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Si notais que llevo mucho tiempo sin escribir, posiblemente me esté pasando la mismo que le ocurrió a García Birlán.
"El deber me ordena que os dedique esta crónica y la pluma se niega a escribirla. Se amontonan las notas en mi imaginación y la péñola no sabe darles forma. Esfuerzo el pensamiento, concibo ideas, bullen las palabras en la mente y aun permanecen blancas las cuartillas."

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¿Un cateto escribio esto?:

Esta cárcel que, durante varios meses, le dio ocasión de un trato prolongado con el mundo variopinto del hampa, verdadera sociedad paralela con su jerarquía, sus reglas y su jerga, parece ser, con mayor probabilidad que la de Castro del Río , la misma donde se engendró el Quijote, si hemos de creer lo que nos dice su autor en el prólogo a la Primera parte: una cárcel «donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación», y en la cual bien pudo ver surgir, al menos, la idea primera del libro que ocho años más tarde le valdría una tardía consagración.

Cervantes en su vivir .

Jean Canavaggio

domingo, 19 de diciembre de 2010

El CIPOTE (1) de Castro del Río.



El término de Castro del Rio es rico en yacimientos de época romana. La supervivencia de esta población durante tantos años nos ha dejado una rica herencia arquitectónica repartida por todo nuestro territorio.


Restos de Villas romanas y poblaciones de cierta importancia los encontramos esparcidos alrededor de nuestro actual núcleo urbano.

Esta importante concentración humana se debió a las numerosas explotaciones agrícolas, principalmente dedicadas a la producción de cereales y aceite.

La constante demografía producía importante espacios funerarios alrededor de los núcleos de población.

Muchas veces estos recintos coincidían con otros más antiguos de época Ibérica situados en colinas circundantes o pequeñas vaguadas y siempre al alcance visual del asentamiento pero alejados de ellos y cerca de las vías de comunicación. De esta manera estaban accesibles y visibles, así era inevitable leer los epígrafes de las tumbas así el difunto seria recordado mas allá de la muerte: “Detén un poco tus pasos, te lo ruego, joven pïo, peregrino, de forma que puedas conocer por mi inscripción mi suerte funesta”, “Tú, viajero, deséame: que la tierra te sea ligera”. Un caso muy cercano es el de la necrópolis ibero-romana de Castro ubicada en las faldas del actual cementerio.

Poco a poco las costumbres funerarias ibéricas se fueron olvidando dando culto a nueva forma de enterramientos mas romanizados.

El no llevar a cabo los ritos funerarios, como el no dar sepultura al difunto, suponía para éste la imposibilidad de llegar al mundo de los muertos y al no poder regresar al mundo de los vivos; se encontrarían atrapados entre dos mundos, tomando una actitud de venganza hacia los vivos.

También hay quien prefería enterrarse en propiedades suyas. Aunque estaba prohibido enterramientos en tierras fértiles, esto no se cumplía.

A partir de la proclamación en el siglo V a.C. de la Ley de las Doce Tablas se estableció la estricta prohibición de llevar a cabo enterramientos en el interior de la ciudad, configurándose el recinto amurallado como una verdadera frontera entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos. Únicamente los emperadores y determinados personajes de relevancia social tenían el privilegio de ser sepultados en terrenos intramuros, al igual que los niños fallecidos con menos de 40 días.

Estas leyes dieron forma a ordenanzas locales como la prohibición de enterrar o quemar piras funerarias a menos de 500 pasos del recinto amurallado. Los motivos esgrimidos eran cumplir con las normativas higiénicas, legales, culturales, religiosas y de seguridad.

La organización del espacio funerario corría a cargo de los magistrados locales. Procurando el espacio suficiente, preparación del suelo con picadura de sillar y la colocación de cipos y marcadores para delimitar el lugar.

La costumbre de indicar el área funeraria por medio de cipos o estelas está bien documentado desde la segunda mitad del siglo I a. C. como se desprende de un discurso de Cicerón y un pasaje de Horacio.

