jueves, 14 de enero de 2016
lunes, 29 de septiembre de 2014
Campamento Internacional de Arqueología “Julio Cesar”.
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Portada del numero 1 de la revista del Instituto. |
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Visita con la familia a Ategua. Yo de pie narrando las Catilinarias. 1981. |
Castro del Río es una pequeña
villa situada en la
campiña cordobesa
con una gran peculiaridad
y es el de tener un inmenso
patrimonio cultural, tanto tangible como intangible.
De tan rica herencia
recibida hemos
sacado provecho en los últimos 5O
años organizando
diferentes
eventos, donde lo más granado
de cada especialidad
han estado presente
en nuestra localidad. Tanto
las reuniones
surgidas
alrededor
de la arqueología; que es el
tema del que
voy a tratar, como los posteriores congresos en torno
a Cervantes y su
obra más
trascendental o el
que trataba de los movimientos
sindicales a inicios
del siglo
pasado, todos resultaron exitosos.
La villa del Guadajoz posee
un inmenso número
de yacimientos arqueológicos
de muy diversas
envergaduras, unos conocidos
de poca
importancia
y otros desconocidos
para la mayoría
de los castreños
como
el situado en
las Cuevas de La Carchena,
de bastante
consideración. Además a poca distancia,
en el término de otras localidades
o en la linde con el nuestro
aparecen algunos
de un valor
tal que son
conocidos
allende nuestras fronteras,
nacionales e internacionales.
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Mi hijo en las ruinas a principios del 2014. |
Ategua versus Torreparedones.
Estos son los
yacimientos con más proyección
que tenemos
en nuestro entorno y los
que más han
suscitado la atención en nuestro
pueblo, también son los únicos
en los que se ha intervenido
seriamente
en numerosas campañas arqueológicas.
Pero no han
recibido el
mismo trato por los castreños, si
hasta hace poco
era Teba (Ategua)
la que copaba
toda la curiosidad
de la sociedad castreña,
reconociendo
su importancia plasmándole a empresas,
equipos deportivos
y instituciones
(como el Instituto castreño)
su nombre.
Tampoco era
raro que
la gente pensara que esta ciudad tan
antigua pertenecía
a nuestro
término
(1).
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Visita a Ategua. 1984. |
La puesta en
marcha en
los últimos años
en Torreparedones
de un proyecto de puesta
en valor del
yacimiento, los
grandes
éxitos que se están cosechando
en las excavaciones y el rifi-rafe
político surgido
por las decisiones tomadas por el
consistorio, en su momento, han conseguido que este sea el que se lleve la palma en la actualidad, condenando al ostracismo al que fue la despensa más codiciada de la bética en tiempos de la república romana.
Agosto de 1966.
El
motivo que ha llevado
a Teba la Vieja a ser tan influyente en la sociedad castreña nace a raíz de los campamentos Internacionales organizado por el Frente de Juventudes en Castro del Rio, en la alameda de la antigua fábrica
de la luz.
En
agosto de 1966 comienza el II Curso de iniciación a la arqueología para mandos juveniles (El
primero se realizo el año de antes en Tarragona) y el I Campo internacional de trabajo en los que participan jóvenes de la Organización Juvenil Española y 14
universitarios de diferentes países(Francia,
Inglaterra, Portugal y Holanda) incluidos españoles. La sección de investigación estuvo dirigida por el Catedrático de la universidad de Sevilla y arqueólogo Antonio Blanco Freijeiro y el académico, poeta y arqueólogo Juan Bernier Luque acompañado por un cuadro de especialistas en topografía, planigrafía y cerámica.
Los trabajos desarrollados en Ategua ponen al descubierto murallas, troneras y torreones. Estos hallazgos llaman la atención de las máximas personalidades provinciales, la prensa se hace eco de la visita del gobernador civil de la
provincia, el señor Landín, en el mes de Septiembre.
El alcalde de Córdoba, Antonio Guzmán Reina habló a los asistentes de la Escultura Megalítica especialmente de los dólmenes.
El alcalde de Córdoba, Antonio Guzmán Reina habló a los asistentes de la Escultura Megalítica especialmente de los dólmenes.
La
campaña ha sido tan
provechosa que el prestigioso arqueólogo Blanco Freijeiro ha afirmado que
Ategua puede ser Centro universal de estudio.
Comienza, pues, a prepararse la
actividad para el año siguiente con un proyecto
más ambicioso.
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Presentación. Aportación Alberto Gay. |
El
II Campo estuvo activo el año de 1967
durante
el periodo
comprendido entre el 19 de agosto y el 6 de Septiembre.
