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Si notais que llevo mucho tiempo sin escribir, posiblemente me esté pasando la mismo que le ocurrió a García Birlán.
"El deber me ordena que os dedique esta crónica y la pluma se niega a escribirla. Se amontonan las notas en mi imaginación y la péñola no sabe darles forma. Esfuerzo el pensamiento, concibo ideas, bullen las palabras en la mente y aun permanecen blancas las cuartillas."

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¿Un cateto escribio esto?:

Esta cárcel que, durante varios meses, le dio ocasión de un trato prolongado con el mundo variopinto del hampa, verdadera sociedad paralela con su jerarquía, sus reglas y su jerga, parece ser, con mayor probabilidad que la de Castro del Río , la misma donde se engendró el Quijote, si hemos de creer lo que nos dice su autor en el prólogo a la Primera parte: una cárcel «donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación», y en la cual bien pudo ver surgir, al menos, la idea primera del libro que ocho años más tarde le valdría una tardía consagración.

Cervantes en su vivir .

Jean Canavaggio

sábado, 12 de diciembre de 2009

ALUMBRADOS O ILUMINADOS CASTREÑOS, A SABER:


“Alumbrao” me imagino que ha habido y los habrá en este pueblo, yo mismo lo fui (aunque fuera con una linterna). Hace bastantes años, en una acampada nocturna fuimos alumbrados por una collera de amigos de lo ajeno.
En el caso de los “Iluminaos” recuerdo con “cariño” un escrito donde un viejo amigo expicaba que decian de él, ser un iluminado.
Noticias anteriores las escuché de pequeño, eso si distorcionadas por culpa de la censura que mi abuela propinaba al narrador de estas historias, Dieguito “el Campanero”. Se pasaba despues de la oración por la calle Concepción y entraba al gran patio donde no encotrabamos toda la familia al fresco, contaba esas historias sobre Los Macabeos, que decia estar poseidos por esos poderes Celestiales.
Pero vamos a pasar a la parte mas oficialista de este movimiento haciendo una introducción de quienes fueron realmente y presentar un caso sucedido en Castro del Rio, mencionado en La Historia de los Heterodoxos Españoles.
- Los alumbrados fueron un movimiento religioso español del siglo XVI en forma de secta mística, que fue perseguida por considerarse herética y relacionada con el protestantismo. Tuvo su origen en pequeñas ciudades del centro de Castilla alrededor de 1511, si bien adquiere carta de naturaleza a partir del Edicto de Toledo de 1525.
Los alumbrados pueden englobarse dentro de una corriente mística similar desarrollada en Europa en los siglos XVI y XVII, denominada iluminismo que no debe ser confundida con la secta de los iluministas bávaros(o illuminati), ni, evidentemente, con la Ilustración. Es muy habitual utilizar el nombre de iluminista como sinónimo de alumbrado. También se utilizó en la época el nombre de dejado.
Los alumbrados creían en el contacto directo con Dios a través del Espíritu Santo mediante visiones y experiencias místicas, lo cual llevó a la Inquisición Española a promulgar al menos tres edictos en su contra. Algunos místicos como Teresa de Avila fueron inicialmente sospechosos de pertenecer a los alumbrados.
- La referencia que encotramos es la siguiente:<<>><< En Castro del Río, una beata de hábito carmelitano refirió muy en secreto a su confesor cierta revelación que había tenido, según la cual él y ella debían morir a la semana siguiente, acompañando su tránsito grandes prodigios. Él lo tomó tan de veras, que repartió cuanto poseía y divulgó el milagro, haciéndoselo creer a la marquesa de Priego, que mandó retratar a la beata y fue en persona desde Montilla, con su nieto y heredero de su casa, a presenciar aquellos asombros. >>

