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Si notais que llevo mucho tiempo sin escribir, posiblemente me esté pasando la mismo que le ocurrió a García Birlán.
"El deber me ordena que os dedique esta crónica y la pluma se niega a escribirla. Se amontonan las notas en mi imaginación y la péñola no sabe darles forma. Esfuerzo el pensamiento, concibo ideas, bullen las palabras en la mente y aun permanecen blancas las cuartillas."

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¿Un cateto escribio esto?:

Esta cárcel que, durante varios meses, le dio ocasión de un trato prolongado con el mundo variopinto del hampa, verdadera sociedad paralela con su jerarquía, sus reglas y su jerga, parece ser, con mayor probabilidad que la de Castro del Río , la misma donde se engendró el Quijote, si hemos de creer lo que nos dice su autor en el prólogo a la Primera parte: una cárcel «donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación», y en la cual bien pudo ver surgir, al menos, la idea primera del libro que ocho años más tarde le valdría una tardía consagración.

Cervantes en su vivir .

Jean Canavaggio

martes, 21 de septiembre de 2021

Restos de construcciones Industriales en Castro del Río. Las Torres de los Molinos aceiteros de Viga y Quintal.

                                                     Foto del asunto que nos trae. Castella.

Introducción.
Una de las cosa buenas que tiene escribir en estos medios es que garantiza la durabilidad de tu escritos. Otra es, que no tienen por que ser bueno para que te lo publiquen. Estas cuestiones son idénticas; por lo que conocemos hasta el momento, al subir a Internet tu obra. A priori parece que va a durar más que el hormigón de los romanos.
 En el fondo; y con resignación, esto es lo único que puedo hacer y que al parecer va a perdurar en el tiempo. Lamentablemente no será así para los protagonistas de mis últimas publicaciones en la revista de Feria. 
 El periodo que voy a intentar abarcar es el de la Pre industrialización y la industrialización, para luego centrarme en una de las actividades que la comprende, y es la que me aportará el tema principal.
 Con esto no piensen que trato de reescribir la historia económica de esta población donde su principal fuente de ingreso ha sido la agricultura. No por ello podemos dejar a un lado el peso de la industria en Castro del Río, que, lejos de ser algo marginal tuvo bastante relevancia. 
 Estas industrias nos han ido aportando durante estos años un patrimonio inmobiliario que aun podemos observar repartido por nuestro entorno, principalmente cerca de río. Estos inmuebles son cada días más escasos pero aún podemos encontrar algunos ejemplos dispersos de cada actividad. 
Los Molinos harineros. 
El año pasado abordé la necesidad de intentar salvar el último molino harinero que queda en nuestro casco urbano, El Molino Poncima o de Aguayo (https://www.uco.es/meridies/images/docs/molinodeponcima.pdf). 
 Tenemos otro muy cerca; a un par de kilómetros río arriba, en el mismo estado. El de Las Laderas ( https://www.uco.es/meridies/images/docs/molinodelasladeras.pdf ) . 
Antaño, la cantidad de estos molinos sobre el cauce del río que baña nuestra población llevó a los árabes a renombrar el Salsum de los romanos por otro en su lengua. Guadajoz, río del Pan. 
 Al día de hoy podemos apreciar que dicho molino está en estado de derrumbe eminente habiendo empeorado en los últimos meses. Apuesto que la techumbre no da este invierno. 
La misma suerte que la de los molinos han corrido sus norias. Era de tal importancia la actividad harinera en esta población que las norias trabajaban 12 horas para riego y otras doce para mover el empiedro de estos molinos a mediados del siglo XVIII.
 En 1754 el Marques de la Ensenada realiza el catastro sobre Castro del Río y enumera los molinos harineros dando un resultado de 6 Molinos. El mayor de ellos contaba con cuatro muelas. El de Aguayo o Poncima por ejemplo, dice que tiene dos. 
 En 1891 se recoge uno más, y son los siguientes: El de la Alameda (de Francisco Rodríguez Carretero y Osuna), el de Las Laderas (de Santiago Millán y Aranda y condueños), El de Aguayo (de Andres Rodríguez y Castro y condueños), Maderuelo (propiedad de los mismos de Aguayo), El de Hospital (de Gabriel Lovera y condueños) y el del Carmen (de Francisco Carretero). 
Fábrica de la Luz y azuda.


