..

Si notais que llevo mucho tiempo sin escribir, posiblemente me esté pasando la mismo que le ocurrió a García Birlán.
"El deber me ordena que os dedique esta crónica y la pluma se niega a escribirla. Se amontonan las notas en mi imaginación y la péñola no sabe darles forma. Esfuerzo el pensamiento, concibo ideas, bullen las palabras en la mente y aun permanecen blancas las cuartillas."

.

¿Un cateto escribio esto?:

Esta cárcel que, durante varios meses, le dio ocasión de un trato prolongado con el mundo variopinto del hampa, verdadera sociedad paralela con su jerarquía, sus reglas y su jerga, parece ser, con mayor probabilidad que la de Castro del Río , la misma donde se engendró el Quijote, si hemos de creer lo que nos dice su autor en el prólogo a la Primera parte: una cárcel «donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación», y en la cual bien pudo ver surgir, al menos, la idea primera del libro que ocho años más tarde le valdría una tardía consagración.

Cervantes en su vivir .

Jean Canavaggio

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viernes, 13 de enero de 2023

Carta de amor a un bicho.

 

Carta de amor a un bicho

@Diego. L. Urbano Mármol

 

Algo puede más que mi pereza para escribir y es el complacerme a mí mismo con la colaboración en la revista del mítico Círculo de Artesanos con alguna historia o relato de esos que bullen por mi cabeza.

El análisis que se antepone al inicio de la redacción y/o en la maceración de las ideas es el título. No sé si existe alguna norma para esto o algún consejo de la unión profesional de escritores sobre en qué momento se hace esto. Yo, por norma general, suelo titular mis escritos en el inicio.

Considero que un buen título puede ser un gran reclamo, pero no soy yo el que utiliza esas astucias para conseguir lectores. Quien me va a leer me va a leer de todas formas. Me imagino que mis lectores son personas asiduas a la lectura de la revista al completo. Máxime cuando lo que quiero decir lo dejo siempre para el final y aprovecho las tres cuartas partes de mi escrito a manera de preámbulo.

Si tuviera tiempo y espacio sería capaz de salirme del mapa pues con tan solo escribir “Circulo” (de Artesanos) me viene a la cabeza comentar lo actual de esa palabra en términos políticos, pero claro, ya me iría por otros derroteros y perdería al lector interesado en el tema que me trae y que he titulado, pues entiendo que de análisis políticos estamos hastiados. También se me antoja no dejar escapar las grandes y minúsculas posibilidades de juego que da un buen título. En prensa este tema ya es el sumun. Redactores que juegan con los títulos para manejar a su antojo cualquier información y aprovechar al «lector de desayuno» con prensa, solo se queda con los titulares. Y es que un titular lo dice todo. Y si lo dice todo ¿para qué escribir un artículo completo? Imagínense que un escritor de novela policiaca titulara su obra «El asesino es el mayordomo». Pues que tendría que emplear otros recursos para tener enganchado a la persona que lo está leyendo y trata de desenredar el entresijo.

Sabía que algún día tendría que darle forma escrita a los sentimientos de fascinación que me produjo el volver a ver a quien me dirijo con estas letras. Y lo hago dedicándole una carta de amor.

Querido bicho: espero que al recibo de esta te encuentres bien y que la suerte te acompañe por «doquiera». Ante todo, debo pedirte perdón por no haberte reconocido; y no porque no pusiera interés fijándome con gran expectación, pero los años transcurridos desde que te vi la primera vez y creciera mi fascinación por ti, han provocado un pequeño deterioro en mi memoria.  Creo que tú no has envejecido como yo, te esperaba de otra manera, más cambiado. Cómo iba a pensar que te mantendrías como hace cuarenta y cinco años. Me enamoré de ti con tan solo un par de veces que nos vimos aquellas noches de verano en mis visitas a mis abuelos. Admito que yo estaba más pendiente de ti que tú de mí. Posiblemente jamás te fijaras en mi…

(Joder, que tostón os estoy metiendo. Así, cualquiera termina de leer el artículo. Ni sé escribir cartas ni soy romántico al escribir. No sé por dónde me he cogido esta licencia).



Mi historia comienza a principios del verano de 2021, cuando en unos de mis paseos nocturnos por la ribera, entre los matojos, pude observar una luz que me llamó la atención. Me acerqué pensando que era un teléfono móvil que alguien podría haber extraviado. Agaché mi cabeza y fijé mi mirada hacia el lugar de donde procedía esa extraña luz, pero no encontré nada de lo que actualmente pudiera producir ese halo de luz potente y verdoso, al menos algún dispositivo electrónico.

Rebusqué entre los matojos secos con un puntero fabricado in situ, ya no me fiaba.

Allí estaba él, el bicho de luz. Quise fotografiarlo, pero el flash anulaba su torrente de luz, más bien la contrarrestaba. Por ese día terminaron los contactos. Ahora tenía que documentarme. Actualmente todos llevamos una enciclopedia encima. Pausando el paso comencé a asesorarme en un buscador de internet buscando «bichito de luz»:

 “[Los lampiridos (lampyridae) son una familia de coleópteros polífagos que incluye los insectos conocidos como luciérnagas, bichos de luz, curucusíes, 2 isondúes, 3 cucuyos y gusanos de luz, caracterizados por su capacidad de emitir luz (bioluminiscencia). Muchas se pueden encontrar en pantanos o en las áreas húmedas y boscosas, donde sus larvas tienen una fuente de alimento abundante. Son coleópteros de cuerpo blando relacionados con las familias LycidaePhengodidae y Cantharidae, con una distribución mundial de al menos 1900 especies conocidas]”.

