingleses fue madurando y la puesta en marcha de esa nueva forma de crianza fue tomando auge en las demás zonas vitivinícola. Recordar que son tres. Jerez, Sanlúcar y Montilla-Moriles.
Nació una forma diferente para producir este nuevo tipo de vino. La crianza biológica bajo velo de flor con un sistema de trasiego entre diferentes barriles llamados criaderas. Así iría pasando el vino por diferentes estados. Desde la fila más alta que estarían los vinos mostos hacia abajo haciendo escala en las siguientes filas hasta llegar hasta la situada junto al suelo, a la que se le llamara Solera. Este trasiego durará varios años y se irán rellenando los huecos resultante de los refrescos y de la cantidad de vino que se saque de la más abajo.
La denominación de origen Montilla-Moriles marca unas pautas de obligado cumplimiento; aunque hoy en día no se lleve a cabo por las nuevas tendencias que existen en el mercado, este principalmente es el sistema. Los vinos finos deben de tener 15º grados de alcohol, a la solera no se le podrá sacar más de un 30% al año y el vino fino ha debido estar en madera al menos tres años.
Hay una falsa creencia; muy extendida, en esta zona y que la he escuchado muchas veces que es la de beber vinos más joven porque son más ligeros de alcohol. El vino de tinaja o mosto debe tener 15 º para poder entrar en el circuito de las criaderas. Por lo consiguiente las soleras sean de los años que sean debe tener los mismos grados, al menos mientras estén bajo crianza biológica. Otro caso es que pase a la oxidativa, ésta dará otro tipo de vinos que no vienen ahora al caso.
También hay en el mercado vinos con menos contenido alcohólico pero estos jamás se podrán vender como “fino” sino como “vino” a secas y están amparados también por la denominación.
Creo también que no hay en esta zona cultura vitivinícola y/o enológica porque hay arraigadas muchas falsas creencias. La misma denominación de origen no explica bien las cosas. Hay personas que aún piensa que un vino de tinaja es un vino en rama. Hoy se envasan vinos de tinajas en cajas que están tratados o filtrados para que duren más tiempo envasado. Aunque sigan siendo un mosto por no haber pasado por madera, ya no está como salió del recipiente. Vino o fino en rama será pues el que ha salido de su recipiente sin haber sido manipulado. Tenga 3 o 7 años.
Otro error es pensar que criar fino es una labor sencilla y hasta hace poco existía la moda de tener un barril de dos arrobas creyendo que podría conseguir un buen resultado. Más bien estos servirían de envase para soportar el liquido y era muy normal que el mosto comenzara a degradarse una vez vertido, llegando a “subirse de color”, incluso a coger cierto sabor a coñac.
Uno de los estigma más grande de estos vinos es la de haber sido la bebida más frecuentada para las borracheras por ser quizás la más barata, cuándo whiskys, ginebras y rones u otras más españolas como anís o coñac, con el triple de contenido alcohólicos se han visto más valoradas. Incluso las primeras más estilistas. “tomar un whisky”,¡ ja,ja!. ¡Como los irlandeses!.
Hoy en día los vinos malos han desaparecido. Han quedado los buenos y los mejores. Los criadores se afanan por ofrecer finos de mucha calidad. De hecho, quien frecuente la Cata del vino que se celebra en Córdoba en el Mayo cordobés habrá comprobado que las numerosas bodegas presente llevan los más granados de sus bodegas y que la juventud acude masivamente a la cita. Algo falla cuando durante el resto del año no vemos a los jóvenes beber fino. La razón, a mi entender es que nadie trata de fomentar estos cardos a diario, tan solo en ocasiones.
A mí alrededor veo a muchas personas que están al día de lo que acontece en el mundo de los vinos de moda. Se pusieron en los primeros puestos de consumo hace unos años un vino Italiano muy parecido a un tinto clarete con gaseosa llamado Lambrusco. Ahora es otro que, aunque ya se produce en muchas bodegas españolas el origen es también de nuestros vecinos mediterráneos, el Frizzante.
Vinos blancos, rojos , rosados, con burbujas o sin ella. Todos están muy ricos, muy gustosos de beber y muy dulcecitos, ¿sabor a palote de fresa?. ¡ A saber lo que lleva la Coca- Cola!.
Pero los que vedad nos han ganado la guerra son los tintos. Todo el mundo habla bien de las excelencias de los tintos, hasta los médicos. Lejos quedaron los consejos sobre los finos del Doctor Concha.