Las Fábrica de Luz.
 (Fotos fabrica de la luz)
 De las dos “Fabricas de la Luz” que estuvieron en funcionamiento en el siglo pasado en la Localidad podemos encontrar una de ellas con el Edificio en pie, y por lo que podemos apreciaren buen estado. Se encuentra justo al lado del puente (desde ahí podemos además apreciar su azuda) que se construyo en la circunvalación de la carretera de Montoro, aunque la entrada es por la N-432. De la otra, la del Campamento, aun quedan vestigios camuflados en el colegio que allí se encuentra.
                                                             Restos de un tejar

 Tejas y Ladrillos
(Foto tejares) 
Estamos de suerte porque, si nos empeñamos, podemos encontrar aun algún tejar familiar; de los muchos que estuvieron en funcionamiento en nuestra vega, camuflados entre las nuevas construcciones. De las dos cerámicas de bastante entidad y grandes hornos que existieron ya no encontramos resto alguno.
 Miles(o millones) de ladrillos castreños nos encontramos en los muros de los edificios construidos en Sevilla para la Exposición Iberoamericana de 1929.
 En 1754 existen en esta villa seis hornos de Cocer Tejas y Ladrillos. En 1891 nos encontramos con uno más. 
 Los propietarios de los hornos son: Rafael Sánchez- Rincón Tienda, Diego Melendo Merino, Francisco Castilla García, Bernardo Sánchez Bello, Francisco Millán Povedano, Jose Moreno Moral, Diego Sánchez. 
 Muchos de estos apellidos están presentes en los últimos propietarios de dichos hornos.
 Chocolates.
 Existió a principios del XIX una fábrica de chocolates que merece la pena recordad porque el edificio se mantiene aún en pie y bien conservado. Estuvo instalada donde hoy encontramos el reñidero en la calle Rincón, y como no podía ser de otra manera la marca de los chocolates era “Los dos Gallos”. 



                                                      Interior Bar Los Molinos
        

Los Molinos Aceiteros. 