 


Para que nos sean más familiares: es un escarabajo de toda la vida; bueno, no, un tipo de escarabajo que produce luz sin aumentar la temperatura. Esta llamativa luz que ha encandilado a miles de generaciones durante toda nuestra existencia es utilizada por estos insectos como reclamo amoroso y en época de aparearse. En noches de verano —finales de junio y julio— podemos encontrarlos en zonas propicias para ellos: lugares húmedos, con vegetación, ricos en caracoles y babosas, cerca de agua no contaminada y, sobre todo. limpia de pesticidas.

Hoy en día, como claramente existe lo contrario, es difícil verlos y hasta hay quien piensa que se habían extinguido en la campiña. La saturación lumínica de los espacios que recorremos tampoco ayuda a visualizarlos.

De pequeño podía ver los machos volando con su intermitente luz (sólo los machos lo hacen) en busca de alguna hembra que se encontrara escondida en las hierbas con su luz fija para facilitar el contacto.

La casa de mis abuelos paternos se encontraba bajo la muralla, con un gran espacio natural entre ambas, el cual reunía todas las características para su hábitat. Después de preguntar a vecinos del lugar, he podido constatar que en esa zona existía una colonia perenne que hacia las delicias de la chavalería en las calurosas noches del estío castreño.

Cerca de cincuenta años han tenido que pasar para reencontrarme con ellos. Fue en el verano del 2021 cuando las visualicé por primera vez. La zona donde las encontré es un lugar donde suelo pasear desde hace bastantes años ya. Y jamás las había visto; y mira que he visto bichos en mis paseos, fijándome a conciencia, y en días posteriores pude contabilizar hasta tres o cuatro hembras. Mientras que duraba el periodo de noviazgo, más o menos unas semanas, siempre las localizaba en el mismo lugar. Al contrario de mis avistamientos esporádicos de nene, que eran por el aire, éstas se encontraban fácilmente reconocibles en el suelo. En el verano del 22 he podido contabilizar al menos el doble. Por supuesto que no he querido publicitarlas por no molestarlas. Tan sólo se las he mostrado a quien me ha podido acompañar en esos días.



La zona donde se encuentran es un terreno baldío entre la N-432 y el río Guadajoz y reúne las mejores características para el desarrollo de esta pequeña colonia.

No sé si estos sentimientos que vengo a mostrar hoy en público los hago de una manera imparcial al recordarme mi niñez, donde toda la familia se encuentra completa y unida, o por la expectación que me produce esos bichos generando luz propia. Posiblemente puedan ser las dos cosas.

Si te han quedado ganas escucha la música

 [Historias de misterio e imaginación” (Tales of Mystery and Imagination. The Alan Parsons Project).


.https://youtu.be/y7htAlPqwBI

Delum.




martes, 20 de septiembre de 2016



San Cristóbal el santo que ya no lo es.

  El artículo que hoy os presento no trata de buscar los orígenes de San Cristóbal (aunque para el buen entendimiento del personaje haré un breve resumen de su historia), sino de dar un toque de atención al lector, en pro del conocimiento de la figura del Santo en la villa de Castro del Río y la importancia del mantenimiento de su representación pictórica.
 
El Hombre.
 
  Parece ser que lo único cierto de este personaje es que hubo un mártir llamado Cristóbal.
Los orígenes de Réprobo, llamado así antes del bautismo, nos trasladan a un mundo anterior al Cristianismo, y encuentra sus raíces en la mitología de pueblos antiguos, egipcios, griegos, etc.
Este santo es fiel ejemplo de la adopción de héroes paganos por el Cristianismo en sus inicios.
Su representación iconográfica es diferente en Oriente que en Occidente, pero manteniendo idéntica funcionalidad: la de ser portador, protector y ejemplo de fortaleza, tanto física como moral.
La leyenda increíble e irreal se va fraguando durante siglos, y fue recogida en La Leyenda Dorada de Jacopo de la Voragine, en el siglo XIII.
Según cuenta la leyenda, Réprobo, hombre físicamente fuerte y grande, busca ponerse al servicio del rey más poderoso. En su búsqueda pasa por estar al servicio del Diablo,  pero se da cuenta que este a su vez teme a Jesús crucificado.

Por indicación de un ermitaño, en su búsqueda, trabaja ayudando a viajeros a cruzar un río. Un día lo requiere un niño para que lo pase a la otra orilla. En medio de las aguas se da cuenta que le cuesta andar por culpa del peso de éste. Le pregunta qué quién es él para pesar tanto, respondiendo el infante que el Niño Jesús, y que trasporta en sus espaldas al mundo y a su creador.
Tras encaminarse para dar testimonio de su fe el rey de las tierras de Licia, lo provoca para que abandone sus creencias, fracasando en su intento. Entonces el rey decide someterlo a todo tipo de tormentos, inaguantables para cualquier humano, hasta que muere decapitado.
Se le invoca contra la peste. Se convierte en patrono de muchos oficios, la mayoría peligrosos. También es convocado contra el mal de ojo y contra la muerte súbita.
Patrón de caminantes y peregrinos con dificultades. Debido a tantos patronazgos de le
dedican multitud de iglesias.
El culto en Occidente es tardío. Su máximo apogeo será en el siglo XIII, a partir de la Leyenda dorada
. El culto a San Cristóbal se va extender rápidamente por toda Europa, pero en especial en España, que es donde se guardan la mayoría de sus reliquias (también puestas en duda). 
 