Esta noticia la cuenta D. Juan de la Sal. Obispo de Bona en unas cartas dirigidas al Duque de Medinasidonia el 21 de julio de 1616.
Y que encotramos integra en Las Curiosidades Bibliograficas, colección escogida de Obras raras de Amenidad y Erudicion.
<< En Castro del Rio, lugar del estado de Priego, del obispado de Córdoba, una beata, moza carmelita, fué en pocos dias de hábito entrando con Dios nuestro Señor en tanta familiaridad que no habia entre ellos cosa parrtida, como dicen. Conversaba con él como un amigo con otro, y como buena hija daba cuenta de todo su interior al fraile, su confesor, hasta que de lance en lance vino a certificarle en gran secreto de-que babia tenido expresa revelacion de que a los diez dias de marzo que pasó, en que la iglesia de Córdoba celebra la fiesta del santo Angel de la Guarda, la llevaria el Esposo para si, y que siete dias antes puntualmente le daria un dolorde costado, de que al sexto, desahuciada de los médicos, la olearian, y al punto del amanecer de la mañana siguiente, que seria el seteno de su mal y el último de su vida, le saldrian a los piés y manos y costado visibles las llagas de Cristo crucificado, y no le saldrian antes por excusar que se viesen al tiempo de darle el santo óleo; y que serian tantos y tales los milagros que Dios obraria por medio de las reliquias de su cuerpo, desde el momento que espirase, que no la enterrarían con el oficio ordinario de difuntos, y antes que el año se cumpliese la beatificaría el Padre Santo. Finalmente, que le decia el Señor que hiciese tres retratos suyos: el uno para enviar á su santidad, el otro para su majestad, y el tercero para poner en el altar de la iglesia donde estuviese su cuerpo. El confesor, oyendo estas maravillas, entró en deseo de acompañar a la Santa; y pidióle encarecidamente que alcanzase de Dios que lo llevase consigo. Pidiólo, y tuvo revelacion de que su padre espiritual la segui ria cinco dias despues de su muerte. El, lleno de alegría con esta buena nueva, repartió liberalisimamente cuanto tenia en su celda. Comenzó á predicar aquellos dias con increible fervor, y hacia extraordinarias penitencias por disponerse mejor. Todo esto estuvo secreto entre los dos hasta que, Ilegado el dia señalado, en que el dolor de costado habia de darle á la beata, y dándole con efecto, le pareció al confesor que era bien, siendo el negocio ya seguro, dar parte á su provincial y á alguno de los mas autorizados religiosos de su órden, y aun de otras que estaban en la comarca, para que todos viniesen, como ‘vinieron, á ser testigos de aquesta maraviIla. Dió tambien cuenta a los marqueses de Priego, que por su devocion, pagaron luego al pintor para que hiciese los tres retratos; y la Marquesa madre fué en persona a Castro del Rio, desde Montilla, llevando al nietecito, heredero de su casa, que es tambien mudo, como el padre, con esperanza de que haria la Santa algun milagro. No debió el padre confesor de dormir mucho aquella noche; y antes que Dios amaneciera fué en busca de las llagas, que era la señal que había dado la Santa. Pero no quiso Dios que las hallase, de que quedó medio atónito. Juntó luego a los padres, y dióles la negra nueva de que no babia rastro nl pensamiento de llagas; con que comenzaron á entrar en sospecha de que podria todo no ser agua limpia. Juntóse á esto que una persona grave, á quien la enferma habia entregado gran cantidad de papeles cerrados y sellados, escritos de su mano, con órden de que en ninguna manera los abriese hasta despues de su muerte, porque era esta la voluntad del Señor, entró en curiosidad de que por dicha estos papeles le darian luz de la verdad o vanidad del negocio; y así, se encerró á solas, y abriéndolos, batió por cabeza de proceso que en tal dia y á tal hora le había mandado el Señor que abriese aquellos papeles en manos de Fulano, que era gran siervo suyo, por su mucha virtud, muy agradable á su divina Majestad. No hubo leido estas palabras, cuando volvió como un rayo adonde estaban los demás, y habiéndose las leido, les dijo, lleno de celo: «Padres mios, todo es vanidad; porque para mayor confusion mía, el dia que dice ella que Dios le dijo que yo le era agradable, fué cierto que estaba en su desgracia, y lo habia estado y lo estuve algunos días antes y despues. Acabaron con esto de persuadirse á que era llusion o fingimiento cuanto decía la beata; y así, acordaron prudentemente que luego se le dijese, por el riesgo en que estaba de morirse, que si habla engañado fingiendo todo lo dicho, pidiese perdon á Dios, y se confesase de todo con arrepentimiento; y si habia sido engañada del demonio, tambien reconociese y confesase su culpa de haber sido frágil en creerlo.