 Por último hablaremos de la industria más numerosa y la más representativa de Castro del Río como son, los molinos de aceites. En ellos es donde podemos observar la evolución en la maquinaria. Desde el prensado por el apriete de una viga a la prensa hidráulica. De la utilización de animales para mover las piedras al motor, ya sea de gas-oil o eléctrico hasta evolucionar en los modernos molinos actuales. Hasta hace poco hemos podido comprobar cómo algunos molinos, que por abandono de la actividad hace bastantes años, habían quedado fosilizados. Ofreciéndonos una visión perfecta de los viejos molinos donde no había llegado la revolución industrial o se encontraban en la antesala. Creo que hoy en día están todos desmontados por falta de interés. 
La industria aceitera en Castro del Río era bastante numerosa. El Catastro de Ensenada nos dice que en 1754 existían 24 Molinos para moler aceitunas. La mayoría eran de 3 vigas y una muela aunque encontramos uno mucho mayor con 4 vigas y dos muelas. Casi todos tenían su bodega. 
 Sus propietarios eran hacendados, la mayoría no residentes. Los agricultores castreños podían elegir el que más le conviniese. Esta opción, me imagino, provocaría un intento de mejora en el servicio a los agricultores al existir una verdadera competencia. En el caso contrario encontramos Baena;( me ha parecido conveniente consultar el número de molinos en las localidades vecinas para hacernos una idea del peso de esta industria en esta villa) donde nos dice Ensenada que tan solo vio uno, y que era propiedad de un único dueño, el Ducado de Baena. No podemos caer el error de pensar que con un único molino se podría molturar toda la aceituna de su término, más bien creo que se refiere a un solo propietario. Dicho molino estaba compuesto por 24 vigas y 24 piedras. Espejo, tan solo tendría 3 molinos aceiteros. 
En 1813 existen 26, dos más en 1857, 32 en 1862 y 36 en 1886. La inmensa mayoría de ellos se encuentran en la salida hacia Baena formando un polígono industrial casi en exclusivo para esta actividad. Es por ello por lo que se conoce esa calle por “Los Molinos” compartiendo la denominación con calle Baena. 
Había otros repartidos por la población; siempre cercanos al río, y otros en su término. Tuve la suerte de conocer uno en perfecto estado, el molino de Las Cebaderas. He vuelto hace poco por allí y ya está todo destruido. Por entonces le dedique una reseña en mi blog:  http://historiasdecastrodelrio.blogspot.com/2011/11/cicerone-de-cicerone.html. 
Estas industrias han ido aportando durante años una cantidad importante de restos arquitectónicos. Estos mismos años, a su vez, se han encargado de destruirlos. La puntilla, la voraz actividad constructora de hacer un par de décadas. Inútil principalmente, ya que a mi modesta opinión, la población castreña no ha crecido y casi podemos encontrar el mismo número de casas construidas en terrenos recalificados, como casa vacías encontramos en el casco urbano. 
 En plan industrial la observación es la misma. Polígonos industriales sin desarrollar con nula disponibilidad de suelo. Agotados, frutos de la especulación y construcciones que para nada son las lógicas en estos lugares. 
 Hoy en día aun podemos encontrar en pie fachadas, cancelas, letreros cerámicos y otros restos. Alguno, aunque destinado a otras cuestiones mantiene algún tipo de distribución y arcos originales en su interior. 
 Cabe destacar el antiguo molino de Carbonell construido en la primera década del siglo pasado sobre otro más antiguo, El de Ramiro. Actualmente está convertido en Museo. Al parecer se habría respetado parcialmente su fachada, convirtiendo su torre de contrapeso en un mirador. 


 (Foto Carbonell) 
La empresa Carbonell. También instaló una gran fábrica en el llano Almagro de la que ya no existe restos alguno. 
Todo esto he tenido que escribir para encajar el asunto que me trae y crear contexto para mi tema principal que es el de” Las Torres de contrapeso de los molinos de Viga y Quintal”.



 Actualmente tan solo quedan dos de las muchas que se levantaron en este pueblo (También están casi desaparecidas en el resto de poblaciones donde se utilizó este método de presión). Son dos claros ejemplos de los tres tipos de torres que existieron (aunque me han dicho que en el Molino del Carmen pudiera conservarse aún su torre, que era maciza). 
 Tan solo cruzar el puente hacia la calle los Molinos a la izquierda visualizaremos una de estas torres. Es hueca y aun mantiene la hornacina, la capilla y los agarres de la estructura de madera que sujetaba los anclajes de la viga de presión.
(Foto Antigua Castella) 
 A unos metros y ya metidos en la calle nos encontramos una imponente Torre- vigía perteneciente al Molino de Agrofurisa. Actualmente en desuso.
 Se halla en muy buena conservación. Esta tiene una particularidad muy importante que la diferencia con otras de su estilo y es la de tener las escaleras por fuera de la torre.
 Estas Torres- vigías solían entrar en competencia con otras de su entorno por la altura, por lo que no podemos descartar que existieran otras de esas características. 
 Muy hábilmente y mejor gusto, el diseñador del edificio de viviendas de enfrente; donde antiguamente estuvo la fabricas de muebles de olivos de Joaquín Salido, ha creado un tipo de torre que sobresale de sobre él y que alberga el hueco del ascensor, creando visualmente una curiosa imagen. 
 La misma altura tiene; según mi opinión, la posible torre del molino de Carbonell . Esta aloja en su interior una vivienda y en la parte superior se aprovecharon sus vanos para hermosearlos con unas ventanas estilo mudéjar, resultando un curioso y bello mirador.
 El diseño arquitectónico de las torres de contrapeso de los molinos aceiteros variará en su decoración según el estilo (renacentista, barroco o neoclásico) y la época de construcción. Según el lugar donde se instalaran; algunas en el mismo casco urbano; la preocupación ornamental era más importante que las que encontramos en caseríos distantes. . Generalmente fueron levantadas con un tejado a cuatro aguas y aleros perimetrales, solían estar rematadas por un chapitel terminado en cruz y veleta. El acceso al mirador de las torres vigías se solía hacer por estrechas y empinadas escaleras. 
Estos elementos arquitectónicos que perduran, tan particulares y a la vez tan escasos, son señas de identidad de nuestro pueblo. (Foto moderna de las torres) 
Estamos tan acostumbrados a ellas que posiblemente nos resulte un apéndice más del paisaje que normalmente vemos a diario. Mimetizadas en su entorno. Puente, río, estatua. Ahora para allá, ahora cruzo el puente, ahora subo la cuesta de Los Mesones, ahora me asomo al Mirador.. Siguen allí, impasibles, sin que nadie les eche cuenta……………….. 
¡Escribe tú su final! 
Fuentes consultadas dignas de nombrar: 
 La Villa de Castro del Río 1833-1923. Aspectos Económicos, políticos y Sociales. Francisco López Villatoro. 
Guía de Córdoba y su Provincia para 1891 y 1892. M.Cabronero. 
Aproximación al estudio de la piedra molinaza o arenisca roja como material tradicional para la construcción de antiguas Almazaras en el Alto Guadalquivir Cordobés: Un análisis histórico-técnico de los molinos aceiteros con prensa-naves torreadas (1700-1900).Alberto Moreno Vega. 
Las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada. http://pares.mcu.es .