En Castro, se le dedica una ermita en un lugar privilegiado: con suficiente altura para que se pueda ver con facilidad, en el cerro que actualmente llamamos de San Cristóbal, junto camino de entrada noroeste a la localidad, el Camino de Córdoba. Y también un fresco de grandes dimensiones en un muro de la Parroquia de la Asunción, justo a la entrada a mano izquierda.
Es a partir del siglo XVI cuando se le comienza a cuestionar por la iglesia por sus orígenes páganos, y algunos comenzaron a relacionarlo con el culto supersticioso y de la protección de la muerte sin confesión. La Iglesia lucha contra aquellos cultos sospechosos, llegando incluso a ordenar la destrucción de sus imágenes.
Desde el Concilio de Trento, y la posterior Contrarreforma, la iglesia se preocupó mucho de apartar de la devoción a aquellos Santos que ofrecían demasiadas dudas históricas, y San Cristóbal lo era. No fue hasta 1969 cuando el Vaticano rechazó, a pesar de su extensión e importancia histórica a este personaje del Santoral Católico, aunque se mantuvo el derecho a su representación iconográfica y veneración por razones de tradición. Una leyenda apócrifa basada en una historia magnificada en época medieval.

Vista de Castro desde el Cerro de San Cristóbal
 
La Ermita
  La localidad castreña no puede ser diferente, y construye una ermita a San Cristóbal en el cerro que lleva su nombre. Según Aranda Doncel se mantiene gracias a un censo y una haza en el cerro de dicha ermita, que le rentan al año alrededor de un ducado y dos fanegas de cebada respectivamente, más los donativos que realizan los fieles.
No conocemos la fecha de abandono y derrumbe de dicha ermita, Ramírez de las Casas Deza dice que ya no existe a mediados del siglo XIX (1).
Conozco una historia curiosa que escuché en los años ochenta del pasado siglo de boca del protagonista.
Labraba esa tierra; donde los restos de esa construcción se mezclan con otros más antiguos,
predominando los romanos, mi amigo Luis León Aranda (q.d.e.p.), vio como de la tierra levantada surgía una piedra con formas, diferente a las demás. Cuando la cogió se dio cuenta que era una pequeña escultura de un santo y como no podía ser de otra forma la entregó en la parroquia. La escultura que encontró era la de San Cristóbal; en otros tiempos este hallazgo habría tenido connotaciones milagrosas, pero eso eran otros tiempos. Quedó depositado en una de las capillas siendo párroco D. Juan Bravo Carpio.
Fotografía año 1990. Aun conserva el pie.
Fotografía año 2015. 

 
El fresco de la Parroquia.
 
  El fresco mural de la Parroquia lo encontramos en la nave del Evangelio, justo al entrar por la puerta principal a mano izquierda. La situación de la imagen de San Cristóbal en ese lugar no es "a voleo"; más bien se debe a la leyenda que decía que el fiel que veía a San Cristóbal no moriría en las siguientes veinticuatro horas, al menos no sin confesión (muerte súbita). Todos los asistentes a la iglesia quedaban protegidos con tan sólo entrar a la misma. 
Desde niño, en mis tiempos de monaguillo, y mucho después, cuando preguntaba por él y su restauración, siempre escuchaba lo mismo, que era de poca importancia y escaso valor. Hoy en día no estoy de acuerdo con esa respuesta. Es más, creo que estamos ante una obra de arte de mucha importancia. Debo de hacer hincapié en que yo no tengo muchos conocimientos sobre arte, y las conclusiones a las que llego pueden ser discutidas.
La historia reciente del fresco nos cuenta que no ha gozado de muy buen tratamiento. Estuvo a punto de peligrar por unas obras que se iban acometer en esa parte del templo, una especie de almacén para uso de las hermandades. Preocupado por la desaparición de este icono de la iglesia, el párroco Andrés García Torralbo busca financiación para la compra de un cuadro con la imagen del Santo entre conductores y personas de nombre Cristóbal de esta localidad. Cada cual puso su granito de arena, y,  la compra se realizó.
Años más tarde se llevo una limpieza del fresco por tener mucha acumulación de polvo con ¡una goma con agua! Y ahí sigue.
La representación iconográfica del San Cristóbal de Castro del Río entra dentro de las generales de Occidente: hombre gigante con Niño Jesús a sus hombros, con vara o palma y con vestimenta tosca, la cual podía ir recogida o corta. El calzón del de Córdoba es recogido, mientras en del de Castro es corto.
La iconografía fue evolucionando en el tiempo dependiendo del momento histórico y
el gusto estético.
“…..El majestuoso San Cristóbal que sigue los modelos realizados por Mateo Pérez de
Alesio y Juan Luis Zambrano en las catedrales de Sevilla y Córdoba, son las obras pictóricas de mayor antigüedad que existen en Castro del Río”. (2)
 
