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Si notais que llevo mucho tiempo sin escribir, posiblemente me esté pasando la mismo que le ocurrió a García Birlán.
"El deber me ordena que os dedique esta crónica y la pluma se niega a escribirla. Se amontonan las notas en mi imaginación y la péñola no sabe darles forma. Esfuerzo el pensamiento, concibo ideas, bullen las palabras en la mente y aun permanecen blancas las cuartillas."

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¿Un cateto escribio esto?:

Esta cárcel que, durante varios meses, le dio ocasión de un trato prolongado con el mundo variopinto del hampa, verdadera sociedad paralela con su jerarquía, sus reglas y su jerga, parece ser, con mayor probabilidad que la de Castro del Río , la misma donde se engendró el Quijote, si hemos de creer lo que nos dice su autor en el prólogo a la Primera parte: una cárcel «donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación», y en la cual bien pudo ver surgir, al menos, la idea primera del libro que ocho años más tarde le valdría una tardía consagración.

Cervantes en su vivir .

Jean Canavaggio

sábado, 7 de junio de 2025

"El Capricho" de la calle Córdoba de Castro del Río.

       


Muchas veces; la mayoría de las veces, uno va pendiente del suelo para cazar algun conejo y te vuelan delante las tórtolas y no las ves. Por eso hay que ir pendiente a todo "con una mano por arriba y otra por abajo". 

Hoy he pasado andando por la calle Córdoba, me he fijado en los detalles de una casa y me ha dado por analizarlos. No juzgo el gusto por el tipo de fachada; que imagino que al propietario que encargó la obra le sería de su agrado si no por ser diferente, algo innovador, mezcla de ambos o copia de otra.

Hace mucho tiempo que alguien me ponía un ejemplo sobre las construcciones de casas y una norma no escrita de urbanismo. Tu ves una calle y mira la altura de las casas casi toda la calle en ambos lado guardan una altura similar. Y es cierto.

En Castro hasta hace poco el tipo de construcción era muy similar y sus interiores solían copiar la distribución de las casas musulmanas.

He vivido modas: bastante aberrantes y sin sentido para este clima, que las de alicatar las fachadas  con azulejos. Pero azulejos del mismo color sin formar figura alguna. Otra es la de los ladrillos vistos, que también tuvo su época. 

Hay numerosos ejemplos de ambos aun rociados por este pueblo, incluso la mezcla de estos dos materiales.



Lo que me ha llamado más la atención de la fachada que traigo a colación de esta larguísima calle; quizás la de más números de Castro del Río, es la utilización de cuatro cántaros a forma de remate de una cornisa de ladrillos vistos de un color no utilizado en las construcciones de este lugar, el rojo. No llego a ver con claridad si los cantaros estuvieron vidriados con verde manganeso.  El añadido de las losas de terrazo  creo que son de una intervención posterior.



Me ha venido a la cabeza si estos cántaros no hubiesen sido moldeados y cocidos en la cantarería que había a unos metros de allí en la acera de enfrente. 

También utiliza azulejos para enmarcar puertas y ventanas. Materiales por cierto que llevaron al mismo Gaudí al estrellato. 

Desde luego que podía haber realizado en base a esto alguna investigación sobre la propiedad y la época de su construcción pero decidí no hacerlo para no enturbiar mi imaginación y quedarme más bien con la parte material.

Lo que sí puedo asegurar que no hay en este pueblo algo similar y que para bien o para mal su propietario quiso distinguirse de lo que había alrededor con ese toque modernista al igual que el indiano Máximo Díaz de Quijano.


Comillas-Cantabria