El personal sabe lo que es un tinto cosecha, tintos crianzas y reservas. O grandes reservas. El que más, no ha pasado ni un año en barrica. Recordar que como mínimo tres años para un fino.¡ Con lo que chupa la madera!.Nada de crianza bilógicas. Buenas añadas y nuevas barricas, y a disfrutar. Cualquier bodega de finos tiene barricas de dos siglos. La de tintos tiene una vida de siete u ocho, son otras formas.
El usuario gira la botella de tintos y lee la contra etiqueta. Sabor a tabaco, frutos rojos, tabaco, vainilla, tierra y yo no sé que más sabores escriben. Yo no saco ninguno.
¡Alto! Este con carne, con pescado no. Abra, oxigene, decante. Todo un ritual. El barista te ofrece una carta de vinos que no se la salta un galgo. Te invita a ver su vinacoteca a trece grados de temperatura, ni uno más ni uno menos. Te sirve para que pruebes en una copa de balón, que cuando la levantas teme por su vida. Cristal de bohemia del bueno. ¿Quién es capaz de decir que está malo? Ah sí, tu compañero dice que parece que está picado.
Cuidado: No se gira la botella. Se gira la mano del sacacorchos. Que hay que hacer bien las cosas.
¿Cómo no se puede pedir una copa de tinto? Con lo que se chulea con la copa, si pareces que tienes un trofeo en la mano. La copa es de primer premio, el vino igual es un cosechero.
Desde luego que estoy siendo muy frívolo con los vinos tintos. Esos por querer explicar en dos segundos su crianza, así, a voz de pronto. Como si eso fuese así de sencillo. Aunque lo que he tratado más el “parchoseo” que existe a su alrededor que en su elaboración.
Blanco o tintos han mejorado en España en los últimos años una exageración. El cultivo de nuevas variedades de uvas y el perfeccionamiento en el tratamiento de la uva y la temperatura de recolección, los nuevos sistemas de prensa y fermentación controlada, de almacenaje de los mostos bajo hidrógeno y la posterior crianza selectiva, unidos al conocimiento del público que los consume; cada vez más exigente, tanto dentro del país como el extranjero, está llevando a una maratón diario en las bodegas por sacar lo mejor. .
Miles de actividades se organizan alrededor del mundo del vino, concursos, catas, enoturismo , maridajes, etc.etc. Con un solo resultado: el vino está de moda.
¿Y por qué no arrancan en esa moda los finos de Montilla- Moriles? Por muchos motivos a mi entender.
Una revolución en el envase se produjo cuando a alguien se le ocurrió meter una bolsa en una caja; en Inglés “Bag in box” . Desde luego que este sistema garantiza la calidad del vino al estar reservado de la luz y el oxigeno, pero no es lo más vistoso para el vino en la hostelería. Debería rellenarse botellas o jarritas u otros envases atractivos, para hacerlo llegar al consumidor y tener las cajas fuera del alcance de la vista, y si se opta por tenerlos en la barra, estos deberían de estar lejos de fuentes de calor en lugares frescos, no al lado de la máquina del café, por ejemplo.
Hay denominaciones que prohíben comercializar sus vinos en estos envases, solo pueden ser embotellados.
Otro problema es la numerosa oferta de marcas de vinos que se tienen en algunos establecimientos, provocando que la rotación de estos sea mucho más lentas. Y sobre todo la cristalería que se utiliza: el catavino generalizado hace años que no es recomendado para servir estos vinos, tan solo para el capataz de bodega a la hora de registrar las botas. Este catavinos lleno hasta arriba ni es vistoso ni es atrayente. La gente joven necesita estar al día, renovarse constantemente, estar a la moda, destacar, ser innovador y, desde luego, con el catavinos tradicional no lo es.
Una copa grande con un pié alto. Medio llena o medio vacía; como les guste a los señores. Con ese liquido elemento verdoso si es de Moriles o alimonado si es de la Sierra. Co ese saber estar de los jóvenes. ¡Qué rico! Explicar cómo distinguir uno y otros.
Con este breve resumen de algo que va tan unido a la historia de la humanidad trato de aportar un pequeño gesto para la revolución que debe de producirse en un sistema tan asentado.
Brindo por ustedes con un buen fino y una bonita copa.
Saludos y Felices fiestas.
Diego L. Urbano Mármol. Diciembre 2021.
P. P.D: Consultando las normas oficiales publicadas de la D.O vinos con unas décimas más o menos también se reconocen como fino, ejemplo 14,5. las sacas de la solera repartidas en dos o tres al año no pasaran del 40% del volumen.