En Castro poseemos uno de estos gigantescos frescos, que el único parecido a los escasos San Cristobalones que encontramos actualmente en Andalucía es el tamaño.
Mientras en el de aquí el niño es portado en el hombro derecho los demás, en su inmensa mayoría, lo hace en el Izquierdo. El báculo es cogido en Castro con las dos manos, apoyándose a la izquierda la inmensa mayoría de los conocidos lo hacen con una sola mano, la derecha. El de Ronda lo hace con las dos manos, pero se apoya en el lado derecho. Este detalle y la cara con esa expresión de asombro, por el peso que le obliga andar con dificultad, realizando tanto esfuerzo que necesita apoyarse en la vara con las dos manos para soportarlo; mientras, el niño hace lo mismo con el globo terráqueo para que no se le caiga. Estos detalles corresponden a la iconografía del siglo XVI (3).
El santo gira la cabeza mirando al niño para evidenciar el esfuerzo. Mantiene el autor en Castro del Río la influencia de otros del siglo XV. También dicho pintor ha querido vestir a San Cristóbal con un exagerado manto rojo para potenciar el martirio sufrido.
El declive del culto a San Cristóbal se inicia en el segundo tercio del Siglo XVI provocado por la Contrarreforma. La mejora de las condiciones de vida, y la desaparición de las grandes epidemias hicieron el resto.
En los años 70 de siglo pasado, los usuarios de los productos de la industria automovilista lo tomaron como protector, ni siendo raro ver en vehículos la medallitas de San Cristóbal.
 
Curiosidades a tener en cuenta.
  ‐ Hay un detalle que me llama la atención con el lienzo de San Cristóbal de la Mezquita Catedral, y es el gran parecido de la pierna derecha con el nuestro. El autor para algunos pudo ser Antonio Álvarez Torrado .
  ‐ La composición del fresco de Castro encuentra más parecido al de Montemayor del Río (Salamanca), Medina del Campo (Valladolid), incluso el de la Catedral de Cuenca, que, a los andaluces que hemos podido observar. (4).
  ‐ Una de las letras que se canta en la Aurora, las noches de diciembre está dedicada a este gigantón que cruzaba el río:
                                San Cristóbalón con el niño al hombro
                                el pino en la mano se le blandeó
                                Cristo: ¡balme Niño, lo que pesas!
                                Seguro que al agua caeremos los dos.
ESTRIBILLO
                              Y le respondió y le respondió
                              desde hoy te llamas Cristóbal
                              que así lo dispone el Hijo de Dios.

  ‐ Nos cuenta Francisco Morales Basurte en su libro Raíces que rogaban las mocitas castreñas a San Cristóbal un novio que le sacara de la soltería. Recurrió una madre a este santo; patrón también de las causas difíciles, un marido para su hija: “San Cristobalito, chiquito y bonito, carita de rosa, cásame a mi hija que la tengo moza”. La rogativa tuvo su recompensa, pero al tiempo el marido resultó no ser el mejor acompañante (borracho, pendenciero y jugador) así que la pobre mujer fue de nuevo en busca del santo, ahora a reprocharle “San Cristobalón, cara de cojón, patazas, manazas, cara de cuerno, como tú eres me diste el yerno”.

  ‐ En el blog El templo de Salomón encontramos un interesante artículo titulado “A la búsqueda de la historia y huellas templarias en Castro del Río”, firmado por José Navajas Moreno (Editorial Ituci Siglo XXI). El autor encuentra una relación entre el santo y los templos templarios, actuando San Cristóbal, en este caso, como guardián del lugar sagrado.

‐Otra cuestión a tener en cuenta es que, curiosamente, no se menciona el fresco de San Cristóbal en casi ninguna de las publicaciones existentes sobre Castro. Ni siquiera en la obra más completa editada en Córdoba, dirigí por Bernier, Nieto Cumplido y otros: “Catalogo Artístico y monumental de la provincia de Córdoba”, y eso que realiza un importante recorrido de las pinturas de la Parroquia.

Nota:
Este artículo está redactado en base a la información que hay publicada en estos momentos. Desconozco, además, si existe un proyecto de restauración o si se ha actuado sobre él, en las obras que se están acometiendo en la Parroquia actualmente.
P.D.:
En estos días me ha recordado mi vecino y amigo Vicente Ortiz la historia que esconde el cuadro con unos pajarillos que había que encontrar, y que el autor, al igual que en Córdoba con la imagen de una virgen que se encuentra escondida junto al pie trata de mantener la atención del publico. Yo no lo recordaba bien, creían que eran peces los "camuflados" y ante la inseguridad lo obvié. Cuando me lo recordó me alegré. Creo que era un dato importane que no podía dejar pasar. Saludos. 
 
(1)Corografía histórico‐estadística de la provincia y obispado de Córdoba.
(2) Los Pueblos de Córdoba, Caja Provincial de Ahorro de Córdoba, Córdoba 1992.
(3) San Cristóbal: Significado Iconológico e Iconográfico. Mª Dolores García Cuadrado.2001
(4) http://www.consultatodo.com/sanCristobal/sanCristobal1.htm


Diego L. Urbano Mármol

martes, 9 de septiembre de 2014

Excursiones Arqueológicas. El cerro Cabezo de Córdoba.

 Fotografia tomada en lo alto del Cerro Cabezo de Córdoba. Por la izquierda: Francisco Garcia Recio, Miguel Alba, Lucas Criado,  Andres Criado (que nos deleitó con un exquisito bálsamo parecido al de fierabrás), Diego Urbano(abajo) y José Gutiérrez. Al fondo el cortijo de Benazurera.

