El inicio de la edad contemporánea en España viene marcado
por un hecho bélico, la Guerra de la Independencia en 1808 contra nuestros
vecinos invasores franceses.
La noticia del levantamiento el 7 de mayo de los habitantes
de la capital del reino y el apoyo a la familia real secuestrada por Napoleón
originó en España un movimiento de apoyo patriótico y de lealtad a los
soberanos, sobre todo por parte de las clases sociales altas y del clero.
El ambiente prebélico existente hace que en Córdoba capital
se organice un grupo militar llamado Vanguardia de Andalucía dirigido por el
General vasco Echevarri formado por
jóvenes voluntarios y parte del ejercito con base en Córdoba. Se recibieron
municiones, armas, hombres y caballos de distinto puntos de la provincia.
Castro del Río va a
apoyar la formación del conjunto militar de defensa con importantes
aportaciones. En los primeros días se enviaron a la Capital cerca de 60.000
reales, 100 caballos, 45611 raciones de pan, 1256 fanegas de trigo y cebada y
casi 3000 libras de carne, la contribución humana sumaba 516 almas.
El ejército formado en Córdoba entre individuos de tropas de
línea y paisanos; unos 20.000 hombres y 3000 jinetes, plantaron cara al los
franceses el 7 de Junio en el puente de Alcolea, intentando frenar su avance,
pero la buena preparación de los 11.000 jóvenes gabachos que lo formaba inclinó
rápidamente la balanza en la batalla a favor de esta máquina de guerra
imperialista. No resultó suficiente la diferencia numérica, y, la capital era tomada
y saqueada ese mismo día.
Córdoba fue arrasada, las casas y los templos despojados,
las mujeres violadas, el terror se apoderó de los cordobeses durante 10 días.
El miedo y la confusión se vive también en la provincia y desde Castro; por
error, se envía algunos suministros a las tropas francesas acantonadas en
Córdoba. Con este hecho se gano la autoridad castreña una gran reprimenda por
parte de la Junta Suprema de Sevilla y
del Comandante General de la Vanguardia de Andalucía. Se les avisó de que se abstengan
en lo sucesivo de prestar cualquier ayuda a los franceses bajo el castigo de
sufrir las penas más severas y ser tachados de traidores.
El paso de un contingente de 6000 soldados españoles; que
pernoctaron en la población, a últimos de junio y la noticia de la retirada del
ejército francés de Córdoba, hacía pensar en algún gran acontecimiento militar.
La Junta Suprema de Andalucía con el General Castaños a la
cabeza planta cara y vence a los franceses por primera vez en la Batalla de
Bailen el 19 de julio de 1808. La rendición del ejército francés firmada por el
General Dupont y la liberación de Andalucía fueron muy celebrada; en Castro se
festejó con numerosos actos religiosos. Recordemos que la iglesia se veía
fuertemente amenazada por la autoridad bonapartista. Napoleón retrataba a los
españoles como “una chusma de aldeanos dirigida por una chusma de curas”.
Los prisioneros hechos
en Bailen: Dupont y dieciochos generales más, diez coroneles, once tenientes
coroneles, ocho mayores, cuatrocientos cuarentas oficiales subalternos,
doscientos cinco empleados en el ejército y ocho mil treinta y siete hombres de
la clases de tropas fueron enviados hacia Cádiz para ser embarcados, la ruta
marcada pasaba por Castro; que fue además elegida como zona de reclusión. Las
Escuelas Reales, el Hospital de Jesús y algunas posadas son habilitadas como
prisión Militar. Dupont prefería que su tropa se alojase en las inmediaciones
de las poblaciones; los habitantes de
los pueblos tenían aun en sus memorias los desordenes y los abusos cometidos en
el asedio de Córdoba por el ejército galo, así evitaba las provocaciones y la
ira de los naturales. El 27 de julio se producen algunas quejas por parte de
algunos miembros del clero castreño obligados a alojar en sus domicilios a oficiales prisioneros de alta graduación.
La situación
geográfica de Castro del Rio hace que las
aportaciones económicas y de alimentos no tengan descanso; el puente del Guadajoz
es muy utilizado para los movimientos de tropas de uno y otro bando; es
constante la solicitud de ayuda por parte de las autoridades locales a poblaciones vecinas para la preparación del
rancho. Espejo envía 2000 raciones.