·
Castro del Río pertenece a la D.O Montilla Moriles y aunque el
cultivo de la vid en el ruedo de la villa es prácticamente marginal no lo es
así en nuestra pedanía del Llano del Espinar. Estos se consideran de máxima
calidad por estar limítrofe con lo que conocemos por “La sierra de Montilla”.
Salvar al Molino Ryan.
Hace unos
días, unos amigos míos, paseando por la ribera, observaron como una cabra
estaba pasando serios apuros para salir del río. Al parecer se había arrimado
tanto que la tierra húmeda en pendiente le había servido de trampolín hacia el
agua.
Viendo que
la cosa se complicaba decidieron intervenir. Es el acto reflejo que solemos
tener los humanos. Sin pararse a pensar; si esa cabeza animal que
sobresalía era la misma representación del diablo o si de un acontecimiento que se adelanta en un
día al de su sacrificio en el matadero, bajaron hasta la orilla para intentar
ayudar al pobre animal. Necesitaron los brazos de tres hombres, que, aunque con
bastante dificultad lograron poner a salvo al caprino.
Todos sabemos que tal especie da mejores
quesos que derroche de simpatía, pero. Ahí queda la gesta. Luego descubrieron
que estaba preñada, así la dificultad añadida de salir por su propia fuerza.
Este hecho
verídico me va a servir como
introducción al tema que os traigo.
Se sabe que
desde la prehistoria que los pueblos ribereños han gozado de un adelanto social y
cultural al de los pueblos sin acceso a ríos.
La fuente de vida y los recursos
que aporta el tener agua cerca y la navegabilidad en muchos casos de ellos, propiciaron el asentamiento de grupos humanos y por ende, el comercio con otros
pueblos.
Castro del
Río desde los primeros asentamientos ha
mirado pendiente a su río. Es ahora, en los últimos años, cuando parece que le
hemos dado la espalda al Guadajoz. La
desaparición de la huerta, la falta de pesca, la pérdida de utilidad para el
baño y el recreo han propiciado que el castreño mire al río como parte del
paisaje, y poco más.
La
construcción de la presa favoreció la continuidad del cauce durante todo el año,
y el control de las crecidas. Hoy en día es normal ver más caudal de agua en
verano que en invierno. El motivo es el de mantener los cultivos
en su entorno y en los del Guadalquivir.
En los terrenos convertidos al regadío en las últimas décadas tan solo vemos beneficiado el olivar. Con las
construcciones de grandes balsas y la mecanización de los riegos se ha podido llevar el líquido elemento a
zonas inimaginable. El contacto del hombre con el río no pasa de un
automatismo.
Pero la cultura ribereña influye en el paisaje y en la arquitectura
más de lo que imaginamos, también hemos dicho que en el carácter de sus
habitantes.
No es menos
cierto que en los últimos años ese paisaje está cambiando a paso agigantados.
Estamos perdiendo la huerta y sus casas, los secaderos de tabacos, los tejares,
las azudas, las torres de los molinos de vigas, los molinos y las norias. Y lo
peor dejamos perder hasta los vestigios de estos.
Es por ello
que nuestra generación tiene hacerse responsable de la conservación y/o
recuperación de estos, o al menos de algunos, elementos.
Castro del
Río destaca en el último siglo más por destruir que por conservar su
patrimonio. Y no, los castreños en general no somos culpables, no podemos
culpar a un pueblo entero. Es responsable a primera instancia el que ejecuta el
daño y en segunda la generación de castreños que ha debido defender con uñas y
dientes el legado que recibimos de nuestros ancestros. ¿Cómo voy a sentirme
culpable por la pérdida de la Fuente de San Roque? En todo caso algo de culpa
por el yacimiento de El Arca.
Lo que quiero decir por si no se me entiende,
es, que estamos obligados los de ahora a
proteger lo que tenemos por lo menos.
Una vez que
has llegado hasta aquí debes haber atisbado
el motivo de mi proclama.
Desde hace
unos años atrás; desde diferentes grupos e instituciones, incluso de particulares de forma esporádica, aislada y
anárquica, se viene hablando del abandono del un edificio que todos solemos ver
a diario. Me refiero al molino “Poncima”.
No puede la
sociedad castreña de turno cometer más fallos. Debemos concienciarnos que hay
que salvarlo, y cuando lo estemos, promover las acciones pertinentes para que
el gobernante de turno ejecute.