En las cercanías de Castro del Rïo en la zona del Molinillo Alto fue descubierto un cipo bastante importante. La inscripción funeraria hace mención al locus sepulchri más extenso conocido para la península, un recinto funerario de unos 3000m2, interpretado en relación con una posible villa rústica, CIL, II²/5, 403(2)

Los rebajes presentes en la parte inferior del mismo indican su preparación para acoger estacas que cercarían esta vasta superficie de terreno.




(1) Cipote.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA
DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA - Vigésima segunda edición

(De cipo).

1. m. Mojón de piedra.

2. m. Hombre torpe, zonzo, bobo.
3. m. Hombre grueso, rechoncho.
4. m. cachiporra (‖ palo).
5. m. Palillo del tambor.
6. m. vulg. miembro viril.
7. m. And. Tarugo, zoquete, cuña
8. m. Col. U. t. en sent. ponder. ¡Cipote lío!, ¡cipote vaina!
9. m. Ven. U. para insultar a alguien sin nombrarlo.

(2) ficha.HD-number: HD002740


responsible individual: Graef last update: 2007-05-23 status of the EDH-version: corresponds to AE reading
checked with photo
province: Baetica modern country: Spain region: Córdoba
find spot (ancient name): find spot (modern name): Castro del Río, bei find spot (street, etc.): El Molinillo Alto - La Polonia, zwischen
date: specific: 1 – 100
literature: AE 1984, 0536.
J.F. Rodríguez Neila, Habis 14, 1983, 178-192, Nr. 5; lám. 6c
u. d. - AE 1984.
CIL 02 (2. Aufl.) 05, 00403; Foto.
externe Foto(s): www2.uah.es:cilii5,00403.jpg cil.bbaw.de:PH0005353.jpg

A-Text: L(ocus) in fronte / p(edes) CCXXV et / in agro p(edes) CL .

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Diego, ahora que tienes más tiempo, no nos hagas esperar mucho la interesante historía de "El Cipote de Castro del Rio (2)".
¡¡Pronta mejoría para el gran relator "villano" castreño!!

Manuel Torrent (el anonimo) dijo...

La disponibilidad de espacio en el ámbito rural, en contra de lo que veíamos para ciertos núcleos urbanos con problemas de superpoblacón, permite disponer de "loca" de mayores dimenciones (Lopez Melero, Stylow,1995, 230), cuya transformacón en "locus religiosus" no estaba exenta de problemas legales.
De Castro del Rio (Córdoba) procede la inscripción funeraria que hace mención al "locus sepulchri" más extenso conocido para la península, esto es, 225X150 p.r.(33.750 m2), interpretado en relacón con una posible villa rustica (CLI, II 2/5, 403)(Rodriguez Neila (1983, 192). La inserción de estas áreas funerarias en terrenos de carácter privado, podía comportar dificultades en el acceso, para lo cual muchos de ellos contaron con caminos de servidumbre propia a partir de las vías principales o bien aprovecharon la parcelacón agraria en la cual se encontraban inmersos.
La presencia de recintos de grandes dimensiones en ámbito rural "locus sepulchri", podría asociarse con la existencia de cementerios públicos o pertenecientes a familias importantes, que los adquirirían para dar cobijo a todos sus miembros, incluidos libertos y esclavos. Aquí debemos encuadrar el caso del que hablamos de Castro del Rio (CIL, II 2/5, 403) que con unas dimensiones como hemos dicho de 225 X 150 p.r. se alza como el mas amplio conocido hasta la fecha para territorio hispano. Los rebajes presentes en la parte inferior del cipo, indican la presencia de estacas que cercarían esta vasta superficie de terreno, asociada probablemente a una villa rustica de mediados del siglo I d.C.(Tesis doctoral de Ana Belen Ruiz Osuna).
Espero que con este trabajo se complemente y se conozca mejor si es posible la importancia de este CIPO, que hasta ahora, como se ha dicho, hace entrar en el libro de los "guinness records 2009" la necrópolis romana de Castro del Rio

Diego Luis Urbano Mármol dijo...

Gracias Manuel por deleitarnos con tu sabiduría.
P.d. Te debo un comentario en la entrada de La tumba de la Pastora.