Después de escribir el articulo conocí esta foto donde podemos encontrar un montón de Torres miradores.

Diego L. Urbano Mármol.

lunes, 4 de enero de 2021

La Cantamora y otras historias.

 

Casa Mendoza- Castro del Río.

 

  No dudo que normalmente me ocurre como al granadino y maestro racionalista que ejerció por un tiempo la escuela moderna de Castro del Río a principios del siglo pasado: don Antonio García Birlán(1). Este, con sus formas amables y extrema sensibilidad, describía así algunos de sus pensamientos "El deber me ordena que os dedique esta crónica y la pluma se niega a escribirla. Se amontonan las notas en mi imaginación y la péñola no sabe darles forma. Esfuerzo el pensamiento, concibo ideas, bullen las palabras en la mente y aún permanecen blancas las cuartillas." 

No es que yo quiera posicionarme a su altura intelectual, pero por semejanza os diré que mi cabeza siempre tiene proyectos, investigaciones y un inmenso batiburrillo de información, que me cuesta, bien por pereza, bien por falta de capacidad, darle forma escrita. Pero tengo que sacar fuerza de donde las haya dentro de mi cuerpo para romper con la neblina de vagancia que mantienen mis dedos paralizados. 

Siempre es un honor para mí que Miguel Morales me sugiera una colaboración, y si además es para aportarla a la revista del Circulo de Artesanos, el gozo es superior. 

Quiero recordar que en Artesanos escuché mis primeras conferencias de mano de los más granados investigadores de épocas pretéritas de la provincia de Córdoba. A voz de pronto, quiero recordar a Nieto Cumplido, Calvo Poyato o a María Dolores Ruiz Gómez. Por entonces, el Circulo de Artesanos gozaba de buena salud. No es menos cierto que entre sus rescoldos aparece esta interesante publicación que, con su negativa a apagarse, mantiene la llama encendida para que esta sociedad tan emblemática en este pueblo no desaparezca. 

El asunto que os traigo es bien conocido por todos los castreños, pero no por ello debemos pensar que no tiene ciertas e interesantes particularidades. 

Quiero hablaros de La Cantamora. Al principio no sabía cómo enfocar un tema tan castreño y tan general y decidí comenzar haciéndolo de modo muy particular, con mis vivencias. 