La misión principal
de esta campaña es la de limpieza, consolidación
y estudio de la famosa ciudad
de Ategua asediada por Julio
Cesar en el año 45 a.deC.
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Conferenciante. Foto Alberto Gay. |
De nuevo la dirección de
los trabajos de los campistas
-Ingleses, Franceses y Españoles;
estos últimos en su mayoría pertenecientes
a la universidad
hispalense, recae en
el Catedrático y director
de la academia de Bellas
Artes de Roma A. Blanco Freijeiro acompañado
por un grupo de especialistas y eruditos en historia, entre ellos
cabe destacar
al que luego fuera Director del Museo Arqueológico Nacional y Museo
del Prado el catedrático de Arqueología
de la Universidad
complutense de Madrid José María Luzón , el historiador y
alma del Grupo Cantico J.
Bernier acompañado de un grupo
de geólogos cordobeses
del recién
creado seminario de
Geología A. Carbonell
perteneciente
a la Escuela de Minas
de Belmez, dependiente por
entonces de la universidad
Sevillana, encontramos también al que fuera redactor
jefe del Diario
Córdoba José del Río Sanz . Entre
los extranjeros destaca el eminente
hispanista de
la universidad de
Toulouse r Claude
Domergue,
quien más adelante realizaría el trabajo más importante
realizado en España sobre la
minería Romana.
Este campamento fue pionero
en España en poner
en práctica investigaciones y
trabajos interdisciplinares como la geología
y la topografía al servicio de la arqueología.
Se levanto en estos días
el primer mapa geológico detallado
de la loma de Teba y sus
alrededores,
se realizaron estudios
paleontológicos y petrográficos
de las rocas
autóctonas, y de algunos
ejemplos de granitos
y pórfidos recogidos en
el yacimiento proveniente de lugares
más lejanos.
En cuanto a la investigación geofísica
se realizaron numerosos
hallazgos de estructuras
y se detectaron por primera
vez los distintos niveles
estratigráficos
del suelo y el
subsuelo de la ciudad, de los
tres puntos
que se actuó fue
el de la ladera suroeste donde los
resultados fueron
más importantes
documentándose hasta 15 niveles pertenecientes
a diferentes épocas, siendo
los extractos más
profundos donde la
riqueza y abundancia de cerámicas demostraron
la gran importancia del
lugar durante la protohistoria
andaluza.
La delegación provincial de Juventudes de Córdoba
publicó
un interesante cuaderno juvenil titulado "Ategua".
Bernier
realizó
la crónica del campamento en tres artículos,
mientras Blanco
Freijeiro
aporta un artículo titulado "Ategua, Numancia Andaluza".
El boletín además
está ilustrado con una serie de mapas de situación de diversos
yacimientos importante dentro de la provincia, asi como planos
del sitio
de Ategua y de numerosos recintos fortificados y fotos de los lugares
y de los hallazgos de más valor. ¡ Sería
interesante dar con el paradero
de estos
boletines!.
Hubo que esperar hasta cinco años para conocer
algunos
textos específicos, tanto
nacionales como internacionales
que se ocuparan
de estos temas y no fue hasta el año 1987 cuando aparecieron
una serie
documental en lengua inglesa relativa a esta actividad
que se presentó
en la celebración de la "SEFS Anual Conference"
en la universidad
finlandesa de Helsinki.
Los castreños Ramón de Troya
y Rafael Blancas pusieron
en contacto
a Bernier con el erudito e historiador Castreños José
Navajas quien gustosa mente acompañó a los asistentes a lugares
arqueológicos
del entorno como Izcar, Casablanca o la
fortificación de Doña
Mayor y no fue hasta unos meses más tarde, nos cuenta Bernier
en su obra
"Córdoba
tierra nuestra" cuando conoció Torreparedones de la mano
de J. Navajas.
Lo que nos indica en lugar que ocupaba en el escalafón castreño
el famoso santuario.
Sabemos que se aprobó un tercer campamento
para el año
siguiente
pero la falta de información de este nos lleva a pensar
que no se celebró
o bien los resultados carecían de interés.
![]() |
Entrada al pabellón para la Copa del Rey de Futbol Sala. El equipo castreño Ategua realizó una inmejorable actuación. |
Diego L. Urbano Mármol.
(1) En las mayorías de noticias en prensa escrita aparece Ategua como
perteneciente al término de Castro del Río.
martes, 9 de septiembre de 2014
Excursiones Arqueológicas. El cerro Cabezo de Córdoba.
