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Si notais que llevo mucho tiempo sin escribir, posiblemente me esté pasando la mismo que le ocurrió a García Birlán.
"El deber me ordena que os dedique esta crónica y la pluma se niega a escribirla. Se amontonan las notas en mi imaginación y la péñola no sabe darles forma. Esfuerzo el pensamiento, concibo ideas, bullen las palabras en la mente y aun permanecen blancas las cuartillas."

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¿Un cateto escribio esto?:

Esta cárcel que, durante varios meses, le dio ocasión de un trato prolongado con el mundo variopinto del hampa, verdadera sociedad paralela con su jerarquía, sus reglas y su jerga, parece ser, con mayor probabilidad que la de Castro del Río , la misma donde se engendró el Quijote, si hemos de creer lo que nos dice su autor en el prólogo a la Primera parte: una cárcel «donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación», y en la cual bien pudo ver surgir, al menos, la idea primera del libro que ocho años más tarde le valdría una tardía consagración.

Cervantes en su vivir .

Jean Canavaggio

lunes, 4 de enero de 2021

La Cantamora y otras historias.

 

Casa Mendoza- Castro del Río.

 

  No dudo que normalmente me ocurre como al granadino y maestro racionalista que ejerció por un tiempo la escuela moderna de Castro del Río a principios del siglo pasado: don Antonio García Birlán(1). Este, con sus formas amables y extrema sensibilidad, describía así algunos de sus pensamientos "El deber me ordena que os dedique esta crónica y la pluma se niega a escribirla. Se amontonan las notas en mi imaginación y la péñola no sabe darles forma. Esfuerzo el pensamiento, concibo ideas, bullen las palabras en la mente y aún permanecen blancas las cuartillas." 

No es que yo quiera posicionarme a su altura intelectual, pero por semejanza os diré que mi cabeza siempre tiene proyectos, investigaciones y un inmenso batiburrillo de información, que me cuesta, bien por pereza, bien por falta de capacidad, darle forma escrita. Pero tengo que sacar fuerza de donde las haya dentro de mi cuerpo para romper con la neblina de vagancia que mantienen mis dedos paralizados. 

Siempre es un honor para mí que Miguel Morales me sugiera una colaboración, y si además es para aportarla a la revista del Circulo de Artesanos, el gozo es superior. 

Quiero recordar que en Artesanos escuché mis primeras conferencias de mano de los más granados investigadores de épocas pretéritas de la provincia de Córdoba. A voz de pronto, quiero recordar a Nieto Cumplido, Calvo Poyato o a María Dolores Ruiz Gómez. Por entonces, el Circulo de Artesanos gozaba de buena salud. No es menos cierto que entre sus rescoldos aparece esta interesante publicación que, con su negativa a apagarse, mantiene la llama encendida para que esta sociedad tan emblemática en este pueblo no desaparezca. 

El asunto que os traigo es bien conocido por todos los castreños, pero no por ello debemos pensar que no tiene ciertas e interesantes particularidades. 

Quiero hablaros de La Cantamora. Al principio no sabía cómo enfocar un tema tan castreño y tan general y decidí comenzar haciéndolo de modo muy particular, con mis vivencias. 

Lo primero y lo que más tiempo me ha llevado es intentar buscar historias y referencias sobre el personaje en cuestión. Una vez recabada la información a la que he podido tener acceso, me he querido asegurar que se trata efectivamente de un localismo. Esta palabreja la pondremos entre comillas: “localismo”, pues. 

De ese modo organicé entre mis amistades de una red social, de diferentes lugares del territorio nacional, una encuesta. No puedo evitar que ante esa palabreja me venga a la memoria aquella parte de la letra de Javier Krahe “Un burdo rumor”. Trece interesadas respondieron a la encuesta, de las cuales una no sabe, no contesta, y en las otras doce, división. Como veréis, se me puso en contra la mitad, es decir, seis. 

 Debo de decir que los participantes fueron de diferente sexo, siendo muchos los encuestados y pocos los participantes, no llegó a la veintena. Los lugares de los que respondieron me resultaron interesantes y muy significativos. Ninguno de los de fuera de Castro habían escuchado o sabían lo que era la Cantamora. 



Mi experiencia con la Cantamora la sitúo en el patio de mis abuelos paternos hace más de cuarenta años. Por otro lado, también me he puesto en contacto con mis herman@s y mis prim@s para consensuar nuestra imagen de esa mujer. Que no era ni más ni menos que una invención o una leyenda utilizada para meter miedo a los niños y así evitar que se acercaran a los pozos o se asomaran al brocal. 

En los pozos de las casas donde había niños habitaba una mujer mayor vestida de negro, esclava o prisionera morisca que por venganza por su situación emitía un dulce sonido o canto que seducía o motivaba el interés de los más pequeños para asomarse y encontrar en el negro fondo a su autora. Entonces la Cantamora te abrazaba y te llevaba hacia las profundidades para no dejarte salir nunca más. La pura verdad que en esa vieja casa de la calle Alta aquello funcionaba. 

Me imagino que en cada casa, en cada pozo o en cada familia, tendría una forma hecha a medida; no así su finalidad, que era la misma. 

Allá por el año 2000 nuestro mejor romancero y contador de historias ya fallecido, guitarrista y poeta, Pedro Cañasveras, nos dejaba unos escritos con una visión más bella y romántica sobre esta princesa morisca prisionera de los cristianos que protegía las fuentes y veneros de agua: 

“Cerrada la primavera

del mil doscientos cuarenta

las tropas de Fernando el Santo

conquistan Villa y fortaleza”.