Lo primero y lo que más tiempo me ha llevado es intentar buscar historias y referencias sobre el personaje en cuestión. Una vez recabada la información a la que he podido tener acceso, me he querido asegurar que se trata efectivamente de un localismo. Esta palabreja la pondremos entre comillas: “localismo”, pues. 

De ese modo organicé entre mis amistades de una red social, de diferentes lugares del territorio nacional, una encuesta. No puedo evitar que ante esa palabreja me venga a la memoria aquella parte de la letra de Javier Krahe “Un burdo rumor”. Trece interesadas respondieron a la encuesta, de las cuales una no sabe, no contesta, y en las otras doce, división. Como veréis, se me puso en contra la mitad, es decir, seis. 

 Debo de decir que los participantes fueron de diferente sexo, siendo muchos los encuestados y pocos los participantes, no llegó a la veintena. Los lugares de los que respondieron me resultaron interesantes y muy significativos. Ninguno de los de fuera de Castro habían escuchado o sabían lo que era la Cantamora. 



Mi experiencia con la Cantamora la sitúo en el patio de mis abuelos paternos hace más de cuarenta años. Por otro lado, también me he puesto en contacto con mis herman@s y mis prim@s para consensuar nuestra imagen de esa mujer. Que no era ni más ni menos que una invención o una leyenda utilizada para meter miedo a los niños y así evitar que se acercaran a los pozos o se asomaran al brocal. 

En los pozos de las casas donde había niños habitaba una mujer mayor vestida de negro, esclava o prisionera morisca que por venganza por su situación emitía un dulce sonido o canto que seducía o motivaba el interés de los más pequeños para asomarse y encontrar en el negro fondo a su autora. Entonces la Cantamora te abrazaba y te llevaba hacia las profundidades para no dejarte salir nunca más. La pura verdad que en esa vieja casa de la calle Alta aquello funcionaba. 

Me imagino que en cada casa, en cada pozo o en cada familia, tendría una forma hecha a medida; no así su finalidad, que era la misma. 

Allá por el año 2000 nuestro mejor romancero y contador de historias ya fallecido, guitarrista y poeta, Pedro Cañasveras, nos dejaba unos escritos con una visión más bella y romántica sobre esta princesa morisca prisionera de los cristianos que protegía las fuentes y veneros de agua: 

“Cerrada la primavera

del mil doscientos cuarenta

las tropas de Fernando el Santo

conquistan Villa y fortaleza”.

Cuando un apuesto capitán

indaga, busca y encuentra

en una oscura mazmorra

a Cantamora medio ciega.” 

 

    El origen de estos residentes o protectores de las aguas lo encontramos ya en la mitología griega con las Náyades, esta eran las ninfas vinculadas al agua dulce, o la diosa latina Yuturna. 

En los años 90 del siglo pasado un grupo de amigos llamado “Los Romeros de La Cantamora” (entre los que estaba yo) participaron en varias ediciones de la Romería de la Virgen de la Salud, construyendo varios años una decoración en la carroza donde se recreaba un lugar con pozo. 

Actualmente existe en la localidad un grupo cultural y editorial activo dedicado a publicar libros de autores o temática castreña llamado “Cantamora”. También editan una revista con el mismo nombre. 

Lo más interesante de esta historia nuestra puede ser el origen, en principio difícil de responder, ya que hay en España tres lugares más donde existe una Cantamora; todas, excepto una, están ligadas al agua. Encontramos a la Cantamora en: 

 

·         Torrejón del Rubio (Cáceres). Allí nos cuestan la historia de dos amantes: un cristiano y una musulmana, Sara. De asedios a Castillos, de Fernando III y de la reconquista de Córdoba en 1236, lugar donde murió el joven. Ella murió de pena y algunas veces se suele ver una sombra por algún torreón. Los del lugar dicen ser la joven morisca.

·         La Cantamora del Pozo de Velasco en Badajoz. Dicen que en ese pozo vive una mora maldita por el castigo de su padre, mago iracundo, o que una joven morisca que escapa de su presidio calló al agua. Por las noches o la noche de San Juan un canto llama la atención de quien ose pasar la noche allí, arrastrándolo hacia el interior de sus negras aguas. Nadie ha vivido para contarlo.