Lo primero que quiero recalcar es que cualquier particular, institución u organismo puede presentar un dossier en la Delegación de Cultura argumentando y documentando los motivos por los que se quiere inscribir en el catálogo como Bien de Patrimonio Cultural o cualquier otra categoría, y por lo tanto, su defensa. Sea quien sea su propietario.
¿Y por qué
ese empeño por ese edificio cochambroso?
Porque es lo
poco que nos queda de nuestra cultura, de nuestra manera de ser, de las
huertas, de los buenos hortelanos, de las acequias, de los bañaderos y las
azuas, de las norias, de los molinos de pan, de las pesca de barbos, de los
lugares de ocio, de las alamedas. En definitiva, de la vida de este pueblo, y
de la muerte también en ocasiones.
Recuerdo que
en el museo Arqueológico de Doña Mencía mostraban un cangilón cerámico que decían de origen romano hallado en Castro
del Río, no sé yo si la datación es la más correcta, pero ahí lo dejamos.
Este edifico
que está a la vista desde el llano de la Fuente es un edificio del que tenemos
noticias desde el siglo XVIII por un pleito, al menos su noria.
“ De 1730 data un pleito recogido por José Rodríguez Molina, “sobre riegos de tierras en el sitio de la Rinconada y una azeña, azua y noria en ellas”, donde se registran las labores llevadas a cabo para la reparación de la noria que se hallaba instalada junto al molino de Aguayo o de Poncima y que incluye algunas noticias muy interesantes sobre sus características. En dicho documento su propietario, Pedro José de Aguayo, manifiesta “que en el sitio del Río Viejo de esta villa tengo y poseo, por mia propia, una guerta que se riega con noria de buelo antigua del río Guadahoz” y que en dicho sitio “están las más de las norias de la Rivera de esta villa, pues con una se riegan guertas de diferentes dueños”. El propietario acuerda con un albañil y un carpintero la reparación de la misma quienes, tras visitar su emplazamiento, “declaran que para aderezar la noria de buelo que tiene la guerta del referido en el sitio del Río Viejo, y aviendo visto y reconocido la postura en que está, hallaron no poder andar en la canal en que de presente se halla y para que pueda andar es preziso mudar la dicha noria a la canal que está inmediata de la azeña de pan moler y para la dicha azeña hazer otra canal de lo cubierto de dicha azeña para que pueda moler la piedra que de presente tiene, y que de otra forma no podrá andar dicha anoria por estar refundido el muro della” (J. Rodríguez Molina, Regadío Medieval Andaluz, Granada, 1991, pp. 104-105, 147-148 y 176). “
Dicen que
Guadajoz significa “río del pan” por la
cantidad de molinos harineros que se encontraba en su cauce en época del
dominio musulmán.
Existen
numerosas publicaciones en Andalucía referente a la arquitectura
hidráulica y su uso que se basan en
informaciones aportadas por los protocolos notariales castreños que se mantienen
desde el siglo XV.
Para la
recuperación de la noria de la Albolafia
se utilizó el patrón de la noria Castreña del Repiso.
Juan
Bernier, creo recordar (hablo de un libro sobre la provincia de Córdoba que me
prestaron hace muchos años) le dedicó unos versos a las norias castreñas
titulado “El llanto andaluz de las norias”. He intentado dar con él de nuevo
pero por el momento no lo he conseguido.
Hasta los
años 80 se han podido ver norias en Castro del Río, las más famosas la del
Repiso y la de Carbonell. Hoy en día o hasta hace pocos años tan solo quedaba
una noria intacta río abajo, y se intentaba mantener en secreto porque era
metálica. Desconozco si se mantiene o ha sucumbido a alguna crecida o peor aún,
si ha sido descubierta por los recuperadores de chatarra.
Porque ese edificio es el vestigio de todo esto. Ese
edificio es núcleo de la cultura castreña, de su sociedad y de su economía.
Castreños no podemos fallar una vez más.
Por todo
ello el ayuntamiento debería de clarificar la propiedad y
ponerse en contacto con su o sus
propietarios para poder llegar a un acuerdo que deje a todas las partes
satisfechas.
Una vez en
propiedad municipal someterlo a una restauración y puesta en valor. Recuperando la noria y uso al edificio para actividades culturales.
Le doy las
gracias a Paco Cívico por aportarme algunos apuntes históricos y a Lolo
por pasarme un montón de fotografías.
Diego L.
Urbano Mármol.