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Si notais que llevo mucho tiempo sin escribir, posiblemente me esté pasando la mismo que le ocurrió a García Birlán.
"El deber me ordena que os dedique esta crónica y la pluma se niega a escribirla. Se amontonan las notas en mi imaginación y la péñola no sabe darles forma. Esfuerzo el pensamiento, concibo ideas, bullen las palabras en la mente y aun permanecen blancas las cuartillas."

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¿Un cateto escribio esto?:

Esta cárcel que, durante varios meses, le dio ocasión de un trato prolongado con el mundo variopinto del hampa, verdadera sociedad paralela con su jerarquía, sus reglas y su jerga, parece ser, con mayor probabilidad que la de Castro del Río , la misma donde se engendró el Quijote, si hemos de creer lo que nos dice su autor en el prólogo a la Primera parte: una cárcel «donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación», y en la cual bien pudo ver surgir, al menos, la idea primera del libro que ocho años más tarde le valdría una tardía consagración.

Cervantes en su vivir .

Jean Canavaggio

domingo, 6 de febrero de 2011

La Horma del Zapato.

Doscientos treinta y tantos años después del encarcelamiento de Cervantes en la villa de Castro del Río(1592) se repiten muchos de los ingredientes, en una historia muy diferente.


Según recogemos en las Aventuras literarias del iracundo extremeño Don Bartolo Gallardete. Escrito por Antonio de Lupián Zapata. Un cuaderno de 52 paginas publicado en Cádiz en 1851.

Lupián Zapata era el seudónimo de Adolfo de Castro y el cuaderno era una sátira en defensa a su obra, denunciada como falsa por Bartolomé Gallardo, que hizo ver el engaño, al revelar que se trataba de erudito centón(frases y fragmentos ajenos) de obras literarias áureas ya conocidas.

La contienda literaria de estos dos eruditos cervantinos de la época tuvo una gran repercusión en los habientes de literatura, periodísticos, políticos y religiosos.

Adolfo de Castro, de vasta cultura y gran lector de clásicos españoles. Fue alcalde de Cádiz y gobernador de Cádiz y Huelva. Secretario del Gobierno en Sevilla, académico de la de Buenas Letras de Sevilla y de la de Bellas Artes de Cádiz y correspondiente de las Reales Academias de la Lengua, de la Historia y de Ciencias Morales y Políticas.

Y por el otro lado nos encontramos al polémico Bartolomé Jose Gallardo, fue un liberal republicano y anticlerical hasta el fin de sus días, bibliófilo apasionado, bibliotecario de las Cortes. Cultivó un estilo algo amanerado a causa de su amor por los arcaísmos y las antigüedades castizas del lenguaje. Se destacó como periodista satírico durante el periodo de las Cortes de Cádiz y se labró su fama de liberal exaltado, compuso numerosos folletos para atacar a los políticos tradicionalistas o amantes de las componendas.

Hay quien ha visto en esta confrontación el reflejo de las dos corrientes que participaron en Las Cortes de Cádiz. Los Liberales y los Absolutistas.

Al producirse en 1820 el triunfo de los liberales, Gallardo regresó a Madrid y fue repuesto en su antiguo empleo de bibliotecario de las Cortes. En 1823 Gallardo regresó a Cádiz al producirse la reacción absolutista. Al año siguiente marchó a Sevilla, donde fue detenido y encarcelado.

Sobre su estancia en Castro del Río encontramos un excelente trabajo en: http://decastroero.blogspot.com/2010/11/historiografia-castrena-del-xix-fray .De Alberto Gay.

Habiendo hecho las presentaciones volvemos al inicio de este post y retomo las coincidencias con la estancia del autor del Quijote.

El enfrentamiento de estos dos personajes es por culpa de una obra de Cervantes. El Buscapié.

Y la prisión que sufrió Gallardo en Castro del Río.

En la historia del Iracundo nos dice Lupián.”De la cárcel de Sevilla a poco tiempo lo sacaron en un jumento, no para darle con un rebenque que le hiciera buenos amapolos en las espaldas, sino para trasladarlo a la trena de Castro del Río.

Luego que lo zamparon en un buen calabozo quedó desconsoladísimo Gallardete, viendo que iban días y venían días sin que pudiese en aquella triste morada leer libros y jugar a la garra.

Mas presto se serenó un poco entreteniéndose en inventar una nueva ortografía……Por eso a la palabra que le robo una u, escribiendo en su lugar qe. Y tanto agrado recibió en convertirse en salteador no de caminos y de encrucijadas, sino de letras”…

La estancia de Gallardete en Castro no fue como la contó Zapata Buscarruidos, porque si tuvo acceso a los libros.

La historia ha puesto a cada uno en su lugar . Adolfo de Castro ha quedado como un autor apócrifo.

2 comentarios:

ALBERTO GAY HEREDIA dijo...

Con respecto a Gallardo mencionas su carácter de liberal exaltado y anticlerical (acción reacción) que difundieron sus enemigos. Habría que leer con profundidad su obra. Lo que sí fue un crítico mordaz y algo prepotente o histriónico. No fue republicano, puesto que este aún no se había gestado. Nacería con el tiempo como una evolución dentro liberalismo democrático. A su condición de bibliófilo, bibliógrafo y bibliotecario, habría que añadir también la de bibliopirata, termino que también acuñaron sus enemigos para desprestigiar su talla intelectual. Estebánez Calderón le dedicó un famoso soneto:

«Caco, cuco, faquín, bibliopirata,
tenaza de los libros, chuzo, púa,
de papeles, aparte la ganzúa,
hurón, carcoma, polilleja, rata;
uñilargo, garduño, garrapata
para sacar los libros, cabria, grúa,
Argel de bibliotecas, gran falúa
armada en corso, haciendo cala y cata.
Empapas un archivo en la bragueta,
un Simancas te cabe en el bolsillo,
te pones por corbata una maleta;
juegas del dos, del cinco por tresillo,
y al fin te beberás, como una sopa
llena de libros, África y Europa»."


Hay una leyenda negra sobre que Gallardo solía sentarse en la Biblioteca Nacional al lado de una ventana que daba al patio, por la que arrojaba los libros que le interesaban (en el patio había colocado previamente a un fámulo que le iba recogiendo la cosecha). Rodríguez Moñino (uno de sus biógrafos) no da crédito a la anécdota (aunque si non e vero, e ben trobato), como tampoco José Fernández Sánchez en su Historia de la bibliografía en España.
Independiente de que fuera cierta o no su condición de biblopirata, con ese mismo nombre y el apellido "salvador" fue defendido por figuras de la talla de Unamuno quienes argumentaban que gracias a la actividad de Gallardo se habían salvado libros que de otra forma se habrían perdido en manos de las bibliotecas públicas.

Diego Luis Urbano Mármol dijo...

Por lo visto, creó una grán biblioteca para las cortes, la cual le propinó un importante reconocimiento.
Entre ladrones andaba el juego. En Sevilla le robaron una maleta de papeles a Gallardete. En ellos podría ir el trabajo de Cervantes que publicó Lupián.