·         La de Usagre (Badajoz) es utilizada como aquí, para asustar a los niños para que no se acerquen al pozo. Nos hablan de un amor entre dos jóvenes de distintas religiones. El padre de la muchacha sorprende a la pareja y por la noche manda asesinar al joven cristiano, luego es tirado a un pozo, lugar donde se encontraban. Ella de pena se lanza al fondo del pozo. La joven miró al cielo, le robó brillos a las estrellas y a la luna una lágrima furtiva, escondió su mirada entre las manos y se dejó caer al agua. Fue entonces cuando el fondo de la fuente se abrió como si fuese una boca oscura y negra, sin lengua blanda y sin dientes afilados… y se tragó a la dulce doncella.” La noche de San Blas aparece en forma de sirena.

·         En Peñaranda del Duero (Burgos).Desde la lejana Al-Andalus a tierras de Castilla Llegó, esposada y vencida, la flor del virreinato.”  En este pequeño pueblo también mantienen la historia de un hada que se suele ver algunas noches en un torreón de su bello castillo. Espíritu de aquella joven prisionera que cantaba de pena.

        

Es curioso que este lugar de Andalucía; y solo en este, se mantenga una leyenda tan parecida a la de estos pueblos tan alejados, aunque con un nexo de unión: todos cuentan con castillo y periodos convulsos durante la reconquista. 

Sería difícil determinar el origen de esta historia, dónde se generó y en qué momento. Posiblemente una persona que participó en cualquier epopeya de cualquier época llevó o trajo la leyenda. Mucho sería imaginar que fuese durante la reconquista, pero esto no se puede atestiguar pues no mantenemos o conocemos documento escrito que pueda corroborar uno de esos datos.  

Es sencillo encontrar en este pueblo, Castro del Río, a la Cantamora y sus diferentes visiones o formas, porque ella está en la mente de miles de personas y que Antonio Aranda Gutiérrez nos mostró en este hermoso poema en la Revista de Feria del 2005: 

 

No te acerques al pozo niña,

que saldrá la “cantamora”

a cogerte del pelo

que tu tanto adoras;

cabellos oscuros

de pequeña gitana

que al lado de la hoguera

en las noches de invierno canta. 

No te acerques al pozo niña,

que saldrá la “cantamora”

a cogerte el vestido

que tu tanto adoras;

rosal estampado

que siempre vence el viento,

dejando que el sol penetre

a calentar tu bello cuerpo.

No te acerques al pozo niña,

que saldrá la “cantamora”

a coger los zapatos

que tu tanto adoras;

albergues serenos

que permiten besar

los perfiles más pequeños

del limpio suelo al caminar. 

No te acerques al pozo niña,

que saldrá la “cantamora”

a coger la muñeca

que tu tanto adoras;

callada ilusión

que a las niñas enseñan

a descubrir el amor

que sus corazones encierran.

No te acerques al pozo niña,

que saldrá la “cantamora”

a llevarte a su imperio

que reinan las sombras;

un mundo sin flores, 

sin sol que le dé vida,

sin zapatos, sin muñecas,

sin una callada sonrisa.


Nota: Desde tiempo inmemorial ha existido otra leyenda en Castro del Río sobre una princesa prisionera en la Casa Mendoza de esta localidad. Algunos eruditos locales de finales del siglo XIX y principios del XX dieron nombre a dicha mujer. Se ha venido defendiendo que la encerrara en dicho palacete podría ser la princesa de Éboli, aunque este supuesto no ha sido constatado con datos históricos fehacientes.

No he querido mezclar ambas historias por no encontrar nexo alguno. Me ha parecido dato curioso el recordarlo.



(1) Esta Reflexión de Birlan también aparece en la introducción general de este blog desde su creación y responde a un estado de mi mente que se asemeja a la de su autor.  

Otras fuentes:  ,http://proyectoacantaros2017.blogspot.com.

  @ Diego L. Urbano Mármol