Desde a mediados del siglo del XIX una serie de visitas de personajes en el ámbito histórico han ido confeccionando el mapa arqueológico del término de Castro del Río.
En el año 1863 el coronel Stoffel bajo el patrocinio de Napoleón III visita la comarca en busca de los sitios que intervinieron  en la célebre batalla de Munda. Confeccionó mapas de índole militar para comprender los movimientos de las tropas y las estrategias de ambos bandos en base a una serie de yacimientos descubiertos o conocidos de los eruditos locales.
Por la misma razón a finales del primer cuarto del siglo XX el arqueólogo alemán Schulten visita la zona para intentar situar el campo Mundensis conociendo los lugares que le mostraban alrededor de Ategua y de los llanos de Banda. Fue situando los nombres obtenidos de las crónicas de los días de guerra, El bellum Hispaniense.
El resultado de ambas expediciones fue el mismo, situaron Munda en Montilla  y la batalla en los llanos de Banda. Hoy en día ya no se defiende esa ubicación. Estos trabajos, por otro lado, sirvieron para catalogar bastantes yacimientos.

No fue hasta la década de los setenta cuando se retoman los trabajos, más o menos importantes,  de carácter arqueológicos, esta vez de la mano del arqueólogo y poeta  cordobés Juan Bernier, que apoyado por eruditos locales, como José Navajas en Castro del Río van realizando un estudio visual y  de documentación de artefactos encontrados en superficie, de esta manera se va completando la carta de los yacimientos más importantes de la localidad. Al igual que los anteriores Bernier trató de situar los lugares descritos en la memoria de la batalla. Cabe recordar que aunque la batalla final no se hubiera desarrollado en los llanos de Banda, en nuestro entorno si desarrolló el preámbulo.
Siguiendo la estela de Bernier un grupo de sus acólitos naturales de Doña Mencía  desarrollaron labores de catalogación de yacimientos, tal es así que en el ABC de 20/07/1968 aparece la noticia del descubrimiento por parte de este grupo de un recinto fortificado de época Ibérica en el cortijo de Doña Esteban.
Como no podía ser de otra manera en nuestro pueblo también existieron algunos de estos grupos. Uno ligado a la OJE, el otro cercano al Jucad Club. Al no tener estos grupos estructuras solidas los resultados de los trabajos que pudieran haber acometido quedaron para conocimiento personal. Hoy en día tan solo la presencia de algunas piezas en la vitrina del ayuntamiento demuestra la existencia de estos, amén de algunas informaciones aportadas en numerosas publicaciones  a modo individual.
Lo cierto que la carta arqueológica castreña gracias a unos o a otros está totalmente confeccionada.
Yo pertenecí a unos de estos grupos de aficionados a la arqueología. Este pertenecía a una rama de un grupo muy activo de Aire Libre llamado Estafilococos  perteneciente a la OJE, y no era raro compaginar tirolinas entre eucaliptos en las alamedas del pueblo, rapeles en el peñón de Guta o en el puente de la Rejelguera, espeleología en la cueva del Yeso, acampadas en los lugares más emblemáticos de la comarca, entre ellas en Torreparedones  o visitas a numerosos yacimientos de la localidad, esta última actividad era la menos numerosas de asistentes, los fijos Miguel Alba y un servidor. Recogíamos cerámicas, tégulas y trozos de mosaicos etc, y alguna monedilla de la colección del Tesafilm, que guardábamos en un inmenso almario acristalado. Una vez fuimos a recoger una gran base de columna que había en un camino con un carrillo de obra, turnándonos entre cinco o seis conseguimos llevarlo hasta la nuestro local en la calle Tercia(se ha mantenido ahí hasta que se construyó el nuevo edificio de la biblioteca), ¡pesaba tanto que hasta los hierros del carrillo se doblaron!.
En nuestras excursiones arqueológicas solíamos  recoger cerámicas en superficies para poder situarlos en los diferentes contextos históricos (las básicas para cada época: pintadas, sigillatas, con barniz etc...).
La lástima es que por entonces no teníamos la sensibilidad de recoger anotaciones y nuestro trabajo quedó estéril salvo algunas aportaciones verbales a profesionales o algún trozo de togado (estatuas) o de mosaico que  aún podemos ver en alguna institución.
Uno de estos lugares que visitamos con más frecuencia,  y que por aquellos años estaba en boga, era el de la zona del Cerro del Cabezo de Córdoba.
Al menos participé en cuatro excursiones  al terreno, el trayecto se solía hacer andando; una vez lo hicimos en bicicleta (pero quizá fuese igual de duro). El trayecto era de unos 7 Km y lo normal era que regresáramos a las horas de estar por allí, salvo una acampada que realizamos a primeros de febrero el día de la candelaria recién estrenado los años 80. Aquella noche dormimos en la cumbre de aquel impresionante mogote visionando un paisaje maravilloso con los pueblos de alrededor al fondo. Aquel día descubrimos los motivos de la no continuación del hábitat de aquel altozano. El viento y el frio no cesaron de obligarnos a rendir nuestra posición.
 La última vez que anduve por aquellos yacimientos hacia de guía del malogrado arqueólogo castreño Manolo Carrilero.
Esta zona de la campiña estuvo muy poblada desde la prehistoria, gozaba de buenas vistas, sal y potentes tierras de labor.
A principios de los años 80 del siglo pasado Bernier Luque  publica Nuevos yacimientos arqueológicos de Córdoba y Jaén  y es en este trabajo donde nos presenta oficialmente la fortificación del cerro del Cabezo.
   Por esa época varios grupos de arqueología realizan actividades en el entorno. El otro grupo de Castro está realizando unas actividades de limpieza en una fortificación a los pies del Cabezo, al otro lado del arroyo en un pequeño cerrillo llamado el Arenal. Retirando malezas y piedras dejaron a la vista una hermosa construcción ciclópea. Este recinto es unas de las peculiaridades más significativas de la importancia de este territorio ya que a menos de 1 Km en línea resta nos encontramos dos fortificaciones que posiblemente coincidieran en época prerromana.
  Unos años antes el grupo  del museo arqueológico de Doña Mencía realiza el hallazgo de un colgante bastante  interesante  que fue estudiado por  Martin de la Cruz y Sánchez Romero, publicado en el 2004.
Para el conocimiento del lector el cerro del Cabezo de Córdoba es una eminencia que encontramos detrás del cortijo de Benazurerita, tiene una altura 336 metros, domina los pequeños valles formado por el arroyo Salado y Gurruñaga. Aunque su altura no resulte exagerada (Castro 227m.) esta prominencia se ve desde casi toda la campiña cordobesa. El estar aislado de otras alturas y sus abruptas pendientes  provoca  una visión de mucha más altivez de la que ostenta. Su cima es plana con unas medidas de unos 60X40 metros.
Por los restos recogidos en superficie los investigadores sitúan en el Eneolítico la primera ocupación de la meseta. Estuvo poblado hasta época ibérica no llegando a ser ocupada por los romanos que prefirieron elevaciones más suaves como demuestra los restos de esta época hallados por sus  alrededores. Cerámicas a manos, bruñidas y pintadas tipo Carambolo, hojas de sílex y restos de sillares los podemos encontrar esparcidos por toda su falda.
El colgante descubierto en superficie es de cornalina (1) un material exótico e inexistente en la península ibérica, lo que atestigua el contacto de sus pobladores con los primeros navegantes fenicios llegados a las costas andaluzas.
Estas piezas son muy comunes en el antiguo Egipto, donde con toda seguridad se fabricaron. Como se trata de un objeto pequeño fácil de trasportar no es raro encontrarlos por todo el Mediterráneo, además de la península ibérica se han encontrado en Israel, Chipre, Grecia y en las Islas Eolias. En España se tiene constancia del hallazgo de una decena de estas joyas, ligadas las mayoría a un contexto fenicio-tartesico.
En todo caso, esta pieza a demás de demostrar el contacto del pueblo fenicio con los habitantes de la campiña castreña servía a la persona que lo portaba, generalmente de la elite local,  para definir su status superior al controlar  los contactos y los objetos llegados de exterior y su redistribución.
La última vez que visité la zona el aspecto había cambiado por el inevitable avance del cultivo del olivo  sintiendo  un profundo malestar al ver un yacimiento intacto de miles de años, que  gracias a sus abruptas pendientes se había mantenido de erial, hoyado sin control alguno.
Diego L. Urbano Mármol.
(1)              Cornalina es un mineral, variedad de la calcedonia, de color rojo, usado comúnmente como piedra semipreciosa. Es una piedra energizante;  ya que por fuera es color plata y por dentro es roja. Se le llama también la piedra sanguínea.