A lo largo de 1809 Córdoba y su provincia; ya libres de la
ocupación francesa, se prepara mejor en labores de alistamiento, vigilancia y
fortificación. La junta central aconseja formar Milicias Urbanas. Los castreños
argumentan no tener medios económicos por estar la población muy castigada económicamente desde la batalla de Alcolea. Los
castreños pasarán a depender de Baena para la organización de una posible
defensa, decisión que no fue bien recibida.
Los franceses vuelven a Córdoba en enero de 1910. El
recibimiento por parte de los cordobeses fue excesivamente cordial, quizás el mal recuerdo de la visita anterior
y el miedo les llevo a tomar esa actitud. Las autoridades castreñas civiles y
religiosas jurarán lealtad al recién instalado José I.
Salvo un suceso importante la vida en la capital del valle de Guadajoz es de cierta
calma, tan solo el tránsito por el término de grupos de rebeldes buscando
apoyos y alimentos por las localidades colindantes y por su término marcarán la preocupación del consistorio obligado a
mantener la seguridad.
El dominio francés no pasa del control de las ciudades,
quedando las zonas rurales en poder de partidas de guerrilleros conocedores de
la zona. Su éxito se basará en golpes rápidos
para luego disolverse y desaparecer en el monte. Esta forma de combatir
al ejército francés; acostumbrado a plantar batalla en campo abierto, le
produjo un deterioro progresivo.
<<Esta
maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de
Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo
fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió
una escuela a los soldados ingleses... esta maldita guerra me ha perdido.
>> Napoleón I.
El día 3 de septiembre de 1810 ocurrió un suceso que puso en
peligro a la población. Enterados un grupo de guerrilleros españolistas que en
Castro del Rio se encontraban un grupo de juramentados (grupo de españoles que
estaban al servicio de los franceses) se presentó Don Manuel Torralbo que
mandaba una partida de españoles para hostigarlos; al parecer, este grupo podría
pertenecer a un pequeño ejército de 15.000 hombres bajo el mando del Marqués de
la Romana que “según algunos testigos” habían oído decir estaban acampados en
Valenzuela. El ataque se produjo por sorpresa; al amanecer unos 200
españolistas con ayuda de algunos vecinos atacaron a los afrancesados que
tuvieron que refugiarse en el convento del Carmen donde se hicieron fuertes. La
refriega duró hasta la noche. La tropa allí albergada aprovecho la oscuridad
para escapar (1). Otras versiones
cuentan que se rindieron (2).
El gobernador francés; que debía ser el temido Mariscar Víctor
(ya que este se había destacado por azotar la campiña), dispuso que el pueblo
fuese castigado a “degüello y saqueo” durante dos horas y mandó tropas para que
ejecutasen esa orden. Tras una negociación por parte de D. Antonio Carretero,
la orden no se ejecutaría tras el pago de 200.000 reales que se sufragaron a los
pocos días y la obligación de llevar a cabo una investigación de los hechos. Las
pesquisas dieron por resultado: Que la presencia y los alborotos por parte del
gentío; en los que sin duda habían participados algunos incautos y chiquillos; rehusando
la presencia de “ningún eclesiástico ni de personas de mediana sensación”, era
fruto de la curiosidad y la ignorancia y que nada tuvieron que ver en el motín.
En los disturbios resultaron heridos una
mujer gravemente y un niño.
A primeros de octubre el verdugo de Córdoba Juan García “el
maestro Juan” ahorcaba en la plaza de la Corredera al castreño Francisco
Porcel, guarda campo, acusado como guerrillero participante en la invasión de
Castro.
Dos meses más tarde mueren en una emboscada dos castreños miembros
del servicio de vigilancia; llamado “los escopeteros”, en un cortijo.
Estos son los acontecimientos más importante vividos en la
población hasta la proclamación de la constitución en 1812.
También dejaron los franceses cosas positivas que merecen la
pena recordar sobre todo en cuestiones de sanidad y limpieza, promovieron la
construcción de cementerios y sobre todo se les reconoce la abolición de la Inquisición.
(1)Ramírez de la Casas.
(2)Francisco López Villatoro.
Diego L. Urbano Mármol
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