Desde a
mediados del siglo del XIX una serie de visitas de personajes en el ámbito
histórico han ido confeccionando el mapa arqueológico del término de Castro del
Río.
En el año 1863
el coronel Stoffel bajo el patrocinio de Napoleón III visita la comarca en
busca de los sitios que intervinieron en
la célebre batalla de Munda. Confeccionó mapas de índole militar para
comprender los movimientos de las tropas y las estrategias de ambos bandos en
base a una serie de yacimientos descubiertos o conocidos de los eruditos
locales.
Por la misma
razón a finales del primer cuarto del siglo XX el arqueólogo alemán Schulten
visita la zona para intentar situar el campo Mundensis conociendo los lugares
que le mostraban alrededor de Ategua y de los llanos de Banda. Fue situando los
nombres obtenidos de las crónicas de los días de guerra, El bellum Hispaniense.
El resultado
de ambas expediciones fue el mismo, situaron Munda en Montilla y la batalla en los llanos de Banda. Hoy en
día ya no se defiende esa ubicación. Estos trabajos, por otro lado, sirvieron
para catalogar bastantes yacimientos.
No fue hasta
la década de los setenta cuando se retoman los trabajos, más o menos
importantes, de carácter arqueológicos,
esta vez de la mano del arqueólogo y poeta
cordobés Juan Bernier, que apoyado por eruditos locales, como José
Navajas en Castro del Río van realizando un estudio visual y de documentación de artefactos encontrados en
superficie, de esta manera se va completando la carta de los yacimientos más
importantes de la localidad. Al igual que los anteriores Bernier trató de
situar los lugares descritos en la memoria de la batalla. Cabe recordar que
aunque la batalla final no se hubiera desarrollado en los llanos de Banda, en
nuestro entorno si desarrolló el preámbulo.
Siguiendo la
estela de Bernier un grupo de sus acólitos naturales de Doña Mencía desarrollaron labores de catalogación de
yacimientos, tal es así que en el ABC de 20/07/1968 aparece la noticia del
descubrimiento por parte de este grupo de un recinto fortificado de época
Ibérica en el cortijo de Doña Esteban.
Como no
podía ser de otra manera en nuestro pueblo también existieron algunos de estos
grupos. Uno ligado a la OJE, el otro cercano al Jucad Club. Al no tener estos
grupos estructuras solidas los resultados de los trabajos que pudieran haber
acometido quedaron para conocimiento personal. Hoy en día tan solo la presencia
de algunas piezas en la vitrina del ayuntamiento demuestra la existencia de
estos, amén de algunas informaciones aportadas en numerosas publicaciones a modo individual.
Lo cierto
que la carta arqueológica castreña gracias a unos o a otros está totalmente
confeccionada.
Yo pertenecí
a unos de estos grupos de aficionados a la arqueología. Este pertenecía a una
rama de un grupo muy activo de Aire Libre llamado Estafilococos perteneciente a la OJE, y no era raro
compaginar tirolinas entre eucaliptos en las alamedas del pueblo, rapeles en el
peñón de Guta o en el puente de la Rejelguera, espeleología en la cueva del
Yeso, acampadas en los lugares más emblemáticos de la comarca, entre ellas en
Torreparedones o visitas a numerosos yacimientos
de la localidad, esta última actividad era la menos numerosas de asistentes, los
fijos Miguel Alba y un servidor. Recogíamos cerámicas, tégulas y trozos de
mosaicos etc, y alguna monedilla de la colección del Tesafilm, que guardábamos
en un inmenso almario acristalado. Una vez fuimos a recoger una gran base de
columna que había en un camino con un carrillo de obra, turnándonos entre cinco
o seis conseguimos llevarlo hasta la nuestro local en la calle Tercia(se ha
mantenido ahí hasta que se construyó el nuevo edificio de la biblioteca),
¡pesaba tanto que hasta los hierros del carrillo se doblaron!.
En nuestras
excursiones arqueológicas solíamos
recoger cerámicas en superficies para poder situarlos en los diferentes
contextos históricos (las básicas para cada época: pintadas, sigillatas, con
barniz etc...).
La lástima
es que por entonces no teníamos la sensibilidad de recoger anotaciones y
nuestro trabajo quedó estéril salvo algunas aportaciones verbales a
profesionales o algún trozo de togado (estatuas) o de mosaico que aún podemos ver en alguna institución.
Uno de estos
lugares que visitamos con más frecuencia,
y que por aquellos años estaba en boga, era el de la zona del Cerro del
Cabezo de Córdoba.