domingo, 20 de abril de 2014

Marcialidad Romana.




No es mi intención con esta cavilación que me dispongo a escribir; válgame Dios, hacer una crítica al ímpetu del  actual soldado romano  que desfila en Semana Santa en este dichoso pueblo de Castro del Río, pero si rendir homenaje al militar romano de mi época; llegase a profesional perteneciendo a alguna cohorte de cualquier cofradía o  tan solo  habiendo pasado el periodo de instrucción.

A alguno le parecerá gracioso lo del periodo de instrucción si intentan compararlo con el CIR de la mili obligatoria que hemos tenido hasta hace poco tiempo en este país. Pero es  al contrario, aquí en este pueblo  no era obligatorio haber pasado un periodo de entrenamiento y tampoco se  exigía un mínimo conocimiento de las armas.

No piense el lector a voz de pronto que no hacía falta ningún requisito para ingresar en la centuria. El capitán un momento antes del desfile se preocupaba de la lista. Si existía alguna baja, buscaba un sustituto en la puerta del acuartelamiento, pues era allí donde se reunían un buen número de aspirantes. Otras veces se podía ingresar directamente si aportabas algún documento de algún  togado.

Era difícil; aunque no imposible, ocupar puestos importantes de Tribuno o de Centurión, estatus que se conseguía normalmente a base de años de servicio. Lo normal es que el novato ocupara los puestos más bajos. Legionario o como máximo Pretoriano.

El tema que me trae no es hacer un pasaje por la historia de tan venerado cuerpo de élite de la Semana Santa Castreña. Os puedo asegurar que hay verdaderos especialistas en la  materia y no soy yo por tanto el más adecuado para abordarlo.  Si os puedo hablar por experiencia personal del soldado ducho en la fabricación del armamento, hecho en la calle a base de duro entrenamiento y montones de horas de desfile.