Cuando un apuesto capitán

indaga, busca y encuentra

en una oscura mazmorra

a Cantamora medio ciega.” 

 

    El origen de estos residentes o protectores de las aguas lo encontramos ya en la mitología griega con las Náyades, esta eran las ninfas vinculadas al agua dulce, o la diosa latina Yuturna. 

En los años 90 del siglo pasado un grupo de amigos llamado “Los Romeros de La Cantamora” (entre los que estaba yo) participaron en varias ediciones de la Romería de la Virgen de la Salud, construyendo varios años una decoración en la carroza donde se recreaba un lugar con pozo. 

Actualmente existe en la localidad un grupo cultural y editorial activo dedicado a publicar libros de autores o temática castreña llamado “Cantamora”. También editan una revista con el mismo nombre. 

Lo más interesante de esta historia nuestra puede ser el origen, en principio difícil de responder, ya que hay en España tres lugares más donde existe una Cantamora; todas, excepto una, están ligadas al agua. Encontramos a la Cantamora en: 

 

·         Torrejón del Rubio (Cáceres). Allí nos cuestan la historia de dos amantes: un cristiano y una musulmana, Sara. De asedios a Castillos, de Fernando III y de la reconquista de Córdoba en 1236, lugar donde murió el joven. Ella murió de pena y algunas veces se suele ver una sombra por algún torreón. Los del lugar dicen ser la joven morisca.

·         La Cantamora del Pozo de Velasco en Badajoz. Dicen que en ese pozo vive una mora maldita por el castigo de su padre, mago iracundo, o que una joven morisca que escapa de su presidio calló al agua. Por las noches o la noche de San Juan un canto llama la atención de quien ose pasar la noche allí, arrastrándolo hacia el interior de sus negras aguas. Nadie ha vivido para contarlo.

·         La de Usagre (Badajoz) es utilizada como aquí, para asustar a los niños para que no se acerquen al pozo. Nos hablan de un amor entre dos jóvenes de distintas religiones. El padre de la muchacha sorprende a la pareja y por la noche manda asesinar al joven cristiano, luego es tirado a un pozo, lugar donde se encontraban. Ella de pena se lanza al fondo del pozo. La joven miró al cielo, le robó brillos a las estrellas y a la luna una lágrima furtiva, escondió su mirada entre las manos y se dejó caer al agua. Fue entonces cuando el fondo de la fuente se abrió como si fuese una boca oscura y negra, sin lengua blanda y sin dientes afilados… y se tragó a la dulce doncella.” La noche de San Blas aparece en forma de sirena.

·         En Peñaranda del Duero (Burgos).Desde la lejana Al-Andalus a tierras de Castilla Llegó, esposada y vencida, la flor del virreinato.”  En este pequeño pueblo también mantienen la historia de un hada que se suele ver algunas noches en un torreón de su bello castillo. Espíritu de aquella joven prisionera que cantaba de pena.

        

Es curioso que este lugar de Andalucía; y solo en este, se mantenga una leyenda tan parecida a la de estos pueblos tan alejados, aunque con un nexo de unión: todos cuentan con castillo y periodos convulsos durante la reconquista. 

Sería difícil determinar el origen de esta historia, dónde se generó y en qué momento. Posiblemente una persona que participó en cualquier epopeya de cualquier época llevó o trajo la leyenda. Mucho sería imaginar que fuese durante la reconquista, pero esto no se puede atestiguar pues no mantenemos o conocemos documento escrito que pueda corroborar uno de esos datos.  

Es sencillo encontrar en este pueblo, Castro del Río, a la Cantamora y sus diferentes visiones o formas, porque ella está en la mente de miles de personas y que Antonio Aranda Gutiérrez nos mostró en este hermoso poema en la Revista de Feria del 2005: 

 

No te acerques al pozo niña,

que saldrá la “cantamora”

a cogerte del pelo

que tu tanto adoras;

cabellos oscuros

de pequeña gitana

que al lado de la hoguera

en las noches de invierno canta. 

No te acerques al pozo niña,

que saldrá la “cantamora”

a cogerte el vestido

que tu tanto adoras;

rosal estampado

que siempre vence el viento,

dejando que el sol penetre

a calentar tu bello cuerpo.

No te acerques al pozo niña,

que saldrá la “cantamora”

a coger los zapatos

que tu tanto adoras;

albergues serenos

que permiten besar

los perfiles más pequeños

del limpio suelo al caminar. 

No te acerques al pozo niña,

que saldrá la “cantamora”

a coger la muñeca

que tu tanto adoras;

callada ilusión

que a las niñas enseñan

a descubrir el amor

que sus corazones encierran.

No te acerques al pozo niña,

que saldrá la “cantamora”

a llevarte a su imperio

que reinan las sombras;

un mundo sin flores, 

sin sol que le dé vida,

sin zapatos, sin muñecas,

sin una callada sonrisa.


Nota: Desde tiempo inmemorial ha existido otra leyenda en Castro del Río sobre una princesa prisionera en la Casa Mendoza de esta localidad. Algunos eruditos locales de finales del siglo XIX y principios del XX dieron nombre a dicha mujer. Se ha venido defendiendo que la encerrara en dicho palacete podría ser la princesa de Éboli, aunque este supuesto no ha sido constatado con datos históricos fehacientes.

No he querido mezclar ambas historias por no encontrar nexo alguno. Me ha parecido dato curioso el recordarlo.



(1) Esta Reflexión de Birlan también aparece en la introducción general de este blog desde su creación y responde a un estado de mi mente que se asemeja a la de su autor.  

Otras fuentes:  ,http://proyectoacantaros2017.blogspot.com.

  @ Diego L. Urbano Mármol