No es mi
intención con esta cavilación que me dispongo a escribir; válgame Dios, hacer
una crítica al ímpetu del actual soldado romano que desfila en Semana Santa en este dichoso
pueblo de Castro del Río, pero si rendir homenaje al militar romano de mi
época; llegase a profesional perteneciendo a alguna cohorte de cualquier
cofradía o tan solo habiendo pasado el periodo de instrucción.
A alguno le
parecerá gracioso lo del periodo de instrucción si intentan compararlo con el
CIR de la mili obligatoria que hemos tenido hasta hace poco tiempo en este país.
Pero es al contrario, aquí en este
pueblo no era obligatorio haber pasado
un periodo de entrenamiento y tampoco se
exigía un mínimo conocimiento de las armas.
No piense el
lector a voz de pronto que no hacía falta ningún requisito para ingresar en la
centuria. El capitán un momento antes del desfile se preocupaba de la lista. Si
existía alguna baja, buscaba un sustituto en la puerta del acuartelamiento,
pues era allí donde se reunían un buen número de aspirantes. Otras veces se
podía ingresar directamente si aportabas algún documento de algún togado.
Era difícil;
aunque no imposible, ocupar puestos importantes de Tribuno o de Centurión,
estatus que se conseguía normalmente a base de años de servicio. Lo normal es
que el novato ocupara los puestos más bajos. Legionario o como máximo
Pretoriano.
El tema que
me trae no es hacer un pasaje por la historia de tan venerado cuerpo de élite
de la Semana Santa Castreña. Os puedo asegurar que hay verdaderos especialistas
en la materia y no soy yo por tanto el
más adecuado para abordarlo. Si os puedo
hablar por experiencia personal del soldado ducho en la fabricación del
armamento, hecho en la calle a base de duro entrenamiento y montones de horas
de desfile.
No recuerdo a que quinta
pertenecí, calculando creo que andaría entre 1975 /1980. Por entonces el barrio
de la villa estaba bastante poblado y reclutar un puñado de zagales para organizar
la parada no era complicado. Llegando la cuaresma y hasta el
25 de abril día de San Marcos siempre estábamos preparados para la batalla.
Descanso de un pequeño combatiente. Le he nublado la cara para no tener problemas con la identidad del niño. |
Con bastante
donaire arrastrábamos los pies para lograr ese sonido tan característico que se
consigue en las callejuelas al rozar el soldado las Caligae (Sandalias) con el
empedrado del suelo. Este hecho no era de nueva invención pues al inicio de la era
cristiana un niño llamado Cayo Julio Cesar Augusto Germánico hacía gracias a
los legionarios desfilando con estas
sandalias ante ellos , lo que le valió cariñosamente el sobrenombre de Caligula.
Mi hijo en posición de batalla. |
Cada uno se
confeccionaba su traje. Un saco de abono y unas tijeras era suficiente para
conseguirlo. Tres agujeros y unos flecos y ya estabas preparado. La lanza o
pilum se fabricaba con un palo de un cepillo o escoba, al cual se le hacía una
rajita en un extremo, “sin pasarte pues
tenía que volverlo al lugar de origen, para
el uso que fue creado”, para introducir la punta metálica que se obtenía de
doblar la tapa de una lata redonda de conservas. El mejor material para el
escudo eran las cajas grandes de galletas o las cajas de camisas, estas últimas
la rapiñábamos en las puertas de
las tiendas de tejidos. Si había canutos (tubos de cartón) iban
también para adelante, alguna utilidad le encontraríamos.
Este gran soldado y músico a la vez es de mi quinta pero de otro barrio. |
En la espada
había menos igualdad, y desfilaban al “son” del tambor de hojalata las temidas
espadas cortas tipo gladius hispaniensis(
La espada que más romanos mataron, creada por los ibéricos y posteriormente adoptada por el ejercito
romano) y las temidas cimitarras
musulmanas. Todas ellas provenientes del polvorín San Marquero, pues era
costumbre que los carpinteros castreños para esa fecha fabricaran este tipo de ornamentos
que regalaban a los niños en memoria a
la batalla ganada a los moros el 25 de abril.
http://historiasdecastrodelrio.blogspot.com.es/2011/03/el-socorro-de-castro-del-rio-bis.HTML
http://decastroero.blogspot.com.es/2011/04/memoria-gastronomica-ilustrada-san.html
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Es
lastimoso; en este ejército en cuestión, que el recluta no firme al ingresar 20
años de servicio como en época del esplendor del imperio y no es
raro comprobar cómo en cada
campaña aparecen caras nuevas donde deberíamos ver soldados veteranos. Será, me
imagino, que quedarán a buen reguardo en los campamentos de invierno curando
sus heridas más que en la posibilidad de la deserción de tan magna entidad..
2 comentarios:
Amigo Diego, en mi pueblo hasta mediados de los 70 existieron escoltas de soldados romanos y caballistas que abrían la procesión del Santo Entierro del Viernes. Inevitablemente los chiquillos en los días posteriores a la Semana Santa, atraídos por la marcialidad de la soldadesca organizábamos en cada barrio las típicas procesiones infantiles. La caja de galletas Cuetara era lo mas socorrio para la coraza, de lanza una vara aceitunera desmochá. El acompañamiento musical era a base de latas grandes de caballa para las cajas y tambores, y de tomate en conserva para los bombos, que había que encargar y reservar con tiempo en la tienda de comestibles de la esquina. Para los Pasos un crucificado elaborado a base de las tablas que nos proporcionaban en una tienda del ramo de confección. Un año hasta le incorporamos un Cristo de verdad procedente de la caja de difuntos del abuelo de uno de los cofrades. Buen disgusto que nos costó, casi que nos detienen y apalean.
Sabes que tenemos muchas coincidencias en las costumbres de nuestros pueblo para la lejanía que existe. Eso vendrá de cuando el gran Julio Cesar; posiblemente, se desplazo desde Obulco (1 campamento fijado para dirigir la ofensiva contra los Pompeyos)hasta el asedio a Córdoba eligiendo la ruta del camino de Porcuna y levantando un gran fuerte en Soricaria(Castro del Río).
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