No recuerdo  a  que quinta pertenecí, calculando creo que andaría entre 1975 /1980. Por entonces el barrio de la villa estaba bastante poblado y reclutar un puñado de zagales para organizar la parada  no era  complicado. Llegando la cuaresma y hasta el 25 de abril día de San Marcos siempre estábamos preparados para la batalla.
Descanso de un pequeño combatiente. Le he nublado la cara para no tener problemas con la identidad del niño.
 
 

Con bastante donaire arrastrábamos los pies para lograr ese sonido tan característico que se consigue en las callejuelas al rozar el soldado las Caligae (Sandalias) con el empedrado del suelo. Este hecho no era de nueva invención pues al inicio de la era cristiana un niño llamado Cayo Julio Cesar Augusto Germánico hacía gracias a los legionarios  desfilando con estas sandalias ante ellos , lo que le valió cariñosamente el sobrenombre de Caligula.
Mi hijo en posición de batalla.
 

Cada uno se confeccionaba su traje. Un saco de abono y unas tijeras era suficiente para conseguirlo. Tres agujeros y unos flecos y ya estabas preparado. La lanza o pilum se fabricaba con un palo de un cepillo o escoba, al cual se le hacía una rajita en un  extremo, “sin pasarte pues tenía que volverlo al lugar de origen,  para el uso que fue creado”, para introducir la punta metálica que se obtenía de doblar la tapa de una lata redonda de conservas. El mejor material para el escudo eran las cajas grandes de galletas o las cajas de camisas, estas últimas la rapiñábamos en  las puertas de las  tiendas  de tejidos.  Si había canutos (tubos de cartón) iban también para adelante, alguna utilidad le encontraríamos.
Este gran soldado y músico a la vez es de mi quinta pero de otro barrio.

En la espada había menos igualdad, y desfilaban al “son” del tambor de hojalata las temidas espadas cortas tipo  gladius hispaniensis( La espada que más romanos mataron, creada por los ibéricos  y posteriormente adoptada por el ejercito romano) y  las temidas cimitarras musulmanas. Todas ellas provenientes del polvorín San Marquero, pues era costumbre que los carpinteros castreños para esa fecha fabricaran este tipo de ornamentos que  regalaban a los niños en memoria a la batalla ganada a los moros el 25 de abril.
http://historiasdecastrodelrio.blogspot.com.es/2011/03/el-socorro-de-castro-del-rio-bis.HTML
http://decastroero.blogspot.com.es/2011/04/memoria-gastronomica-ilustrada-san.html

Es lastimoso; en este ejército en cuestión, que el recluta no firme al ingresar 20 años de servicio como en época del esplendor del imperio  y no es  raro comprobar cómo  en cada campaña aparecen caras nuevas donde deberíamos ver soldados veteranos. Será, me imagino, que quedarán a buen reguardo en los campamentos de invierno curando sus heridas más que en la posibilidad de la deserción de tan magna entidad..

lunes, 6 de enero de 2014

Golosinas Urbanas.


 

Estas notas que presento aquí a modo de artículo son fruto de mis vivencias; y  de la de muchos de mi generación.  Aprendidas de la generación que nos precedía; no pudiendo opinar si las que nos siguieron continuaron realizando estas prácticas, tampoco sabría decir más de sus orígenes.

Estas mismas reflexiones fueron utilizadas por mí hace unos meses en una conversación sobre las cosas de los nenes de mi edad que ya no hacen los de ahora; me imagino.  ; entre los contertulios estaba Miguel Morales  que me apuntó que el tema  podría ser mi próxima aportación para la revista de Artesanos y aquí me encuentro intentando dadle forma escrita al fruto de esa plática. Desde entonces trato de no sacar el tema por miedo a contaminarme con las vivencias de otros, y contarlas como si las hubiese vivido yo.  Tan solo me he centrado en recabar información sobre el nombre de las especies que tratamos.
Miguel Morales(Mameluco) ilustró perfectamente el artículo en la revista de Artesanos.
 

El contenido en cuestión  está  inmerso en historias de otros tiempos; sin querer converger  en el  tan repetido dicho de “cualquier tiempo pasado fue mejor” y versa sobre las chucherías vegetales que encontrábamos a nuestro lado; de ahí el título del artículo.

No piense el lector más joven que por entonces no existían las tiendas de chuches, pues desembocaría en craso error. Si tuviéramos que apartar los comercios actuales dedicados a otras actividad en la localidad , que entre su portfolio podamos encontrar golosinas en mayor o menor grado, si solo nos centramos en los establecimientos  dedicados a las chucherias en exclusiva, llegaríamos a la conclusión “a voz de pronto” que en en la década de los 70 principio de los 80; periodo central de esta historia, se encontraban  muchos más lugares dedicados a estos boliches; ya sean móviles o fijos,  que en la actualidad.  Tan solo en las zonas frecuentada por mí ; la Villa, como lugar de mi residencia encontramos una tienda de golosinas (regentada por Carmen, cuñada de Blanco el que tocaba los platillos en la banda municipal), un puesto fijo en el Gran Cinema, más un puesto  móvil de un carrillo los días de más afluencia a este, y en la zona del domicilio de mis abuelos en la calle Alta,  encontrábamos uno en la Torrecilla y otro en la calle Galera( solo aludiendo a los más cercanos, ya que unos metros  más allá, al final de la Calle Caldereros , cerca de la Calle Córdoba  encontrábamos el cuartillo de Pepa Mesa , aunque  allí aparte de chucherías en los dos metros cuadrados de superficie podríamos hallar numerosos productos de alimentación. .