Al menos
participé en cuatro excursiones al terreno,
el trayecto se solía hacer andando; una vez lo hicimos en bicicleta (pero quizá
fuese igual de duro). El trayecto era de unos 7 Km y lo normal era que
regresáramos a las horas de estar por allí, salvo una acampada que realizamos a
primeros de febrero el día de la candelaria recién estrenado los años 80.
Aquella noche dormimos en la cumbre de aquel impresionante mogote visionando un
paisaje maravilloso con los pueblos de alrededor al fondo. Aquel día
descubrimos los motivos de la no continuación del hábitat de aquel altozano. El
viento y el frio no cesaron de obligarnos a rendir nuestra posición.
La última vez que anduve por aquellos
yacimientos hacia de guía del malogrado arqueólogo castreño Manolo Carrilero.
Esta zona de
la campiña estuvo muy poblada desde la prehistoria, gozaba de buenas vistas,
sal y potentes tierras de labor.
A principios
de los años 80 del siglo pasado Bernier Luque
publica Nuevos yacimientos arqueológicos de Córdoba y Jaén y es en este trabajo donde nos presenta
oficialmente la fortificación del cerro del Cabezo.
Por esa época varios grupos de arqueología
realizan actividades en el entorno. El otro grupo de Castro está realizando
unas actividades de limpieza en una fortificación a los pies del Cabezo, al
otro lado del arroyo en un pequeño cerrillo llamado el Arenal. Retirando malezas
y piedras dejaron a la vista una hermosa construcción ciclópea. Este recinto es
unas de las peculiaridades más significativas de la importancia de este
territorio ya que a menos de 1 Km en línea resta nos encontramos dos
fortificaciones que posiblemente coincidieran en época prerromana.
Unos años antes el grupo del museo arqueológico de Doña Mencía realiza
el hallazgo de un colgante bastante
interesante que fue estudiado
por Martin de la Cruz y Sánchez Romero,
publicado en el 2004.
Para el
conocimiento del lector el cerro del Cabezo de Córdoba es una eminencia que
encontramos detrás del cortijo de Benazurerita, tiene una altura 336 metros,
domina los pequeños valles formado por el arroyo Salado y Gurruñaga. Aunque su
altura no resulte exagerada (Castro 227m.) esta prominencia se ve desde casi
toda la campiña cordobesa. El estar aislado de otras alturas y sus abruptas
pendientes provoca una visión de mucha más altivez de la que ostenta.
Su cima es plana con unas medidas de unos 60X40 metros.
Por los
restos recogidos en superficie los investigadores sitúan en el Eneolítico la
primera ocupación de la meseta. Estuvo poblado hasta época ibérica no llegando
a ser ocupada por los romanos que prefirieron elevaciones más suaves como
demuestra los restos de esta época hallados por sus alrededores. Cerámicas a manos, bruñidas y
pintadas tipo Carambolo, hojas de sílex y restos de sillares los podemos
encontrar esparcidos por toda su falda.
El colgante
descubierto en superficie es de cornalina (1) un material exótico e inexistente
en la península ibérica, lo que atestigua el contacto de sus pobladores con los
primeros navegantes fenicios llegados a las costas andaluzas.
Estas piezas
son muy comunes en el antiguo Egipto, donde con toda seguridad se fabricaron. Como
se trata de un objeto pequeño fácil de trasportar no es raro encontrarlos por
todo el Mediterráneo, además de la península ibérica se han encontrado en
Israel, Chipre, Grecia y en las Islas Eolias. En España se tiene constancia del
hallazgo de una decena de estas joyas, ligadas las mayoría a un contexto
fenicio-tartesico.
En todo
caso, esta pieza a demás de demostrar el contacto del pueblo fenicio con los
habitantes de la campiña castreña servía a la persona que lo portaba,
generalmente de la elite local, para definir
su status superior al controlar los
contactos y los objetos llegados de exterior y su redistribución.
La última
vez que visité la zona el aspecto había cambiado por el inevitable avance del
cultivo del olivo sintiendo un profundo malestar al ver un yacimiento
intacto de miles de años, que gracias a sus
abruptas pendientes se había mantenido de erial, hoyado sin control alguno.
Diego L.
Urbano Mármol.
(1)
Cornalina es un mineral, variedad de la calcedonia, de color rojo, usado comúnmente como piedra
semipreciosa. Es una piedra
energizante; ya que por fuera es color plata y por dentro es roja. Se le
llama también la piedra sanguínea.
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