En la mayoría de estos locales  eran casas en la que se habilitaba un pequeño espacio de alguna habitación o en la galería  una mesa, algunas veces acristalada o con una gran cesta de mimbre.

El mercado no estaba desabastecido pero se acuciaba la falta de monetario y los nenes de por entonces echábamos manos a numerosas golosinas naturales que encontrábamos a nuestro alrededor.

Quizás la más conocida fuese la más lejana, y para conseguir el popular palodú  nos desplazábamos al rio viejo, a un tiro de piedra de mi barrio; y  con un pequeño desvió,  en el camino del colegio.

Dentro del recinto llamado Las Escuelas Reales encontrábamos  numerosas especies comestibles que podríamos  localizar con suma facilidad:

-El  Pan y Panizo(1) que en este pueblo llamamos a la flor blanca de la Acacia.

-Las semillas de las Malvas a lo que llamábamos “Panecillos”.

-Numerosas Moreras, destacando dos grandes al principio del segundo patio, una producía  grandes Moras rojas y la de la izquierda exquisitas blancas.

-Una parra que no me explico cómo se mantenía, pues la teníamos arrasada de pámpanos. Masticando y chupando todos los brotes nuevos que le veíamos. ¡Creo que jamás llegó a cuajar algún racimo de uvas!.

-En un jardincito que había antiguamente en la calle La Palma encontrábamos una especie de seto que daban unas florecillas que también nos llevábamos a la boca para extraerle  el jugo .  Resultaba ser bastante dulce. Es posible que se tratara de una especie de Lirio.

No era raro que mordisqueáramos la base de las hojas de los alcaciles(Alcauciles). Estas plantas eran muy numerosas; creo que en estado salvaje, en la zona de el callejón del Lobo, al lado del vivero.

No acierto a recordar si llegué a probar el tallo tierno del tronco del Cardo Cuca pero  perfectamente  recuerdo que vi de comerlos.

Voy a obviar  frutos como  Almendras, Nueces, Bellotas o Mauletas etc.  Porque estos  había que conseguirlas fuero del casco urbano, y por supuesto los productos de la huerta; que aunque cercano s, eran el resultado del cultivos intensivos.

Resulta curioso; al buscar información sobre las plantas  en cuestión, que están no se elegían al azar sino que era el resultado de numerosos estudios de nuestros ancestros y todas gozaban de numerosas cualidades para la cura de enfermedades o aportes alimenticios.
 

Asi encontramos que el Palodú ha sido utilizado desde muy antiguo como un remedio natural, ya que tiene propiedades anti ulcerosas, laxantes y expectorantes.

 Desde  bastante tiempo atrás  la Acacia era tenida como planta maravillosa por sus propiedades curativas y la creían de suma eficacia para ahuyentar la mala suerte. La corteza y la semillas son toxicas pero las hojas y las flores tienen propiedades beneficiosas para el hígado, dan alivio a los espasmos, protegen las mucosas del estomago del exceso de acido, reduce la anemia, la bronquitis y la diarrea.

Durante siglos la Malva  fue cultivada para el consumo humano. Dice un viejo refrán: “con un huerto y un malvar hay medicinas para el hogar”. Se emplea en el tratamiento de afecciones de las vías respiratorias superiores, al aplacar la tos; se suele usar la flor, en infusión o cocimiento para tratar resfriados o catarros.

Las Moras destacan por la cantidad de beneficios que aporta a nuestra salud entre los que cabe destacar su alto contenido en antioxidantes y vitaminas.

De los sarmientos  de la Parra mana en primavera la llamada “Agua de Cepa” que se considera diurética, pámpanos y brotes tiernos son ricos en  taninos, empleados como astringente contra las diarreas y hemorragias  nasales.

Los Alcauciles (Alcaciles en Castro)son conocidos desde la antigüedad griega y romana son un excelente diurético, y combaten las grasas, por eso son muy usadas en dietas para perder peso.

El Cardo Cuca   es utilizado en medicina y como remedios caseros, entre sus propiedades encontramos que  bueno para la bronquitis, como diurético, para prevenir infecciones, trastornos gástricos, acné, menstruaciones irregulares etc. 

          Después de recopilar  y comprobar que lo que nos llevábamos a la boca en esos tiempos gozaban de numerosas cualidades, y que para nada era perjudicial para la salud, llego a una conclusión. La sociedad ha cambiado, los hábitos de consumo también e incluso los sabores están modificados para ser más placenteros al paladar, alejándose de los sabores y las texturas tradicionales, por otro lado todos queremos llevar una vida más natural y saludable y muchas empresas tratan de conseguir adeptos para sus productos con palabra como  bio, activos, natural o artesanal ¿Pero  qué haríamos si viésemos a nuestro hijos o nietos mordisquear algunas de estas plantas en el parque?.

(1)    Pan de panizo, fue el demonio el que lo hizo. En otros lugares se refieren al pan de maíz.  Panizo: Grano redondo y anaranjado de esta planta que se emplea para alimento del hombre y de los animales, especialmente de las aves..

Diego Luis Urbano.